Los números del narcoconsumo
Columna JFM

Los números del narcoconsumo

Tarde o temprano, de todas formas mucho después de lo deseable, el caso Heaven terminará resolviéndose y sabremos qué ha ocurrido con los jóvenes secuestrados hace exactamente un mes. Pero lo que debería quedar muy en claro es porqué se dieron esos hechos y cuál es el verdadero desafío de la seguridad en la ciudad de México, incluyendo el Distrito Federal y los municipios conurbados, en el ámbito de la seguridad.

Tarde o temprano, de todas formas mucho después de lo deseable, el caso Heaven terminará resolviéndose y sabremos qué ha ocurrido con los jóvenes secuestrados hace exactamente un mes. Pero lo que debería quedar muy en claro es porqué se dieron esos hechos y cuál es el verdadero desafío de la seguridad en la ciudad de México, incluyendo el Distrito Federal y los municipios conurbados, en el ámbito de la seguridad.

Ayer se dio a conocer la Encuesta de Consumo de Drogas en Estudiantes de la Ciudad de México 2012, levantada entre poco más de 26 mil estudiantes de secundaria y educación media superior en el DF. La encuesta demuestra que, respecto a la anterior levantada hace tres años, hay un incremento constante en el consumo de drogas ilegales, principalmente marihuana, cocaína, crack y alucinógenos entre los jóvenes estudiantes, mientras ha bajado muy poco el consumo de tabaco y alcohol. El consumo de marihuana aumentó 4 puntos porcentuales y pasó de 8.2 por ciento a 12.2 por ciento. El de cocaína se incrementó de 1.7 por ciento en 2009 a 2.5 por ciento en 2012. Estamos lejos de los índices más altos de Estados Unidos, e incluso de Argentina y Brasil, pero el número de consumidores en ese nivel (todos menores de 18 años) no deja de ser muy significativo, sobre todo si consideramos, como establece la encuesta, que siete de cada diez estudiantes de prepa o secundaria consumen alcohol y uno de cada cuatro cocaína, marihuana, crack, inhalantes o alucinógenos. La edad de inicio en el consumo de drogas es de 12 años.

Estamos hablando, entre jóvenes menores de 18 años, de un mercado de cientos de miles de potenciales consumidores. Por ellos (y por supuesto por sus mayores, que son un número más alto) se da la guerra entre distintos grupos y se producen hechos como la desaparición de los jóvenes del Heaven. En esa lógica se debe entender el conflcito entre grupos como el llamado cártel de Tepito (o sus sucesores, incluso biológicos, los llamados Tepis, los que fueron secuestrados en el Heaven) y el grupo de La Unión (quienes habrían sido los victimarios en este caso). En esa lógica también tenemos que entender el altísimo número de ajustes de cuentas en los municipios conurbados, como este fin de semana en Nezahualcoyotl, donde el cártel de La Familia no permite la entrada de ninguna otra organización y asume que ese es su territorio. Ajustes de cuentas que se dieron en forma simultánea también en Ecatepec.

Y no es la ciudad de México, incluyendo su zona metropolitana, la que tiene los mayores índices de consumo: éstos son más altos en toda la frontera norte, particularmente en Ciudad Juárez y en Tijuana, también en Monterrey y Guadalajara. Pero el problema es el mismo. Ayer se informó que México tiene el tercer porcentaje más alto de jóvenes que ni estudian ni trabajan, conocidos como ninis, entre los 34 países que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), sólo debajo de Turquía e Israel. El informe Panorama de la Educación 2013 de la OCDE revela que 24.7 por ciento de los jóvenes de 15 a 29 años en 2011 se ubicó como "ninis", fenómeno que prácticamente ha mantenido ese nivel en una década, pero que incluso se presume que ha aumentado en los dos últimos años.

Ahí sigue estando buena parte del problema pero incluso el mismo va más allá. Porque el consumo de drogas y la violencia no se da exclusivamente entre los que no estudian ni trabajan, sino también entre los que tienen posibilidad de ir a la escuela. En la ciudad de México, el índice de jóvenes que pueden hacer la secundaria o la educación media superior en cualquiera de sus estamentos, son un porcentaje altísimo, el más alto del país. Y sin embargo, allí mismo el fenómeno no sólo persiste sino que también crece.

No es fácil tener soluciones o siquiera respuestas ante este fenómeno. No alcanzan para ello ninguno de los lugares comunes, ni los que propugnan por mayor disciplina y seguridad policial ni los que creen que la solución está en la legalización de las drogas. Es un gran problema de salud pública, incluyendo desde la prevención hasta una educación de mayor calidad y con mayores y mejores espacios en las propias escuelas, desde la posibilidad de trabajar para quienes hayan concluido su educación hasta el establecimiento de programas preventivos y de rehabilitación. Lo que sucede es que no tenemos, ni en el DF ni en el resto del país, una verdadera política integral que involucre todos estos aspectos en forma simultánea, con los recursos que realmente se requieren, en un esfuerzo nacional que se olvide de los ejercicio locales y aislados.

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