29-04-2014 Pocas historias han sido tan oscuras, han navegado entre los capítulos más sucios del poder y los negocios, han generado tanta violencia, directa e indirecta, y se han beneficiado tanto de actos de corrupción y vacíos legales que la del llamado rey de los casinos, Juan José Rojas Cardona.
Un personaje que es prófugo de la justicia estadounidense, que comenzó como un estafador de poca monta y que se hizo de una fortuna defraudando a sus ex empleadores y socios; que llegó no sólo a financiar campañas políticas en México, sino también a aportar para la de Barack Obama (aunque enterados de la fama del personaje, el comité del partido demócrata habría regresado los 200 mil dólares que, según el New York Times, aportaron los hermanos Rojas Cardona para la reelección del actual mandatario).
Luego de dos décadas de protección, complicidades y amenazas, esta semana la secretaría de Gobernación ha decidido acabar con ese núcleo de poder que operaba en torno a Rojas Cardona, y del evidente descontrol existente en torno al negocio de los casinos que ni siquiera se pudieron poner en orden después de tragedias como el incendio del Casino Royale. Lo cierto es que en estos días alrededor de 45 casinos han sido clausurados por la Secretaría de Gobernación y se ha informado que todos los que funcionen de forma ilegal correrán la misma suerte. Por lo pronto, el centro de la acción está destina a cerrar los casinos que operaba, vía amparos y actos de corrupción, el grupo de Rojas Cardona. Entre ellos han sido cerrados el Palmas Miravalle y Palmas Cumbres de Monterrey, así como otro ubicado en Cancún. En Morelos fue cerrado el casino Kash, y en Puebla otro de la misma cadena.
Rojas Cardona operaba los casinos mediante un amparo que le había ganado a la autoridad federal desde el 2005, pese a que no cumplía con los requisitos legales para operar esos negocios. Ese amparo le permitió operar 26 casinos en todo el país y decía que contaba con permisos para 50.
Si bien su carrera en el sector es anterior, fue durante el gobierno de Vicente Fox que consolidó todas estas esferas de poder, involucrándose profundamente en las áreas de Gobernación relacionadas con los permisos para casas de juego y utilizando en su favor procuradurías locales y en ocasiones jueces, pero también estableciendo su propia base de operación política.
Tuvo relación con políticos de todo tipo, panistas, priistas y perredistas y en el 2006 y 2012 apoyó económicamente todas las campañas. Uno de ellos fue el actual candidato a la presidencia del PAN, Gustavo Madero, con quien estableció contacto a través de los sectores hegemónicos en el panismo de Nuevo León (también en Tamaulipas y en buena parte de Coahuila), representado por el controvertido ex alcalde, y hoy diputado, Fernando Larrazábal. Fue éste quien conectó a Rojas Cardona con Madero, con su hermano y con el coordinador de los diputados José Luis Villareal.
Un personaje es clave en todo ese proceso es un operador interno de mucho peso en el panismo, José Serrano, representante también de distintos artistas. Todos ellos habían sido cercanos a otro controvertido ex presidente municipal de Monterrey, Adalberto Madero, apodado Maderito y quien decía tener una lejana relación familiar con don Gustavo. A ese grupo pertenece también el coordinador de los senadores panistas, Jorge Luis Preciado. En muy buena medida por ese tipo de relaciones casi todos ellos: Larrázabal, Maderito, Preciado, en algún momento fueron separados e incluso expulsados del PAN y regresaron al partido, perdonados vía recursos y relaciones.
Todos también tienen relación, directa o indirecta, con la industria del entretenimiento y el juego. Y ese era, es aún, el poder de Rojas Cardona: relación con dirigencias partidarias, con el coordinador de diputados del PAN, con el de sus senadores, con alcaldes y candidatos, en Nuevo león pero también en el estado de México, en Tamaulipas, en Coahuila, en Michoacán. Pero todo eso se puede desmoronar con la decisión de acabar con ese imperio. Lo que debería ser, también, algo más que una advertencia política para los involucrados con ese personaje.
Asuntos pendientes
Interesante el desplegado con las diez preguntas que hace Alfonso Cuarón al presidente Peña en torno a la reforma energética. En realidad, si el gobierno federal quiere defender sus posiciones en el tema, no tendría que tener dificultad alguna en contestarlas. En el tema, el director de Gravedad está muy equivocado, pero deben ser quienes impulsan la reforma los que se lo demuestren, al artista y a la opinión pública.
Otro tema: una sincera felicitación para Ignacio Morales Lechuga por la Orden de la Legión de Honor que recibió del gobierno francés. Pocos, sin protagonismo, hicieron tanto por la recomposición de las relaciones México-Francia como el ex procurador, cuyo record, por cierto, en decomisos de drogas, aún ninguno de sus sucesores ha alcanzado.
Jorge Fernández Menéndez