Ruiz Massieu – Kissinger: un puente de 20 años
Columna JFM

Ruiz Massieu – Kissinger: un puente de 20 años

20-09-2014 Pocos políticos he conocido más brillantes que José Francisco Ruiz Massieu. Ayer y hasta el día de hoy, me siguen sorprendiendo los políticos que a su capacidad de operación y su eficiencia logran unir una formación teórica sólida, en muchos ámbitos. Ruiz Massieu era uno de esos personajes con los que se podía hablar de casi todo y siempre lo importante era interesante.

 

Tenía, como todos, defectos y cualidades pero estoy convencido, lo escribí hace 20 años y lo creo hoy, que difícilmente México hubiera sufrido de la misma forma la crisis y los desencuentros que vivió a partir de diciembre del 94, si Ruiz Massieu no hubiera sido asesinado.

No sé si, como le contaba Heriberto Galindo ayer a mi compañero Andrés Becerril, de no haberse producido el atentado del 28 de septiembre, unas semanas después José Francisco hubiera sido secretario de Gobernación. No era fácil descifrar a un futuro presidente como Zedillo. De lo que estoy seguro es de que hubiera tratado de impedir, por sus formas y talento, que se dinamitaran, como ocurrió, los puentes políticos que unían a toda una generación de priistas, que terminó rota y dividida.

Conocí a Ruiz Massieu mucho antes de esa trágica mañana de septiembre. Era gobernador de Guerrero, debía ser 1989, y me abrió las puertas a una entrevista con su jefe, Juan Carlos Hinojosa, uno de sus hombres de confianza y un buen amigo, ayer y hoy. Entrevisté muchas veces a Ruiz Massieu y muchas otras lo busqué para analizar, on y off the records, la realidad del país. Casi siempre platicábamos en su magnífica biblioteca o en ocasiones le gustaba hablar mientras conducía su automóvil. Era un buen político y mejor operador, él mismo decía que era un gran amigo pero que podía ser un magnífico enemigo.

Supo ser de los que le dieron una narrativa particular a todo el proceso del salinismo que quería que trascendiera en el tiempo. Supo, con el asesinato de Colosio, que el escenario había cambiado y trató de ser un puente entre el sexenio que terminaba y el que comenzaba, entre Salinas y Zedillo. El puente fue dinamitado aquella mañana y nunca se pudo volver a construir. El costo para el país fue altísimo y tuvo su punto culminante en una suerte de segundo asesinato de José Francisco: la investigación terrible, incalificable que encabezó Pablo Chapa Bezanilla. Me da profundo gusto ver que Claudia, la hija de José Francisco, esté teniendo un desempeño tan digno en la actual administración. Me imagino que José Francisco estaría orgulloso.

Los puentes personales difícilmente se reconstruyen, pero los políticos, sí logran volver a elevarse. Pocas veces hemos escuchado un discurso tan entusiasta sobre México y sobre las perspectivas de la región de América del Norte, como el que el pasado 23 de septiembre hizo Henry Kissinger en la presentación del presidente Enrique Peña Nieto, cuando le fue otorgado un reconocimiento como estadista mundial.

 El ex secretario de estado con Nixon y Ford ha sido figura clave en la política internacional por décadas: su logro más importante fue poder, en forma simultánea, colocar los cimientos para acabar con la guerra de Vietnam y al mismo tiempo, abrir las relaciones de Estados Unidos, y Occidente, con China: un paso diplomático que cambió el mundo. 

Pues bien, Kissinger al presentar a Peña hizo una precisa descripción de la relación con México, recordó que ha tratado con ocho presidentes mexicanos, desde Díaz Ordaz a Peña Nieto y destacó cómo ha ido cambiando nuestro país a lo largo de todos esos años. Para Kissinger, la única zona del mundo que se ha librado de conflictos graves, que ha logrado mantener su competitividad económica y una estabilidad y paz ciertas es América del Norte. En ese contexto colocó la importancia fundamental del Tratado de Libre Comercio, como piedra angular de todo el proceso y ante la coyuntura que vivimos llamó no sólo a ampliar y darle una base mucho más amplia a esos acuerdos económicos y comerciales, sino también invitó a los Estados Unidos a tomar ejemplo de México: destacó cómo en una época difícil, de cambios, de necesidad de modificaciones profundas, México logró cambios, sobre todo en el terreno energético (que dijo que marcaron siempre una limitación para todos los anteriores gobiernos mexicanos) arriesgados y políticamente complejos que los Estados Unidos no han podido o querido lograr.

Kissinger siegue siendo un hombre de enorme influencia en Estados Unidos, no sólo entre los republicanos, sino también en las alas demócratas moderadas, como la que encabeza Hillary Clinton. La apuesta debe ir en la dirección que Kissinger propone: profundizar una relación trilateral en América del Norte que fortalezca la región como la más liberal, la más sólida y competitiva de las regiones del mundo, con gobiernos democráticos y sistemas abiertos para las mercancías y las personas. La idea que primaba hace 20 años cuando los puentes fueron dinamitados.

Jorge Fernández Menéndez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *