Peña y Mancera: paralelos y divergentes
Columna JFM

Peña y Mancera: paralelos y divergentes

1-12-2014 A dos años del inicio de su administración, veo al presidente Peña relativamente solo. Acompañado de un equipo muy pequeño, que él tampoco ha decidido abrir, en una coyuntura difícil, compleja en la que requiere respaldo y apoyo, no necesariamente coincidiendo o simpatizando con su gestión, pero sí con varios objetivos nacionales, sobre todo en seguridad y economía cotidianas, que no se resolverán con simples decisiones partidarias o del propio ejecutivo.

 

Lo veo solo porque no veo a muchos de sus secretarios y operadores saliendo en su respaldo, no hablemos de su partido que parece ausente en el debate nacional (y cuando participa, como ocurrió el sábado con las declaraciones de su presidente nacional, no le hacen favor alguno), no veo que se haya construido una narrativa mediática que le permita a la gente saber hacia dónde vamos, tampoco una estrategia para atacar parte de las carencias cotidianas que está sufriendo.

El presidente Peña en estos dos años cerró un magnífico ciclo de reformas estructurales que ahora habrá que implementar y esperar que den resultados. Ninguno será inmediato. Como mínimo, hacia el final de su administración estaremos viendo los primeros resultados concretos, para la gente, de sus reformas. Pero después de las reformas, vinieron las dos meses negros de Iguala y fue cuando la ausencia de ese acompañamiento que no se requería en los momentos de éxito, se hizo notable ante la crisis.

Presentó el presidente el jueves una agenda de seguridad y justicia, acompañada de un programa para los estados del suroeste que debe ser respaldado, que incluye iniciativas buenas e importantes. Y estoy convencido de que si esas medidas son aprobadas y se implementan, darán resultados. Pero ese no es hoy su principal problema: el desafío, hoy, es la economía. 

La gente no tiene dinero, no le alcanza, a quienes pagan impuestos el fisco lo está ahorcando porque la economía no crece pero sus obligaciones sí, las clases medias están en el límite. Se necesita antes de fin de año otro decálogo, pero este económico, que sirva como una tregua y un respiro, mientras las reformas comienzan a dar frutos. Ese podría ser el gran mensaje del presidente Peña al cumplir dos años, de cara a, por lo menos, los dos siguientes años.

También está próximo a cumplir dos años, Miguel Angel Mancera. Para muchos su situación es similar a la del presidente: el desgaste del poder es una realidad que no se puede esconder. Pero, más allá de la vicisitud médica que vivió Mancera en las últimas semanas, de la que se recupera satisfactoriamente, su desafío es otro: el suyo pasa por lograr poner orden en movimientos urbanos, bloqueos, vandalismo, que desquician a los ciudadanos. Ocurría antes y ocurre hoy y es verdad que en muchos sentidos, esos movimientos acuden a la ciudad de México simplemente porque éste es el centro político del país. Pero algo se tiene que hacer y dejar siempre a todos los vándalos en libertad, como ha vuelto a ocurrir, no parece ser la mejor medicina. 

Pero, por otra parte, Mancera parece haber sintonizado con una agenda que más temprano que tarde le comenzará a dar frutos: está apostando a la economía cotidiana. La iniciativa de los salarios mínimos, la basificación de más de 47 mil trabajadores eventuales del propio gobierno capitalino, las obras públicas en el DF (que son de impacto mucho más directo y rápido que las federales, por obvias razones), los programas de apoyo social, incluso las revisiones fiscales locales, están apuntadas en la dirección correcta: buscan apoyar la economía de la gente con mecanismos directos al tiempo que buscan impulsar el crecimiento de la economía local.

Tiene una dificultad. Los partidos que lo llevaron al poder están divididos entre sí, también internamente. Pero Mancera no milita en partido alguno, no tiene porqué involucrarse en los pleitos internos del PRD, aunque ese partido no termine de comprender que Mancera es su principal activo y ocupe su tiempo en crear comisiones para saber quién propuso a Abarca. Pero eso mismo le da la posibilidad de realizar un gobierno, y crear un espacio político, que vaya más allá de una agenda partidaria. Y ha comprendido que lo que puede hacer la diferencia, en su caso, es la economía. 

La agenda presidencial siempre es infinitamente más amplia y debe ser más incluyente que la de un jefe de gobierno o un gobernador, también lo son las responsabilidades. Pero los desempeños marcan: el presidente Peña llegó a Los Pinos porque fue, por sobre todas las cosas, un gobernador eficiente y logró trasmitir esa cualidad cuando el país reclamaba mejores resultados y ese es hoy su mayor desafío. Pero esos resultados la gente, hoy, los quiere en el corto plazo, en el día a día, y ellos pasan, sobre todo por su economía cotidiana. Ojo, porque Mancera, en su relativamente estrecho espacio político ya lo ha identificado y está haciendo de carencias, virtudes.

 

Jorge Fernández Menéndez

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