En términos políticos sin duda es importante que el gobierno federal, en su iniciativa de reforma energética, haya decidido apostar a la recuperación de la letra constitucional, tal cual fue impulsada en su momento por el general Lázaro Cárdenas del Río. La molestia perredista al respecto seguramente está más en función de un símbolo arrebatado que de una oposición real a lo que planteó en su momento el mítico presidente. Tiene razón Cuauhtémoc Cárdenas al decir que con el paso de los años el pensamiento de su padre pudo haber cambiado, como lo demostrarían un par de cartas exhibidas, pero lo cierto es que lo que siempre se ha reivindicado es la expropiación petrolera y las leyes que de ella emanaron. Y las mismas son las que respeta íntegramente la iniciativa oficial.
En términos políticos sin duda es importante que el gobierno federal, en su iniciativa de reforma energética, haya decidido apostar a la recuperación de la letra constitucional, tal cual fue impulsada en su momento por el general Lázaro Cárdenas del Río. La molestia perredista al respecto seguramente está más en función de un símbolo arrebatado que de una oposición real a lo que planteó en su momento el mítico presidente. Tiene razón Cuauhtémoc Cárdenas al decir que con el paso de los años el pensamiento de su padre pudo haber cambiado, como lo demuestrarían un par de cartas exhibidas, pero lo cierto es que lo que siempre se ha reivindicado es la expropiación petrolera y las leyes que de ella emanaron. Y las mismas son las que respeta íntegramente la iniciativa oficial.
Pero Cuauhtémoc tiene razón también en un punto: hay que mirar hacia el futuro y no hacia el pasado. Pero el futuro en términos energéticos requiere de las reformas constitucionales que se están planteando: no habrá seguridad jurídica para ningún inversionista serio sin esas reformas, y si no hay inversiones privadas las mismas tendrían que salir del erario, que no cuenta con esos recursos, tendríamos que endeudarnos (¿recuerda usted lo sucedido en el gobierno de López Portillo al respecto?) y en lugar de superar la crisis del sector y sus empresas la misma se profundizaría, para Pemex, la CFE y para el país.
No sé, nadie puede saberlo, qué pensaría hoy Lázaro Cárdenas, pero sí podemos saber cosas muy concretas: sabemos que el precio del gas, por ejemplo, es muy superior en México que en otros países por la sencilla razón de que tenemos que importarlo pese a que tenemos enormes reservas que no se pueden explotar porque no hay recursos para hacerlo. Sabemos que se necesitan gasoductos para transportar y distribuir ese gas y que tampoco hay recursos para hacerlo: hoy traemos el gas y barcos y camiones. Sabemos que hoy las plantas generadoras de electricidad tienen que ser alimentadas en muchas ocasiones por combustibles líquidos (y algunas hasta por carbón) precisamente porque no hay suficiente gas para hacerlo. Consecuencia de ello, de la necesidad de generar más electricidad, de la imposibilidad de conectar esa generación (que podría ser privada) con la red pública, lo mismo que la generación de energía que se genera por otras fuentes, como la eólica o la hidráulica, es lo que da como consecuencia que haya poca energía eléctrica para los requerimientos nacionales y mucho más cara que en otros países, desde las naciones centroamericanas hasta Estados Unidos o Canadá. En los hechos, con las reformas, desde el año próximo podríamos comenzar a tener ya más energía eléctrica y a un menor precio, lo que debería incidir también en los precios de los productos.
Sabemos también que con esas reformas habría inversiones de miles de millones de dólares en el sector, con beneficios directos e indirectos, incluyendo la generación de casi 500 mil empleos, mismos que se concentrarán en los puntos que tengan mayores posibilidades en el sector pero que generarán beneficios para prácticamente todo el país. Sabemos que no se venderá ni Pemex, ni la renta petrolera pasará a manos privadas, pero también sabemos que de poco sirve una plataforma petrolera que se ha reducido en prácticamente un millón de barriles diarios, si las reservas potenciales están bajo tierra, pero no en la superficie, sino en el fondo del mar.
Las plataformas para extraer ese crudo cuestan, literalmente miles de millones de dólares: ¿tiene sentido gastar en ellas o es mejor contratarlas y, si tienen éxito en la exploración y explotación, pagarles su parte?¿qué beneficio le puede traer al país no explotar, porque no estamos en condiciones de hacerlo, el crudo?. Hay quienes dicen, como en la propuesta del PRD, que entonces lo que se puede hacer es contratar esas empresas, pero sin el esquema de utilidad compartida. Sin embargo ¿es lógico pagar la renta por su equipos y tecnología a una empresa independientemente de sus resultados?¿no sería mucho más lógico, como propone la reforma gubernamental, pagar sólo si hay resultados y con base en ellos?
Yo no sé qué pensaría el general Cárdenas de la reforma, y la verdad creo que eso importa bastante poco, porque es imposible saberlo. Lo que sí deberíamos saber es que se está proponiendo un esquema de explotación energética similar al que tienen la enorme mayoría de los países del mundo (los demás son mucho más liberales y abiertos al capital privado que lo propuesto); deberíamos saber que es un esquema que efectivamente bajará los precios que pagamos por la energía; que generará inversiones, fuentes de trabajo y empleos mejor remunerados; que no se pone en riesgo en absoluto la soberanía y que puede traer beneficios para la gente. Lo demás, debería importarnos bastante poco: el espiritismo tiene poco que ver con la política y la economía.