Seguridad y política social, dos brazos
Columna JFM

Seguridad y política social, dos brazos

Sin un mejoramiento de la calidad de vida, sin atemperar la pobreza y la miseria que marcan a muchas zonas de Michoacán, los operativos de seguridad desplegados estarán condenados al fracaso. Como en otras regiones del país asoladas por el crimen, la enorme mayoría de las víctimas y victimarios de la violencia que lastima a Michoacán son jóvenes de entre 15 y 25 años, sin trabajo, sin escuela, sin opciones.

Ayer hubo nuevamente detenidos en Tierra Caliente, operadores de Los Templarios fueron detenidos y algunas de sus principales redes están siendo desarticuladas. Es una buena noticia, pero lo más importante ayer fue que se institucionalizó, en la estrategia aplicada en el estado y particularmente en Tierra Caliente, el otro brazo de la misma, el de una política social que involucra a casi toda la estructura del gobierno federal, bajo control de la Sedesol, con la aplicación del propio comisionado Alfredo Castillo y la supervisión del secretario de Gobernación. Sólo la inversión de Sedesol en este programa será superior a los tres mil millones de pesos, y el programa michoacano incluye prácticamente todo, desde la instalación de comedores comunitarios hasta apoyos alimenticios directos, con una fuerte presencia de Liconsa, en ámbitos urbanos y rurales, y desde la construcción y operación de centros de salud hasta una revisión de los esquemas escolares, en un estado con más de 200 mil analfabetas y con 30% de rezago educativo.

 

Este plan se aplicará en 30 municipios y fue presentado ayer en Apatzingán, y para su implementación participarán desde brigadas comunitarias hasta elementos de las Fuerzas Armadas. Pero quizás lo más trascendente no es el plan social en sí mismo sino la convicción de que es un capítulo tan importante como la seguridad en sí misma para tener éxito en la recuperación del estado.

El presidente Peña decía ayer en Davos que el futuro de las organizaciones de autodefensa, si así lo desean, pasará por su incorporación a las áreas de seguridad local, enmarcadas en la reconstrucción de policías y procuradurías que estaban en una situación crítica a nivel local. Es verdad, esa es la salida para los grupos o personas que individualmente quieran superar el esquema de las autodefensas. Pero de la misma forma que ese tránsito se dará gradualmente, en la misma medida en que las autoridades recuperan el control y la seguridad, si no existen opciones sociales, que van desde la escuela y la comida hasta el trabajo y los servicios elementales, el crimen seguirá siendo una opción aceptable para muchos jóvenes.

Hay muchas cosas positivas en la estrategia social cuyo lanzamiento nos tocó presenciar ayer en Apatzingán, pero la que me parece central, y que permea la política sectorial, es la recuperación de la comunidad y el trabajo territorial como base de la misma. Solidaridad en su momento tuvo defectos, pero también enormes méritos y el mayor fue haber involucrado a las comunidades y sobre todo a las mujeres en su instrumentación. Los apoyos sociales individuales son importantes, pero mucho más lo es que una comunidad completa participe, por ejemplo, que en los comedores comunitarios se pueda reunir la gente, que colabore en cocinar, limpiar, distribuir los alimentos, que se pongan de acuerdo sobre cuándo recoger la leche en polvo de Liconsa o cómo cuidar a los hijos. Ahí está el secreto de la política social y por ese camino se tiene que avanzar para recuperar lo que más se ha perdido en estos años: la cohesión y el tejido social rasgado en estas regiones, un espacio que aprovechó y sobre el que crecieron grupos como La Familia y Los Templarios.

Algunos puntos adicionales de la visita a Michoacán. Uno, los cambios perceptibles. El centro de Apatzingán era, hace dos semanas, una zona muerta. Negocios cerrados, gente asustada, autoridades lejanas. Era la capital de Los Templarios. Ayer, había vida, comercios, gente en la calle y la expectativa de que las cosas pueden cambiar. Puede ser forma o efecto de las últimas decisiones políticas o del simple interés por la presentación de una estrategia que sin duda los beneficiará. Pero la gente regresó a sus calles.

Dos. La coordinación de dependencias en lo social, pero también en seguridad es evidente, lo mismo que la coordinación en torno a Castillo. Tres, asombra la cantidad de proyectos, programas y propuestas que estaban postergados, algunos desde hace años, y que ahora la gente y organizaciones sociales se vuelven a presentar a las autoridades, particularmente al comisionado.

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