Peña: cien días de ejercer el poder
Columna JFM

Peña: cien días de ejercer el poder

Decíamos el viernes que los primeros cien días de una administración sirven para establecer las bases sobre las cuales se gobernará, para definir percepciones y expectativas. Pensar que a través de un recuento de acciones se transformará la realidad o las percepciones en apenas tres meses es un error. Lo que cambia unas y potencia las otras es la forma de entender y ejercer el poder, la forma en que se hace política: eso es lo que se mide, se percibe en los primeros cien días de una administración.

Decíamos el viernes que los primeros cien días de una administración sirven para establecer las bases sobre las cuales se gobernará, para definir percepciones y expectativas. Pensar que a través de un recuento de acciones se transformará la realidad o las percepciones  en apenas tres meses es un error. Lo que cambia unas y potencia las otras es la forma de entender y ejercer el poder, la forma en que se hace política: eso es lo que se mide, se percibe en los primeros cien días de una administración.

En ese sentido, el gobierno de Peña Nieto ha propuesto, pero todavía no ha ejecutado, cambios notables. Esos comenzarán a partir de hoy, cuando el gobierno se siente ya con los hilos del poder en las manos. Pero la forma en que se está ejerciendo el poder sí ha cambiado y las percepciones también. Vamos por ejemplo al tema que más sigue preocupando a la gente y donde las percepciones son claves: la seguridad. En ese terreno, hemos dicho muchas veces que no puede, y no los ha habido, cambios dramáticos. Se ha impulsado y aceptado el mando único, algo planteado por la pasada administración desde hace casi cinco años, pero que entonces no fue avalado ni por los partidos ni por el congreso. El cambio no está en la propuesta sino en que se tuvo la fuerza política para sacarla adelante.

Las instituciones involucradas en la lucha contra la inseguridad siguen siendo las mismas, ni remotamente se ha sacado al ejército y la marina de esa labor. El cambio es que ahora la coordinación parece mucho más estrecha que en el pasado. Y eso es fruto del poder y la política. Se impulsa la creación de la gendarmería nacional y será, aparentemente, una adición importante en términos de la estructura global de seguridad, pero en realidad esa gendarmería cumplirá funciones que desde años atrás se pensó que cumpliría la policía federal (que ahora se irá especializando cada vez más en el combate a delitos como el secuestro, la extorsión y el robo). Lo importante es que se haya podido sacar adelante una estructura de ese tipo sin oposición real.

Otro cambio importante en este terreno, cuyos resultados se verán en el futuro, es lo que se está haciendo, en forma mucho más silenciosa, con los órganos de inteligencia y en la coordinación y tratamiento de la información. Relacionado con ello, otro paso importante ha sido concentrar los contactos con otros servicios de inteligencia e información en una sola ventanilla. Hay quienes dicen en ese terreno que la cooperación es no operacional. Pero el hecho es que la no coordinación termina debilitando todos los esfuerzos operacionales o haciéndolos infructuosos. Pero las señaladas son decisiones políticas, que se ejecutan desde ese ámbito.

En economía todo está por venir pero tampoco se está inventando el hilo negro. La reforma fiscal y la energética están pendientes desde el gobierno de Ernesto Zedillo. Nunca hubo fuerza para sacarlas adelante, incluso durante el último gobierno priista. El gran mérito de esta administración es haber logrado poner el tema sobre la mesa y conjuntar, aparentemente, las fuerzas suficientes para que esas reformas sean aprobadas. Si esta semana sale adelante, ya fue aprobada en comisiones, la estrategia nacional de energía, las bases de esas dos reformas (en realidad ambas, la energética y la fiscal están relacionadas) estarán sentadas.

Y esta misma semana, si no hay cambios hoy mismo, se presentará la reforma a la ley de telecomunicaciones, que puede ser un verdadero parteaguas (o un fiasco) en ese sector tan estratégico para la economía y el poder. Es un desafío: en ninguna de esas tres grandes reformas la administración Peña se puede permitir un fracaso. En realidad el país tampoco.

En lo social, la reforma educativa es un cambio que constituye un mensaje político que va más allá de lo educativo, un mensaje que involucra por supuesto la detención de Elba Esther Gordillo pero que sigue dejando pendiente que ocurrirá con muchos otros grupos de poder, sobre todo ligados a la Coordinadora, que medran con la educación. La profundidad de la reforma se verá plasmada en la ley reglamentaria que aún no está en debate en el congreso.

La Cruzada Nacional contra el Hambre es otro esfuerzo notable que no cambia dramáticamente ninguna de las políticas sociales del pasado, pero tiene dos grandes méritos: rescate el sentido comunitario de la política social que se había perdido después de que se archivó el programa de Solidaridad, y logra alinear tras objetivos concretos muchos programas que estaban dispersos. Y evidentemente si tiene éxito los mismos se percibirán en forma mucho más evidente.

El gran cambio de estos primeros cien días de la administración Peña, con aciertos y errores, ha sido la gestión del poder: la forma de entender y ejercer el poder. Y eso es lo que ha modificado las percepciones. No es en absoluto un mérito menor.

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