A veces en torno a lo que sucede en Michoacán es difícil sorprenderse. Ahora resulta que representantes del cártel de los Templarios se reunieron con Jesús Reyna, el ahora secretario de gobierno de Michoacán; también se reunieron con senadores, según dice Luisa María Calderón. Nada menos que Leonel Godoy, el ex gobernador y ex senador, que dejó el estado en una situación calamitosa, reclama por la seguridad estatal aunque no ha dado siquiera explicaciones sobre los recursos utilizados, olvidemos por un momento la deuda contraída, en el terreno de la seguridad: según Causa en Común, de María Elena Morera, más de 300 millones de pesos de ese presupuesto, en el último año de su mandato, no se sabe en qué se aplicaron.
A veces en torno a lo que sucede en Michoacán es difícil sorprenderse. Ahora resulta que representantes del cártel de los Templarios se reunieron con Jesús Reyna, el ahora secretario de gobierno de Michoacán; también se reunieron con senadores, según dice Luisa María Calderón. Nada menos que Leonel Godoy, el ex gobernador y ex senador, que dejó el estado en una situación calamitosa, reclama por la seguridad estatal aunque no ha dado siquiera explicaciones sobre los recursos utilizados, olvidemos por un momento la deuda contraída, en el terreno de la seguridad: según Causa en Común, de María Elena Morera, más de 300 millones de pesos de ese presupuesto, en el último año de su mandato, no se sabe en qué se aplicaron. Obviamente, su hermano, Julio César Godoy, que fue diputado por algunas semanas, sigue prófugo. Mientras tanto, las autodefensas se fortalecen en por lo menos 20 municipios y en la frontera con Jalisco siguen apareciendo cuerpos en fosas comunes. Y buena parte de sus maestros no están en clases sino en paro o en el plantón de la ciudad de México. La verdad es que ya no se sabe a qué se puede llegar en Michoacán.
Las denuncias sobre las relaciones de Templarios con personajes del gobierno local e incluso su posible recepción en el senado, aunque el senador Omar Fayad dice que sólo recibieron a una delegación de empresarios de Apatzingan, confirma algo que ya sabíamos: primero, que los grupos criminales, y en particular los Templarios, tienen muy buenas relaciones políticas en la entidad. Ya lo sabíamos por el michoacanazo, que terminó sin prácticamente una sola condena por una serie de incomprensibles decisiones judiciales (tomadas en juzgados de Morelia). También por el tipo de proselitismo que realizan estos grupos: hace algunas semanas decíamos en este espacio que los Templarios se mueven en los hechos como una organización guerrillera, con una estructura legal que les da cobijo, con grupos armados, haciéndose fuertes en las zonas rurales para controlar desde allí las ciudades apostando muy fuerte en el terreno partidario. Y adoptando, en su caso, un discurso político-religioso que les ha ganado espacios.
También en lo social. Cuando Templarios y la Familia eran una sola organización montaron toda una red de centros de “rehabilitación de adictos” en el estado que les servía centro de reclutamiento y adiestramiento, al tiempo que el personaje que lo manejaba era, también, miembro de la comisión de derechos humanos local. Toda una trama que supera los magníficos guiones de la serie Breaking Bad (que muestra, por cierto y entre muchas otras cosas, como operan las redes michoacanas en Estados Unidos).
Las denuncias de las relaciones políticas de los Templarios no pueden ser ignoradas. Tampoco las de algunos grupos de autodefensa que aseguran que se defienden de ellos ante la complicidad de las autoridades. Es verdad que cuando se habla de las autodefensas hay de todo y debe sustentarse muy bien qué tipo de apoyos reciben y de quién. Pero no deja de ser muy significativo lo que decía uno de sus líderes, respecto a que era verdad que en el pasado habían recibido apoyo de los Templarios (cuando aún eran La Familia) para deshacerse del acoso de los Zetas, pero que ahora el que ejercían los Templarios era todavía peor. Eso es lo que explica el crecimiento constante de las autodefensas y el grado de enfrentamientos que se está dando con los Templarios en por lo menos 20 municipios de la entidad.
Lo que resulta insólito es que no haya pronunciamientos del gobierno local ante nada de esto. ¿Qué piensan, qué van a hacer, cuál es su estrategia ante lo que ocurre?. En los hechos las autoridades locales parece que no ejercen como tales en estos y otros temas. No hablemos de la seguridad porque en todos esos territorios las policías estatales simplemente brillan por su ausencia, y cuando aparecen en el ámbito municipal la gente dice que están coludidas con alguno de los grupos criminales.
Decía hace unos días el procurador Jesús Murillo Karam que se estaban recuperando territorios en Michoacán. Puede ser, y hay acciones como la toma de Lázaro Cárdenas y de Apatzingán, muy loables, pero la percepción que se tiene dentro y fuera del estado es otra: es la de un vacío político que apenas si se logra llenar con la presencia de militares y policías federales, mientras en las autoridades locales hay un silencio casi absoluto, incluso cuando las denuncias los involucran directamente. Michoacán es el eslabón más débil de la gobernabilidad en el país. Y esa debilidad no se solventará con silencio y vacíos, porque como estamos viendo, por ejemplo con las autodefensas, en la vida política y social todo vacío siempre es ocupado por alguien.