21-10-2014 En plena crisis política y humanitaria en Guerrero, una de las voces que más se ha extrañado ha sido la de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, no hablemos ya de la comisión estatal que fue una de las primeras en pregonar que los jóvenes, en realidad, no habían sido detenidos sino que se habían escondido en casas de Iguala. Como en otros casos en los últimos tiempos, la CNDH pareciera que ha graduado su accionar a los momentos políticos, sobre todo el de su sucesión interna.
Más allá de campañas con origen muy evidente (lo importante no es dónde vive un funcionario sino cómo realiza su labor), lo cierto es que el actual presidente de la Comisión, Raúl Plascencia, no ha estado a la altura de lo que se espera de la CNDH. En parte puede ser por insuficiencias personales o por manejos políticos desacertados, en parte porque el diseño de la Comisión parece haber sido rebasado por el tiempo y los espacios de operación, pero lo cierto es que, en muchos casos, esa institución clave no ha encontrado su cauce y ha ido perdiendo protagonismo en un momento, en unos años, donde, paradójicamente, el tema de los derechos humanos se ha vuelto más significativo que nunca.
Lo cierto es que esa pérdida de protagonismo se ha ido acentuando con el paso de los años y hoy estamos muy lejos del peso que llegó a tener la comisión en los tiempos de Jorge Carpizo o Jorge Madrazo. También es verdad que, desde entonces, la situación del país ha cambiado, también el juego y los equilibrios políticos, mientras se ha deteriorado en forma constante la seguridad pública, y los derechos humanos han sufrido ese deterioro generalizado.
A pesar de su estructura, de su personal, en muchas ocasiones muy bien calificado, de las bondades de su misión, es evidente que la CNDH no sólo necesita renovar sus autoridades, lo que ocurrirá en los próximos días, sino que también de la mano con esa renovación debe cambiar la concepción, el enfoque desde el cual se trabaja y hasta su relación con las distintas autoridades, incluyendo la búsqueda de mecanismos que le permitan tener mayor relación, coordinación e involucramiento en la labor de las comisiones estatales. Guerrero es un magnífico ejemplo de cómo hoy los mecanismos tradicionales en derechos humanos han quedado tan rebasados como las autoridades en el sector.
No me cabe duda que Raúl Plascencia no se podrá reelegir en la presidencia de la CNDH. Por lo menos hoy no alcanza a tener los respaldos mínimos para hacerlo, ni a nivel partidario ni tampoco entre las instituciones o ONG’s involucradas en el tema. El problema es cómo reemplazarlo, por quién y no caer en lo que ha sucedido en la propia CNDH o en comisiones locales tan importantes como la del Distrito Federal, donde, para lograr acuerdos partidarios lo que se obtiene son designaciones de compromiso, con personajes que no siempre tienen el nivel que se esperaría de ellos.
Nombres para llegar a la CNDH hay muchos, con diferentes perfiles. Uno de los principales aspirantes es el abogado general de la UNAM, Luis Raúl González Pérez (al que Plascencia trató de dejar fuera a través de un conflicto absurdo con la UNAM), ex fiscal especial del caso Colosio y del equipo que trabajó desde inicio de la Comisión con Jorge Carpizo y Jorge Madrazo. Otro hombre con amplios acuerdos en torno suyo es Mauricio Farah, especialista en derechos humanos, en migración, con amplia experiencia en la propia Comisión y hoy secretario general de la cámara de diputados, una posición clave para tener interlocución directa con todas las fuerzas políticas. Son, Mauricio Farah y González Pérez, personajes que tienen una historia que los involucra con la propia Comisión y que concitan amplios acuerdos externos.
Pero por supuesto hay otros. Uno de ellos es Emilio Alvarez Icaza, hoy en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que tuvo un notable desempeño en la comisión del DF pero que quizás pueda parecer demasiado independiente para muchos grupos políticos. Otro ex presidente de la comisión capitalina, que tuvo también un gran trabajo, es Luis de la Barreda. Desde otro ámbito, Ricardo Bucio presidente de la Comisión para Prevenir la Discriminación, podría ser un buen aspirante. Y seguramente hay muchos más. Lo que no debería ocurrir es que hubiera un presidente de la CNDH a modo, o con un perfil bajo que no le permita tener el protagonismo que la Comisión hoy requiere. ¿Quiénes tienen hoy más opciones?. Visto desde aquí, Farah y González Pérez, en ese orden.
Desaparición de poderes
Hoy la comisión de gobernación del senado analizará la propuesta de desaparición de poderes en Guerrero. Será difícil que salga adelante pero pondrá el tema en un nivel de debate mayor y constituye una presión más para que el gobernador Angel Aguirre decida solicitar licencia, una opción que muchos actores esperaban se pudiera dar antes de que comience ese debate en la cámara alta.
Jorge Fernández Menéndez