Elba y el ejercicio del poder
Columna JFM

Elba y el ejercicio del poder

Ayer, durante prácticamente todo el día, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong estuvo reunido con gobernadores, dirigentes sindicales, sobre todo magisteriales, y miembros del propio gabinete. La detención de Elba Esther Gordillo requiere, por supuesto, de comprobar los elementos aportados ante el juez por el ministerio público, pero, más allá de eso, exige que una medida destinada, entre otras cosas, a fortalecer el poder presidencial, no termine debilitándolo. Y para ello todos los factores tendrán que quedar, desde el punto de vista gubernamental, muy bien atados.

Ayer, durante prácticamente todo el día, el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong estuvo reunido con gobernadores, dirigentes sindicales, sobre todo magisteriales, y miembros del propio gabinete. La detención de Elba Esther Gordillo requiere, por supuesto, de comprobar los elementos aportados ante el juez por el ministerio público, pero, más allá de eso, exige que una medida destinada, entre otras cosas, a fortalecer el poder presidencial, no termine debilitándolo. Y para ello todos los factores tendrán que quedar, desde el punto de vista gubernamental, muy bien atados.

Hace algunas semanas decíamos que uno de los factores que más nos llamaban la atención de la forma de ejercer el poder de Peña Nieto era el redimensionamiento que se había logrado efectuar en torno al poder de Los Pinos, de la presidencia de la república. Todas y cada una de las medidas que ha adoptado la administración Peña están destinada a volver a concentrar y fortalecer el poder de la presidencia. Habrá que darle la razón a quienes decían que ese poder no se había perdido en demérito de otros poderes: lo que había sucedido es que no se supo o no se quiso usar, debilitando institucionalmente a la propia presidencia.

El tema Elba Esther no se puede disociar de muchos otros, incluyendo la reforma energética y fiscal en ciernes, pero antes la de telecomunicaciones, y la reforma a la ley de amparo, indisolublemente ligada con el tema de telecomunicaciones, ya aprobada (está actualmente en el senado) y que aumenta en la presidencia un músculo que exhibió con la detención de Elba Esther.  Un músculo con el que necesitará contar para todas las reformas planteadas.

¿Qué viene ahora?. Como decíamos ayer, un papel clave lo jugarán los gobernadores: el verdadero poder del SNTE está en los estados, en la base magisterial y en los dirigentes intermedios que en su mayoría son, hasta ahora, fieles a Elba Esther. Esa es, también, la verdadera base de su poder. Recordemos, además, que la enorme mayoría de los gobernadores (de todos los partidos) ganaron con apoyo, político y de recursos, de Elba. Porque ahora todos acaban de descubrir la realidad del SNTE pero hasta el pasado muy reciente ese no fue problema alguno y eso incluye a personajes diversos, se llamen Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, o Ebrard, López Obrador, Bartlett y Gabino Cué. Ellos y muchos más han trabajado con Elba Esther, han sido aliados, en otras ocasiones adversarios, pero ninguno de ellos era o es ignorante.

Porque tampoco hay que equivocarse: cuando se dice que Elba Esther tuvo durante 24 años “un poder sin límites”, es una verdad a medias. Primero porque durante muchos de esos 24 años sí tuvo límites políticos e institucionales, y segundo porque su poder aumentó en la misma medida en que el poder le fue entregando espacios que el propio poder no podía o quería controlar o asumir. Eso fue notable, sobre todo, durante la administración Fox y se trató de adecuar, pero no se revirtió, en la de Calderón. El Estado no había perdido el control de la educación, simplemente no lo quiso asumir o lo negoció.

Hay quienes se preguntan porqué antes no se dio este golpe contra Gordillo. La respuesta es obvia: no se dio por las mismas razones por las que ahora sí se decidió darlo: por una decisión política basada en costos y beneficios. Así funciona el poder cuando se lo sabe utilizar.

Hay otra cuestión que también vale la pena analizar. Hace ya tiempo dijimos que una de las cosas que intentaría Peña sería replicar una práctica que impuso en su momento Salinas de Gortari que era no sólo centralizar y tener control sobre los distintos resortes del poder, sino también crear una suerte de nueva clase política basada en personajes de una nueva generación, entremezclados en la operación con políticos más experimentados pero que le fueran leales. Si a fines de los 80 eso se reflejó, por ejemplo, en los Colosio, los Camacho, los Aspe, los Serra, los Gurría, entremezclados con los Gutiérrez Barrios o los Hank, ahora los vemos con los Osorio, Videgaray, Nuño y otros, compartiendo espacios con los Beltrones, Gamboa y Murillo. Si entonces se removieron y renovaron dirigencias sindicales y personajes empresariales no tendría porqué ser diferente ahora.

Un último punto en relación con la caída de Elba Esther. Como decíamos ayer, el SNTE operó muy mal ante el ejercicio de poder que constituía la reforma educativa y no supo o no pudo defender ni siquiera los puntos en los que podía ganar el debate. Pero hay un capítulo que no se debería dejar librado al azar: sí es verdad de que hay una tendencia creciente hacia la privatización de la educación, sí es verdad de que nuestra educación se elitiza cada día más. Y en todos estos juegos de poder lo que no se puede perder es el objetivo de contar con una educación pública, gratuita, laica y de calidad para todos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil