Entre los aprestos para las reformas pendientes en los ámbitos energético y político, entre las negociaciones para el próximo periodo extraordinario y en medio de algunos rumores poco sustentados de cambios, en el PAN se anunció que mañana se reanudará la asamblea partidaria que fue suspendida, en medio ya de su crisis interna entre distintas corrientes, hace algunos meses.
Entre los aprestos para las reformas pendientes en los ámbitos energético y político, entre las negociaciones para el próximo periodo extraordinario y en medio de algunos rumores poco sustentados de cambios, en el PAN se anunció que mañana se reanudará la asamblea partidaria que fue suspendida, en medio ya de su crisis interna entre distintas corrientes, hace algunos meses.
La noticia, en realidad, no tendría mayores repercusiones sino fuera porque en esa asamblea se terminará de aprobar que la elección de los órganos nacionales del PAN se realizará por voto directo y secreto de sus militantes. Y esa decisión, de confirmarse este fin de semana, cambiará todo el escenario interno del panismo. Si se eligiera el próximo liderazgo panista como hasta ahora, en convención partidaria, cualquiera de los que ahora aparecen podría aspirar a esa posición y eso acentuaría la lucha de las diferentes “tribus” blanquiazules. Pero si la elección es abierta, esa decisión quedará en las manos de dos mujeres: Margarita Zavala y Josefina Vázquez Mota.
La esposa del ex presidente Calderón (una mujer con carrera e imagen propia) y la ex candidata presidencial (que se sintió, y probablemente fue, traicionada, por grupos de poder del partido en la pasada campaña) son las mejores cartas que tiene Acción Nacional en el ámbito nacional, las dos que tienen mejores índices de simpatías internas y externas y las únicas dos que, en el corto y mediano plazo, pueden refrendar un liderazgo que ese partido ha perdido. Nadie puede saber hoy si Margarita y Josefina disputarán la presidencia partidaria: para las dos implica sacrificios políticos e incluso familiares (probablemente más para Margarita), implica costos pero también oportunidades.
No es una decisión menor pero tampoco exclusivamente personal. Ambas responden a distintos grupos, a distintas tendencias de su partido pero las dos tienen posibilidades de cohesionar a un partido que debe transitar inevitablemente, en el contexto de la derrota después de 12 años en el poder, hacia su reconfiguración. Ni Margarita será una simple pieza del calderonismo ni Josefina irá por ajustes de cuentas con el pasado. Las dos son demasiado inteligentes como para querer jugar el futuro personal y partidario mirando sólo hacia el pasado.
No soy de los que cree, aquí hemos insistido en muchas oportunidades al respecto, en que la crisis blanquiazul, permeada por algunos sucesos vergonzosos en los últimos meses, sea inevitable. Tampoco lo creía hace 12 años cuando el PRI comenzó a recorrer, después de 70 años en el poder, el escabroso camino de la oposición. Para Acción Nacional vienen, después de unos resultados electorales que, para la coyuntura que se vivía no estuvieron tan mal, muchas oportunidades: las más importante son las reformas pendientes, tanto en el ámbito energético y fiscal (sin duda las más importantes), como en el político-electoral, en el de la transparencia o en el financiamiento de estados y municipios, entre otros. Pero también en el terreno de la presencia política si logra apaciguar los ánimos y ambiciones internas y procesar estas propuestas con sensatez y sin caer en oportunismos.
Pero también puede cambiar su imagen. Con todo respeto a todos los involucrados, no sería lo mismo una lucha interna por la presidencia del partido en la que se enfrentaran (no estoy seguro que ambas quieran llegar al extremo de confrontarse directamente) Margarita y Josefina, que una lucha entre Madero y Cordero. Incluso el escenario cambiaría con que una sola de ellas se presentara a esa elección. Y sería muy torpe el panismo si no aprovecha esa oportunidad.
Con un elemento externo adicional. El PRD comenzará a vivir en estas semanas procesos similares a los que vivió el PAN en el pasado reciente. Si las reformas pueden ser un factor de cohesión en el blanquiazul, tendrán una presión centrífuga en la izquierda, que se sumará a la lucha por la renovación de la dirigencia y a las presiones de Morena para quedarse con una parte, diferenciándose de todos, de esa corriente. La dirigencia perredista, después de tantos años de una política del no, deberá necesariamente pagar costos internos de corto y mediano plazo por buscar una vía más propositiva e inteligente. Si lo hace, la buena noticia es que recuperará su inversión en el futuro.
Decía Voltaire que “suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran y fusionan”. Si los partidos, como las personas, no están preparadas para reconocer y aprovechar las oportunidades que se les presentan, no se pueden quejar después de que la suerte los ha abandonado. Por lo pronto, esa oportunidad en el PAN parece tener cara de mujer: Margarita y Josefina.