26-04-2014 Nadie es irremplazable para una organización, pero no todos son iguales. La caída de El Chapo Guzmán es un golpe formidable para la estructura del cártel de Sinaloa en términos operativos, de dirección y también de imagen: la percepción de poderío e invunerabilidad que había construido el Chapo se cae con su detención y será casi imposible que surja un sucesor con las mismas características, con la mitología que envolvía a la figura de El Chapo.
Se habla como sucesor, de Ismael el Mayo Zambada. Sin duda puede serlo, sobre todo en términos inmediatos: el Mayo y el Chapo han trabajado juntos desde siempre, han mantenido una relación que no se deterioró ni siquiera en los años en que Guzmán estuvo en prisión y sería su sucesor natural, por lo menos para mantener en orden las estructuras actuales mientras se decide una sucesión de fondo, si es que puede haberla.
Pero Zambada es un hombre que ha sido tan perseguido como el Chapo y que se mueve en sus mismos terrenos. Es un hombre también golpeado: están detenidos sus dos hijos que serían sus sucesores, y del Vicentillo se dice que ha logrado un acuerdo con la justicia estadounidense; su hermano y quien fue su principal operador, Vicente, también está detenido. El 17 de febrero, cuando el Chapo escapó por las alcantarillas de Culiacán, esperaba una reunión con Zambada y en el operativo fue detenido su jefe de seguridad. En síntesis, Zambada es un hombre que si se concentra en la operación del cártel puede ser detenido en cualquier momento.
La otra gran figura de esta organización, de quien no se sabe nada desde hace años (“debe andar en Guadalajara” dijo el Chapo en el vuelo que lo traía de Mazatlán al DF) es Juan José El Azul Esparragoza. Hace años escribimos que si alguien podría ser un símil en México del famoso personaje de El Padrino, ese era El Azul. Es sin duda, el narcotraficante en activo con mayor experiencia y antigüedad. Ha tenido varios momentos culminantes: en 1989, después de la caída de Miguel Angel Félix Gallardo, fue el que convocó a todos los grupos que habían quedado balcanizados y quien en una reunión realizada en Acapulco, logró que se llegara a un acuerdo de distribución de territorios, que se rompió, cuando los Arellano Félix (que entonces eran simples operadores) arrebataron la plaza de Tijuana y comenzó el enfrentamiento precisamente con los de Sinaloa.
Años después, cuando ocurre la muerte de Amado Carrillo, en 1997, el Azul es la figura clave para la reconfiguración del cártel y evitar rupturas mayores (recordemos que Amado Carrillo fue muerto por los doctores que lo atendían en una operación, muerte ordenada por integrantes de su propio cártel, esperando acelerar la sucesión). Lo logró por un tiempo, pero luego la dinámica de los hechos lo superaron. Fugado de prisión El Chapo, asociado como siempre con Zambada, pronto se rompió el equilibrio interno entre la gente de Vicente Carrillo, hermano de Amado, pero con un poder mucho menor al fallecido, que encabezaba la plaza de Juárez y los Beltrán Leyva, que habían sido operadores y sicarios de El Chapo pero que querían mayores y mejores posiciones. Sinaloa rompe con los Beltrán y con Juárez y comienza la guerra que hemos vivido en los últimos 10 años.
¿Dónde quedó el Azul Esparragoza? Poco se sabe de él, sin duda fue aliado del Chapo y Zambada. Algunos dicen que está relativamente retirado, otros que maneja las grandes redes de la organización en distintos países. Una cosa es segura: es un hombre que no se ha involucrado en los aspectos cotidianos de la guerra entre bandas que se ha dado en el país. Zambada podrá ser el sucesor, pero Esparragoza es El Padrino. Lo otro que puede ocurrir es que la organización agudice la horizontalidad que ahora tiene, que cada una de las partes que operan con fuerte autonomía siga haciéndolo sin los lazos y compromisos hasta ahora adquiridos, dentro y fuera del país. Hay cuatro áreas centrales: una son las relaciones con los grupos colombianos para el envío de cocaína a México.
La otra los contactos en Asia, en China, Malasia, Filipinas, entre otros países, para hacer llegar a México los precursores para la fabricación de drogas sintéticas (popsiblemnete el negocio más importante que tiene hoy el cártel de Sinaloa). El tercer eje es el control de las rutas para hacer llegar tanto las drogas sintéticas como la cocaína al mercado estadounidense. Y el cuarto es el propio mercado de la Unión Americana, en dos sentidos, las redes para la distribución de la droga y las que se tienen que haber creado para el lavado de dinero en ese país, incluyendo el que se envía a México y el que se utiliza para pagar a los proveedores en terceros países.
Todas esas áreas, aunque estén interrelacionadas, tienen personajes, poco conocidos, encargados de las mismas, y en cada una de ellas puede haber, sería lo lógico, más de un jefe que puede pensar en ser el sucesor de El Chapo o en independizarse.
Jorge Fernández Menéndez