El día 101
Columna JFM

El día 101

El domingo el presidente Peña Nieto cumple 100 días en el poder y lo hace superando expectativas propias y ajenas sobre las posibilidades reales que tendría su administración de reconstruir en tan corto plazo todo el andamiaje de poder que había perdido el priismo hace doce años.

Para María y Juan Ignacio, con un abrazo solidario

El domingo el presidente Peña Nieto cumple 100 días en el poder y lo hace superando expectativas propias y ajenas sobre las posibilidades reales que tendría su administración de reconstruir en tan corto plazo todo el andamiaje de poder que había perdido el priismo hace doce años.

Hay reformas, iniciativas, gestos políticos que se deben destacar en estos cien días, sobre todo el Pacto por México, la reforma educativa, la cruzada contra el hambre, las reformas a la ley de amparo, las de la propia administración pública o la detención de Elba Esther Gordillo; hay decisiones que son más controvertidas, como promulgar la ley de víctimas a sabiendas de sus numerosos errores que obligan a una reconstrucción de la misma o, aunque no se pueda atribuir al ejecutivo, la liberación de Florence Cassez; hay procesos todavía inconclusos, aunque aparentemente bien encaminados, como la reconstrucción de las estructuras de seguridad, con focos rojos como la aparición de los grupos de autodefensa o la inevitable, en este plazo, presencia de la violencia. Y objetivos muy claros hacia el futuro como las reformas energética y fiscal.

Pero más allá de todo eso, lo que se debe destacar en estos cien días es la reconstrucción del poder presidencial: en poco más de tres meses, el presidente Peña ha recuperado muchos hilos del poder que estaban dispersos, sueltos o perdidos; ha impulsado iniciativas que vuelven a concentrarlo en el poder ejecutivo, ha acabado con la balcanización de muchos gobernadores y ha puesto un margen importante (real o tácito) a distintos poderes fácticos o reales que habían crecido ante el repliegue del ejecutivo federal, incluyendo el regreso, público, del presidente priista al liderazgo de su partido.

No es algo que se deba minimizar. Esta es la base sobre la que gobernará Peña Nieto en todo el resto del sexenio: tiene instrumentos para hacerlo y ahora, sobre esa base, comienza la etapa decisiva de su gestión. El día 101 será paradigmático en ese sentido: se espera que el lunes, en algo más que un gesto político, se presente la iniciativa para la reforma a la ley de telecomunicaciones, uno de los capítulos claves en la lógica de acotar y redistribuir espacios de poder económico e incluso político en el país.

El contenido de la iniciativa se ha guardado celosamente pero si nos atenemos a lo dicho por el propio presidente Peña en diversos pronunciamientos sobre los monopolios y los grupos hegemónicos en el país, el lunes tendremos en el congreso una ley que cumpla con varios principios que deberían formar parte de un nuevo equilibrio económico y de poder. El sector de telecomunicaciones tendrán que tener algún tipo de redistribución, cuando hay operadores que manejan más del 80 por ciento del mercado, quizás tengamos cambios en medidas de interconexión e incluso en la desinversión de operadores hegemónicos como Telmex; el área de televisión tendrá que tener una apertura que podría contemplar la desincorporación de una cadena, la licitación de dos o tres cadenas nuevas, una de ellas pública, acabando también con los candados de participación para ciertos jugadores; en los sistemas de cable y satélite, se supone que se establecerá el llamado must carrier, must offer; en todos estos sectores se ha dicho que ningún operados debería tener mucho más del 40 por ciento del mercado. Habrá que ver si esas y muchas otras medidas que se supone contemplaría esa nueva ley estarán finalmente en la iniciativa, pero de lo que no cabe duda es que se tratará, incluso más allá de lo hecho hasta ahora, de la primera reforma de gran calado que emprenderá la administración Peña, una iniciativa en la que se tendrán que equilibrar la política con la economía, las finanzas, la competititividad y la equidad. Y con enormes intereses de todo tipo en juego. Las reformas a la ley de amparo, en realidad, han sido una parte de todo este proceso, lo mismo que la llamada de atención que implicó la detención de Gordillo.

El mismo lunes se espera aprobar en el senado el Plan Nacional de Energía, un paso previo imprescindible para la otra gran reforma que quiere sacar Peña Nieto antes de que concluya su primer año: la energética. Los contenidos de la misma están plasmados en el Plan Nacional, aprobado el mismo ahí estarán las bases de la nueva legislación, que a su vez es clave para poder aprobar una reforma fiscal que simplifique la recaudación, aumente y acabe con los regímenes especiales.

Todo eso es lo que estará en la mesa en el día 101, apenas acabe el recuento y la celebración. Si hubo un periodo de gracia, para propios y extraños, el mismo ya acabó.

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