El presupuesto federal aprobado la semana pasada no sólo es el mayor del que gozará la administración pública en toda la historia del país es, además, un presupuesto que salió con un amplio apoyo de casi todas las fuerzas partidarias y niveles de gobierno: el federal, los estatales, el capitalino, los legisladores, todos lo apoyaron y obtuvieron algo más que tajadas.
El presupuesto federal aprobado la semana pasada no sólo es el mayor del que gozará la administración pública en toda la historia del país es, además, un presupuesto que salió con un amplio apoyo de casi todas las fuerzas partidarias y niveles de gobierno: el federal, los estatales, el capitalino, los legisladores, todos lo apoyaron y obtuvieron algo más que tajadas.
Con las reformas fiscales aplicadas (ya regresaremos a ellas) el gobierno tendrá un 14 por ciento más de recursos para invertir y gastar, un aumento muy considerable, sobre todo tomando en cuenta que una de las mayores críticas que ha recibido la administración Peña fue no haber ejercido, o no haberlo hecho a tiempo, el gasto público durante este 2013. Una astringencia financiera a la que muchos analistas responsabilizan del magro crecimiento económico de este año, menor, incluso, que el logrado por Estados Unidos. Puede ser, lo cierto es que si ese gasto se aplicó, como dicen las autoridades, se hizo tarde y ya no fue posible recuperar la economía. Por eso mismo, se anunció desde la SHCP que los proyectos para el 2014 se estarán preparando y licitando desde ya con el objetivo de poder disparar ese gasto desde el primer día del año. Es una decisión sensata y será beneficiosa para la economía.
También se beneficiaron del presupuesto los gobiernos estatales que tendrán mayores recursos y mayores proyectos en qué aplicarlos. El gobierno del DF, no sólo regresa al ramo 33, el de gasto social, sino que también recibe un fondo de “capitalidad”, que le permite gozar de mayores recursos, con también un margen mayor para aplicarlos en una ciudad que, más allá de los debates sobre cómo reaccionar ante marchas, movilizaciones y bloqueos (un debate que urge realizar y donde se tiene que mostrar mayor responsabilidad con la ciudadanía de todas las instancias de gobierno involucradas), necesita crecer y contar con recursos suficientes para una operación cada día más compleja. Una ciudad que aporta un alto porcentaje del PIB nacional pero que también requiere ir adecuando su estructura de gobierno y la utilización del gasto a una realidad cambiante en la cual, por ejemplo, cada día parece quedar más claro que los delegados son su punto más débil. Por lo pronto, el gobierno de Miguel Mancera contará con más recursos que nunca antes para tratar de alcanzar sus objetivos: así tendrá que ser también evaluado.
Todo esto es importante, pero no es un secreto decir que será a todas luces insuficiente si el colofón de este proceso no es una reforma energética profunda que abra oportunidades de inversión en todo el sector, no sólo en el petróleo. Todo lo relacionado a gasto público, el fuerte incremento en los impuestos y en la recaudación, todo, será insuficiente para lograr un crecimiento amplio y sostenido sin esa reforma.
Suicidios e impuestos
Fernando Escalante continúa su debate con un servidor por el tema fiscal en las páginas de La Razón. Después de dos columnas completas dedicadas por Escalante al tema no me queda en absoluto claro qué es lo que propone en lo fiscal, más allá de defender la reciente reforma en la materia. Por mi parte, insisto en el punto que tanto le ha disgustado: debemos tener un sistema con un IVA generalizado y relativamente alto, con un ISR relativamente bajo e igual de generalizado, en un sistema que abarque a la totalidad de la población contribuyente, sencillo, fácil de aplicar, cobrar y pagar.
No le gusta a Escalante que use el ejemplo fiscal de Rusia, u otros países, y dice que esos no son nuestros competidores, sino Canadá o Estados Unidos. No es verdad: nosotros, competimos por proveer, entre otros, al mercado de Estados Unidos o Canadá. Esa es una de nuestras ventajas estratégicas: competimos con China, Brasil, Rusia o India, por aprovisionar ese mercado con la diferencia de que es nuestro vecino y tenemos con él un tratado comercial y otras ventajas comparativas. Debemos tener ventajas fiscales (y no sólo salariales, como ahora) para competir por ese y otros mercados y para ser más competitivos.
El principal desafío fiscal de nuestro país es que sólo el 18 por ciento de la población económicamente activa paga impuestos. Y eso no se soluciona aumentando los impuestos a los que están en la formalidad. Por supuesto que hay un sector de la población que tendría costos si, por ejemplo, se generaliza el pago de IVA y se puede entender (aquí mismo lo explicamos mucho antes que Escalante se ocupara del tema) que no se decida tomar esa medida por no pagar el costo social coyuntural, pero más temprano o más tarde se tenga que generalizar el IVA. No hacerlo es mantener un tabú similar a decir que no se puede tocar el petróleo.
No sé porqué, pero Escalante termina ligando los números económicos de Lituania, con el número de suicidios es ese país. Si es así mejor que no compare: las tasas de suicidios por habitante de los muy subdesarrollados Suecia y Japón son los más altos del mundo. Y no es por los impuestos.