Inclusión, prosperidad, paz
Columna JFM

Inclusión, prosperidad, paz

3-09-2014 El mensaje del presidente Peña Nieto, con motivo de su segundo informe de gobierno, cumplió a cabalidad el objetivo que se proponía: relanzar su administración, establecer con claridad los objetivos de la nueva etapa que se abre después del ciclo de reformas estructurales y políticas aprobadas en los últimos 21 meses. En ese sentido es un mensaje irreprochable.

Si hubiera que definir las líneas de trabajo que plantea el presidente en su mensaje habría que remitirse a tres palabras: inclusión, prosperidad y paz, fáciles de escribir y decir, difíciles de alcanzar. La inclusión va más allá de la social, es también, y destacadamente, política: el presidente Peña no dejó de señalar una y otra vez, a los partidos, al Congreso, a la Corte y a otros actores sociales y políticos (incluso en algunos temas a anteriores administraciones) como parte de un proyecto global.

Es una decisión inteligente pero, por sobre todas las cosas, es una forma de contraponerse al ambiente de confrontación que existió en las últimas administraciones, sobre todo con el congreso y con otras fuerzas políticas, en forma manifiesta con el PRD y la izquierda. Es simbólico, pero la política se articula en torno a símbolos, y ver a un presidente como Peña, flanqueado por dos dirigentes perredistas (más suelto Silvano Aureoles, más tenso Miguel Barbosa, presidentes de ambas cámaras), anunciar obras conjuntas con el jefe de gobierno capitalino (el tema del salario mínimo y el aeropuerto ser capitalizados por Mancera), o tener sentados en primera fila a los dirigentes de los partidos, no son símbolos menores. La operación política del gobierno gira en torno a la inclusión y, por lo menos hasta ahora, la misma ha sido exitosa.

La prosperidad y la paz son más complejas. Quizás en términos de prosperidad futura los del nuevo aeropuerto, la principal obra de infraestructura planteada para este sexenio, y el cambio de Oportunidades por Prospera, son temas centrales y que escenifican lo que se busca. El aeropuerto, lo decíamos ayer, es una obra enorme, pero también es un símbolo político (que se relaciona, también, con la inclusión): se hará casi en el mismo lugar donde se planteó y fracasó hace trece años, pero ahora con un terreno social, económico y político, ya acordado, diametralmente diferente al de entonces y con un proyecto ya terminado, listo para echarse a andar. 

La transformación de Prospera por Oportunidades debe ser algo más que un cambio de nombre. Como está planteado, Prospera es un programa social que mantiene todos los estímulos y apoyos de Oportunidades pero que buscará incorporar la política social con la productividad y la educación. Siempre se habla de la dicotomía de regalar pescado o enseñar a pescar: y entre esos extremos ha oscilado nuestra política social. Ahora lo que se intentará será integrar los extremos: que haya pescado y que se enseñe a pescar. En ese sentido es un programa muy ambicioso, con una gama muy amplia de compromisos. Pero como no se hacía desde Solidaridad, es muy lógico que todas esas políticas puedan englobarse bajo un mismo programa y concepto.

Se incorpora también en este capítulo, el de la prosperidad, todo lo referente a las reformas estructurales pero sobre todo la energética. En ningún otro tema el presidente fue tan enfático y tampoco en algún otro planteó expectativas tan altas como en el futuro de la energía. Sin duda, y así debe ser, es la principal apuesta sexenal y es la que si se logra que esté ausente de corrupción y burocratismo, será la carta más promisoria para el futuro del país.

Con todo lo positivo, en estos temas, quizás faltó más énfasis en capítulos de la economía ciudadana: los precios de los servicios, el tema fiscal, el de los salarios no estuvieron ausentes, pero podrían haber tenido mayores espacios y precisiones.

La paz va de la mano con la seguridad. Sin duda hay avances: ha disminuido el número de asesinatos y ajustes de cuentas, también el de robo y extorsiones, aparentemente el de secuestros (existen diferencias entre los números oficiales y de algunas ONGs), sobre todo en algunas plazas, pero, más allá de eso, se está avanzando en dos temas capitales: la creación de instituciones de seguridad, sobre todo en los estados, y en el proceso de unificación de policías en torno al mando único, un proceso que se deberá fortalecer para consolidar, como lo reconoció el propio presidente, las tendencias existentes hasta ahora.

Tres propósitos, tres objetivos, la inclusión, la prosperidad y la paz, cuyos frutos reales, si se alcanzan, se recogerán globalmente incluso pasado este sexenio y que constituyen una agenda posible, viable y deseable. Una agenda que tiene que pasar, también, necesariamente, por la vida cotidiana: la inclusión, la prosperidad, la paz de la gente en su día a día, en su casa, con su familia, en su comunidad, en su escuela y su trabajo.

 

Jorge Fernández Menéndez

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