Al diablo con las instituciones
Columna JFM

Al diablo con las instituciones

Las instituciones que se construyen en años, por sus propios errores o por la falta de voluntad y comprensión política de los mismos actores que las edificaron, se pueden destruir en minutos. Hoy estamos observando cómo, por una u otra causa, varias de las instituciones que han sido pilares en la construcción del México democrático parecen estar en crisis.

Las instituciones que se construyen en años, por sus propios errores o por la falta de voluntad y comprensión política de los mismos actores que las edificaron, se pueden destruir en minutos. Hoy estamos observando cómo, por una u otra causa, varias de las instituciones que han sido pilares en la construcción del México democrático parecen estar en crisis.

Sin duda lo más grave, por su peso, por su influencia y también por todo lo que aporta en el equilibrio de poderes, es lo sucedido con la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Algún día, se tendrá que evaluar lo decidido en el caso Cassez y comprender la magnitud del daño ejercido. Es verdad que la aportación de la Corte desde la reforma de 1994 hasta ahora ha sido constante. Pero nadie puede resultar indiferente a que todas las encuestas muestren un 87 por ciento de inconformidad social con un fallo sin duda paradigmático, y menos aún que ese mismo porcentaje no esté viendo ese fallo como un simple error de la Corte sino como una forma de corrupción de los ministros o de un acuerdo político interno o externo. La credibilidad que ha ganado la Corte a lo largo de años no puede perderse en unas pocas horas. El problema es que explicaciones como las que el máximo tribunal presentó sobre ese fallo en lugar de beneficiarlo lo perjudican seriamente.

Otra institución en problemas es el IFE, aunque sus dificultades vienen de mucho más atrás. Leía en la siempre muy bien documentada columna de mi amigo Francisco Garfias cómo un destacado lopezobradorista, así lo identifica Pancho, decía que extrañaba en el IFE a Woldenberg. Pues bien, habrá que recordarle a esos personajes que fueron ellos los que más atacaron en su momento al IFE de Woldenberg; los que luego desconocieron al IFE en la elección del 2006; los que impulsaron una reforma que descabezó al IFE y obligó a recomponer a todos sus integrantes con cuotas partidarias; los que en esta elección también volvieron a decir que se había dado un fraude; los que presentaron una enorme cantidad de supuestas pruebas que dieron como verdades y que finalmente se desinflaron por falta de sustento. Ahora en el PRD dicen que es una “infamia” que se compruebe que López Obrador rebasó en más de 65 millones de pesos los topes de gasto de campaña, pero lo cierto es que no saben en qué y cuánto gastó López Obrador porque la actual dirigencia del PRD quedó fuera de esa campaña, no estaban siquiera en el equipo del tabasqueño, que terminando la contienda los dejó para construir su propio partido, el Morena. Les duele porque tendrán que pagar buena parte de los 120 millones de pesos con que fueron sancionados, pero el IFE no eligió a su candidato.

Otra institución clave del Estado es el IFAI. En el ámbito de la transparencia hay mucho aún por hacer pero el IFAI ha tenido una enorme trascendencia en los avances logrados. Pero precisamente por eso es inaceptable el espectáculo (digno de un programa de Laura Bozzo) que nos están recetando un grupo de comisionados. En el camino la que pierde legitimidad es la institución. Y si se quiere tener un IFAI más poderoso, con mayores atribuciones y con “dientes”, como se ha dicho, debe quedar en claro quiénes son sus integrantes y a qué juegan cada uno de ellos, excluyendo por supuesto los hipotéticos ajustes político-sexenales que se quieran realizar.

La Iglesia es otra institución que tendría que revisar su accionar. El filme de diez minutos que están difundiendo llamado Hermano Narco es un verdadero insulto al respeto al estado de derecho, a las leyes, a la propia convivencia. Por supuesto que el perdón debe ser parte de cualquier sociedad civilizada, pero sin el imperio de la ley el perdón es socialmente imposible: proponer a través de un filme de la propia Iglesia que se imponga el perdón por encima de todas las cosas, que los hijos de los asesinados simplemente perdonen a los sicarios sin que haya por lo menos un acto de justicia, siquiera de arrepentimiento de los victimarios, es una tomada de pelo. Dice Borges que “el olvido es la única venganza y el único perdón”, y en un plano humano es verdad, pero cuando se habla de la aplicación de la ley es preferible recordar a Kundera: “la historia es la lucha de la memoria contra el olvido”.

Y para terminar es imposible obviar lo que han hecho las naciones de otra institución: la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que acaban de elegir al gobierno de Cuba como su presidente por un año. Y es imposible obviarlo porque uno de los objetivos de esa comundiad es “impulsar el desarrollo democrático de los países, las sociedades y los gobiernos”. Cuba no tiene elecciones desde hace más de medio siglo, no tiene libertad de prensa, no permite ni partidos ni fuerzas opositoras y es, desde hace décadas, una dictadura…¿cómo hará para impulsar el desarrollo democrático si no lo acepta en su propio país?

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