10-12-2014 Una de las razones por las cuales el proceso político debe entrar en una fase de mayor tranquilidad es porque los partidos necesitan comenzar a definir sus candidaturas para las nueve gubernaturas y las principales posiciones de los más de dos mil puestos públicos que estarán en disputa el 7 de junio próximo.
Dicen en el PRI, de regreso en Los Pinos y con la ortodoxia también de regreso, que será el presidente Peña quien tendrá el voto de calidad a la hora de definir las principales candidaturas, comenzando por los gobernadores. Para el presidente Peña la renovación de gubernaturas de este año y el siguiente es clave porque en los hechos son muy pocos los mandatarios lcoales que hoy pueden decir que tienen su sello, mucho menos que vienen de su equipo.
Pero ello no implicará, pese a lo que se ha dicho en contrario, que esos candidatos vayan a surgir de su gabinete. En parte, porque el equipo presidencial, incluso si se analiza el gabinete ampliado, no tiene una representación de todos los estados relativamente equilibrada: en realidad, el grueso del poder político está concentrado en funcionarios de unas pocas entidades. Pero también porque todo indica que se quiere privilegiar la política local y alejar todo lo posible la lógica de unos comicios plebiscitarios.
El PRI va a apostar entonces por candidatos locales en casi todos los casos posibles y quienes pensaban que habría cambios profundos en el gabinete en las próximas semanas posiblemente se sientan desilusionados. Un ejemplo de ello sería Nuevo León, donde pareciera que la candidatura del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ya no será transitable y ese lugar lo disputarán las senadoras Cristina Díaz e Ivonne Alvarez, dos mujeres, dos perfiles completamente diferentes. También crecen las posibilidades de otra mujer en Sonora, con la también senadora Claudia Pavlovich, mientras que las candidaturas para estados tan conflictivos como Michoacán y Guerrero tendrán, sin duda, no sólo un acento local sino también la exigencia de tener una carrera libre de sospechas.
Pero también hay estados que para el PRI deberían servir como una suerte de laboratorio y hasta de regeneración de acuerdos. Uno de ellos es Baja California Sur. Hace años que el PRI no puede recuperar el gobierno de esa entidad, que han tenido perredistas y panistas, aunque en realidad un mismo grupo político es el que ha estado en esos y otros partidos, grupo que cambia de logotipo pero no de propietarios. En la elección de 2011 (el periodo se acortó a cuatro años y cinco meses para que los comicios locales coincidieran con los federales), el actual gobernador Marcos Covarrubias ganó por un margen de siete puntos al priista Ricardo Barroso.
Ahora, después de los daños causados por Odile y de la dispareja actuación del gobierno local en la reconstrucción, el PRI puede tener posibilidades de recuperar el estado. No tiene, evidentemente, figuras nacionales o en el gabinete para optar por esa candidatura, por lo que la decisión se concentrará en dos personajes: el propio Ricardo Barroso que perdió la elección anterior y ahora es senador, y el también senador y líder nacional de la CROC, Isaías González Cuevas.
Una pregunta es válida: ¿cuántos años hace que el PRI no designa un candidato a gobernador proveniente de algunas de sus centrales sindicales?¿cuánto le ha costado al PRI, en la relación con sus sindicatos, las reformas emprendidas?¿cuántos personajes del mundo sindical pueden aspirar a una gubernatura contando con legitimidad política propia en su estado?. Ese es el espacio que se le abre a Isaías González Cuevas en el proceso interno, que también puede refrendar con un trabajo en la base desde su campaña para senador, pero, sobre todo, después del huracán Odile.
¿Por qué sería una apuesta interesante para el PRI?. Primero, y muy importante, porque podría refrendar su alianza con su alicaído sector obrero. Segundo, porque con un candidato como González Cuevas, con el peso de la CROC propietaria de muchos contratos colectivos de trabajo, sobre todo en el sector turismo y de servicios, tendría, en un estado como Baja California Sur garantizados espacios políticos y económicos muy importantes. Y tercero, y no es menor, porque los proyectos productivos que está impulsando en torno al fomento de la productividad, la acuacultura y la agroindustria en un estado volcado de lleno al turismo pero donde se deben importar hasta las servilletas de papel, resultan atractivas para la gente.
De la misma forma que apostará por candidatos locales, el PRI (y los otros partidos) deberán apostar también, más que por las despensas o el rostro televisivo, por proyectos productivos de fondo y acuerdos sociales sólidos. Y eso se debe aplicar sobre todo, en los estados, como BCS, con un potencial transformador que les abre espacios más allá de la pobreza lacerante que viven otras entidades del país.
Jorge Fernández Menéndez