Pobres políticos, todos los atacan
Columna JFM

Pobres políticos, todos los atacan

¿Qué importancia puede tener que la muy poco conocida senadora por Quintana Roo, la perredista Luz María Beristain, haya llegado tarde a un aeropuerto, perdido un vuelo y haya armado un pequeño escándalo para tratar de que la subieran al vuelo ya cerrado?. En realidad poca, el problema es lo que argumenta la senadora, más allá de sus malos modales, su arrogancia y patanería (no hablemos de su acompañante) para tratar de obligar a una empleada, a una trabajadora, a romper las normas de seguridad y control de su propia empresa, alegando tener prerrogativas superiores a los demás ciudadanos por su condición de senadora. Cuando no logra su objetivo, intenta politizar la situación y acusa a la trabajadora de no ceder a su intento, porque no le simpatiza su partido, y luego ya avanza en un despeñadero total.

¿Qué importancia puede tener que la muy poco conocida senadora por Quintana Roo, la perredista Luz María Beristain, haya llegado tarde a un aeropuerto, perdido un vuelo y haya armado un pequeño escándalo para tratar de que la subieran al vuelo ya cerrado?. En realidad poca, el problema es lo que argumenta la senadora, más allá de sus malos modales, su arrogancia y patanería (no hablemos de su acompañante) para tratar de obligar a una empleada, a una trabajadora, a romper las normas de seguridad y control de su propia empresa, alegando tener prerrogativas superiores a los demás ciudadanos por su condición de senadora. Cuando no logra su objetivo, intenta politizar la situación y acusa a la trabajadora de no ceder a su intento, porque no le simpatiza su partido, y luego ya avanza en un despeñadero total.

La senadora, la Güera Beristain como ella misma se hace llamar, retrató aún mejor su concepto de la política cuando, al llegar a la Comisión Permanente, dijo que iba a proponer “una fiscalía especial para atender las agresiones contra los políticos”. Seguramente cree que por el hecho de ser política (y la “más alta representante popular”, como dice en el video) debe ser tratada en forma diferente de los demás mortales y que cuando se le niega algo es por razones ideológicas. También esta grabada hace unos meses alegando contra un policía porque le hizo una multa por conducir a exceso de velocidad. La castigaban, le alega al policía por ser perredista, aunque el agente no parece ni tener la menor idea de con quién está hablando. En ninguno de los casos son la empleada de la aerolínea o el agente de tránsito quienes hacen comentarios partidarios: es la propia senadora la que hace ostentación de su militancia o de su cargo para tratar de que, en los hechos, esos trabajadores violen las normas y la ley.

La senadora miente en forma recurrente en el video. Dice que llegó tarde al aeropuerto porque estaba en una reunión donde precisamente estaban viendo el otorgamiento de un crédito para el aeropuerto, préstamo del que no existe dato alguno, pero que, además, se retrasó porque estuvo atendiendo a la prensa, de lo que tampoco existe antecedente. Vuelve a mentir cuando dice que sólo a faltado a una sesión en el senado cuando es la cuarta legisladora que más ha faltado de los 128 integrantes de la cámara alta, nunca ha presentado una iniciativa, prácticamente no ha subido a tribuna y, como cereza del pastel, se difundieron las fotos de la senadora durmiendo, durante la sesión, plácidamente en su curul.

El poder puede enloquecer a quienes lo detentan, aún cuando es a cuentagotas. La senadora Beristain es un ejemplo, como lo es Genaro Góngora Pimentel, un hombre que tuvo mucho más poder que la senadora, que fue presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que apeló a una serie de maniobras infames para ahorrarse unos pesos de la pensión alimenticia que debía pagar a la madre de sus dos niños, a la que terminó metiendo a la cárcel, con la complicidad del magistrado Juan Luis González Alcántara y Carrancá, argumentando un fraude inexistente en su contra. En realidad se trata de una infamia que una y otra vez se repite contra muchas mujeres en nuestro país: hay jueces y abogados particularmente corruptos que utilizan cualquier  pretexto para despojar a una mujer de todo en un divorcio, incluyendo sus hijos y si es posible hasta meterla a la cárcel. No todos los pueden hacer aunque se lo proponen. Peor es que Góngora lo haya logrado apelando a su condición de ex presidente de la Suprema Corte.

¿Y qué decir, como lo ha documentado Excélsior en estos días, de personajes como el panista Ulises Ramírez, que entre otras linduras vende las candidaturas de su partido en el estado de México?¿O de ex funcionarios como Andrés Granier que parecen haberse robado tanto dinero que ni siquiera se puede terminar de contabilizar?¿O de los dirigentes de la sección 22 que defiende a cinco secuestradores porque los considera luchadores sociales (por cierto, el comunicado del EPR que quiere deslindarse de los secuestros, termina defendiendo también a estos personajes y permite explicar de dónde viene el afán defensor de la sección 22) como lo mostramos en Todo Personal, en Proyecto 40?

Se podrá argumentar que estos excesos y abusos, ese sentimiento de impunidad, siempre han existido. La única diferencia es que ahora se ven, se conocen, se difunden y se necesitará algo más que una fiscalía especializada para poder limpiar la imagen de estos y de otros muchos políticos impresentables.

Al margen. Ciudad Juárez parece estar comenzando a recorrer el camino que hizo Tijuana hace unos años. En ningún otro lugar los índices de violencia, siendo aún significativos, han bajado tanto como en Juárez en el último año. Es, hay que decirlo, una historia de éxito, que se debe preservar a través de la política social para poder preservarla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil