Peña Nieto y las mieles de la política
Columna JFM

Peña Nieto y las mieles de la política

03-08-2014 En las últimas horas del proceso de aprobación de la reforma energética se han puesto de manifiesto varios de sus beneficios, no sólo en ese ámbito sino también en otros, como son los sistemas de pensiones y la obligación de manejar los excedentes de los fondos petroleros en los estados para amortizar las deudas asumidas por las entidades federativas.

Y es que el tema de las pensiones y el de la deuda, sobre todo de varios estados, son dos de los más importantes que deben asumirse en el futuro por la economía mexicana. Las pensiones en general, pero las de todo el sector público, federal y estatal en particular, son un bomba de tiempo que tarde o temprano estallará si no se adoptan, como ahora, medidas para lograr un mayor control. Lo que se está haciendo vía la reforma energética es parte de un camino correcto.

El de la deuda de los estados es otro desafío que puede hacer eclosión en cualquier momento: simplemente lo ocurrido, por ejemplo, con las regiones autonómicas españolas en el comienzo de la crisis en ese país, demuestra lo vulnerable que puede ser ese aspecto si se llegan a debilitar las finanzas federales. También en ese terreno, lo que se está haciendo con la reforma energética parece ser positivo.

No creo que el gobierno federal tenga tiempo, antes de las elecciones del 2015, para abordar el tema de las pensiones, tampoco podrá establecer medidas de control más férreo en las deudas estatales que lo que ha hecho ahora. Pero en ambos aspectos se han dado pasos importantes. En todo caso para lo que viene la agenda tendrá que ser, como hemos insistido en muchas oportunidades, netamente política. La gente no termina de aquilatar la magnitud de las reformas logradas por la sencilla razón de que aún no tienen efectos concretos ni en sus vidas ni en sus bolsillos y difícilmente lo tendrá antes de los próximos comicios de medio término.

Decía el actor y presentador Bill Cosby que no sabía cuál era la clave del éxito, pero que la clave del fracaso era intentar agradar a todo mundo. Para sacar adelante esas reformas se sacrificó mucho tanto en imagen como en lo político y en la gestión social. Eso se refleja en encuestas y percepciones. 

Tampoco la administración Peña tiene demasiado tiempo para revertir esa situación. Comenzado el 2015 el país entrará de lleno en la lucha electoral, con las presiones y movimientos que ello siempre genera. Por eso estos meses que quedan del 2014 son fundamentales para el gobierno federal para “vender” las reformas, para sacudirse el argumento, que en ocasiones suena a coartada de muchos funcionarios e incluso gobernadores, de que no se pueden hacer muchas cosas para no romper los acuerdos legislativos. Ese periodo se terminará de cerrar en los próximos días y deberá ser la administración federal la que marque la pauta para los meses futuros.

El primero de septiembre pasado el presidente Peña dijo que había un plazo de 120 días para cambiar a México. Hablando del ciclo de reformas ese plazo se amplió a casi 360 días, fue más complejo, más difícil y con mayores resistencias de lo esperado: la apertura temporal se dio para reducir tensiones y en ese sentido tuvo éxito. Pero ese tiempo es el que perdió la administración federal en el terreno político. 

En los hechos, por la forma en que se ha alargado todo el proceso, el presidente Peña tiene la oportunidad y la necesidad de iniciar el primero de septiembre, con su segundo informe, no sólo una nueva etapa, sino también una nueva forma de ejercer el poder y buscar resultados, modificando la forma y el fondo de distintas políticas y probablemente, más temprano que tarde, también con cambios en un equipo donde hay demasiados personajes que, lisa y llanamente, no aparecen y otros que se han escudado en el “impedimento” que les planteaban las reformas para no hacerlo. En realidad, en un gabinete legal y ampliado nadie puede argumentar, por la razón que sea, que no puede o no quiere hacer política. Y ésta no sólo se realiza en el ámbito público, sino también en el privado y son muchos los que simplemente han renunciado a ella. Y algo similar se percibe en el PRI y en muchos legisladores del tricolor.

Eso es parte de lo que tendría que cambiar en los próximos días. La administración Peña, su entorno político, administrativo, partidario y legislativo, ya ha mostrado una notable disciplina en pos de los objetivos por ellos mismos determinados. Pero la disciplina no alcanza: hay que recordar, con Shakespeare, que “no es digno de saborear la miel aquel quien se aleja de la colmena por miedo a las picaduras de las abejas”. Y para la administración Peña ha llegado la hora de meterse de lleno en la colmena, con todos los riesgos que ello implica, si quiere disfrutar las mieles de la política.

 

Jorge Fernández Menéndez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *