Esperemos que ahora sí Josefina Vázquez Mota decida dar el paso que ha venido postergando durante el último año: regresar a la vida política y buscar la presidencia de su partido, un año y medio después de su derrota electoral en el 2012. Regresa y reaparece Josefina en una coyuntura que puede ser idónea: el PAN tiene que tomar decisiones de cara a las reformas fiscal, energética y política en un contexto en que se ha acusado a la dirigencia de Gustavo Madero de cobijarse demasiado bajo la protección de la administración Peña y en franca competencia y enfrentamiento con el corderismo (que no es lo mismo que el calderonismo, aunque muchos insistan en ello).
Esperemos que ahora sí Josefina Vázquez Mota decida dar el paso que ha venido postergando durante el último año: regresar a la vida política y buscar la presidencia de su partido, un año y medio después de su derrota electoral en el 2012. Regresa y reaparece Josefina en una coyuntura que puede ser idónea: el PAN tiene que tomar decisiones de cara a las reformas fiscal, energética y política en un contexto en que se ha acusado a la dirigencia de Gustavo Madero de cobijarse demasiado bajo la protección de la administración Peña y en franca competencia y enfrentamiento con el corderismo (que no es lo mismo que el calderonismo, aunque muchos insistan en ello).
Decíamos apenas ayer, que el PAN, ante la forma en que se han dado las cosas, ante la alianza tácita que se ha establecido entre el gobierno y el PRD para temas tan importantes como la reforma fiscal, debería tomar posición y que debería hacerlo atendiendo más a su ala programática que a la pragmática. Si el gobierno, vía acuerdos con el PRD, se inclina desde el centro hacia una visión de centro izquierda, el PAN tendrá que fortalecerse en una posición de centro derecha que se aleje de las tentaciones de la derecha dura. Y debe hacerlo conservando el perfil liberal (en sentido político y económico) que le permita convertirse en oposición e interlocutor de un gobierno federal que, en los hechos, comenzará a partir de enero prácticamente un nuevo sexenio.
En el documento que dio a conocer Josefina con un grupo importante de ex gobernadores panistas, hay puntos que son muy compartibles y otros discutibles. Lo relacionado con la reforma fiscal es lo más importante mientras que la exigencia de que se den a conocer las propuestas de leyes secundarias en el terreno energético al mismo tiempo que los cambios constitucionales planteados para el sector es lo más endeble: en ningún congreso del mundo se plantean reformas constitucionales poniendo al mismo tiempo sobre la mesa las leyes secundarias. Son dos momentos y dos espacios de negociación diferentes, comenzando por el hecho de que las primeras requieren mayoría calificada para ser aprobadas y las segundas mayorías simples. Tampoco me ha gustado la versión que Ernesto Ruffo, uno de los principales hombres que acompañan a Josefina, ha manejado de buscar a legisladores del PRD para aponerse a todas las reformas. No es eso lo que necesitamos, ni tampoco el papel que me imagino interpretando a Josefina en el escenario político nacional.
Pero su reaparición debe ser bienvenida. No parece ser Gustavo Madero el hombre idóneo para encabezar el PAN en esta coyuntura. Ernesto Cordero (a pesar de que es subestimado una y otra vez por algunos medios) fue un funcionario muy competente en lo suyo, con experiencia cierta de gobierno, sobre todo en el ámbito financiero, y en esta coyuntura la comparación de resultados económicos lo favorece. En el senado se manejó bien y se puede estar o no de acuerdo con sus posiciones pero siempre son sustentadas. Su capacidad de comunicación con la gente es su aspecto más endeble. Margarita Zavala, la integrante del PAN mejor calificada por la gente, no buscará la presidencia partidaria: su objetivo, si se terminan de alinear sus astros, estará en la búsqueda de una diputación en el 2015.
La otra figura que tiene el PAN es Josefina: es una mujer que tiene buena imagen, que tuvo un desempeño muy respetuoso en una campaña electoral donde muchas cosas le salieron mal y en la cual no tuvo todo el apoyo necesario y que tiene que definir un camino propio hacia el futuro después de participar en forma muy destacada durante doce años en administraciones panistas de las que terminó, por diferentes razones, alejada. Y su reconocimiento de los resultados la noche de las elecciones le dio unas credenciales democráticas envidiables.
No sé si al PAN le convenga lanzarse a un proceso interno, de elección directa de su dirigencia, que lo termine desgastando tanto como ocurrió con el nombramiento de su candidata para los comicios del 2012: cuando terminó ese proceso el desgaste de los mismos tres actores que aparecen ahora, Josefina, Cordero y Madero, era tan fuerte que no alcanzaron a recuperar el ritmo y la presencia en todo el resto de la campaña. Y el encono mutuo fue inocultable. Es verdad que para el PAN ha llegado la hora de medir las fuerzas internas, su verdadero peso y presencia, pero si ese proceso profundiza las diferencias y la ruptura virtual que vive hoy ese partido, probablemente nadie saldrá, al final, ganando. Repetir el proceso del 2012 podría ser suicida.
Por lo pronto, la noticia del regreso a la política real de Josefina Vázquez Mota debería ser una buena noticia para los suyos y para el resto del escenario político. Tiene un rol importante que jugar para el futuro.