25-02-2015 “Ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror”. Dicen que hay palabras que hieren más que una espada. Ese es el caso del mail que el papa Francisco envió a un amigo en Buenos Aires, Gustavo Vera, preocupado por la creciente violencia del narcotráfico en Argentina. Y ese es el mensaje que ha molestado profundamente tanto al gobierno mexicano como al argentino, que lo calificó como irrelevante y parte, el narcotráfico, de un problema global.
La reacción de la cancillería mexicana fue más dura. En una conferencia de prensa, el secretario de relaciones exteriores, José Antonio Meade, dijo que “más que estigmatizar a México, o a cualquier otra región de los países latinoamericanos, lo que debería buscarse son mejores enfoques, mejores espacios de diálogo y mayores espacios de reconocimientos de los esfuerzos que México y Latinoamérica hacen respecto a un tema que mucho nos preocupa y que mucho esfuerzo nos ha implicado”. Agregó que el texto le generó al gobierno “tristeza y preocupación” y que incluso han enviado una nota diplomática al Vaticano. Está bien, tienen en parte razón, pero se están equivocando por partida doble.
Primero, porque parece una sobrereacción ante un texto del Papa enviado en un mensaje privado que no dio a conocer Francisco sino el receptor del mensaje. O sea que, aunque se hizo público, es un mensaje privado. Y segundo, y mucho más importante, porque si bien a nadie le gusta que se hable de “mexicanización”, como hace una década a los colombianos no les gustaba que se hablara de “colombianización”, son estereotipos que se usan porque reflejan una realidad y porque, como dice el Papa (y eso debería ser lo más preocupante del mensaje) efectivamente hay hechos relacionados con el narcotráfico que sencillamente son “cosa de terror”: Iguala fue un terror, pero antes lo fueron San Fernando, Ciudad Juárez, las calles de Monterrey o Michoacán. Hoy lo siguen siendo buena parte de Guerrero, del estado de México, de Tamaulipas, toda la Tierra Caliente. ¿No es de terror que se secuestre, se mate y se incinere a 43 jóvenes?¿no es de terror encontrar fosas comunes con cientos de cuerpos o cuerpos desollados colgando de un puente?¿no es de terror que tengamos varios secuestros diarios o que las extorsiones se cuenten por miles?. No nos indignemos por el uso de una palabra, mejor indignémonos por la realidad y trabajemos intensamente sobre ella.
La mexicanización, guste o no, es un término que se viene usando para describir una realidad consistente en una presencia creciente de grupos criminales, que controlan por una violencia irracional distintas regiones del país que se disputan los criminales entre sí utilizando, a su vez, los métodos más atroces. Hay paradigmas de maldad y violencia que son inocultables y que, lamentablemente, sirven para ejemplificar situaciones. Ocurrió con la Alemania nazi, con Colombia, con Serbia, ocurre con los países azotados por el radicalismo islámico, y son también, todas ellas, generalizaciones. Lo importante es la realidad y cómo se combate. Y en México hay avances reales pero insuficientes, tanto que aún que no podemos alejarnos de esa generalización, como lo hicieron esas otras naciones. Hoy no se habla de colombianización, por la sencilla razón de que esa nación logró con un esfuerzo de años, darle la vuelta a la situación, ese es el objetivo que tenemos que tener como sociedad.
Con una diferencia notable: en Colombia se comprendió que lucha contra el narcotráfico, la violencia y la corrupción, era parte de un esfuerzo nacional donde todos tenían que participar. Y nosotros, como país, seguimos divididos y con muchos sectores que piensan que aprovechar en su beneficio los costos y beneficios que el narco, la violencia y la corrupción generan, es una estrategia política viable.
Precisamente por eso, tampoco nadie tendría que indignarse porque Alejandro González Iñárritu diga que ojalá algún día tengamos los gobiernos que nos merecemos. Primero porque es un plural muy bien utilizado: muchos de nuestros gobiernos (en los tres niveles y en los tres poderes) son impresentables e inmerecidos, pero también porque en ocasiones premiamos con gobiernos o posiciones de poder a quienes lucran con esa “cosa de terror” de la que hablaba el papa Francisco.
Una última reflexión: es una muy mala estrategia de respuesta mediática pelearse con dos de los personajes más populares del México de hoy: Francisco y González Iñárritu.
La democracia soy yo
Sólo Andrés Manuel López Obrador puede creer que la ocurrencia de sortear como tómbola las candidaturas es un método que ayuda a combatir la corrupción. En realidad es un método que confirma que la democracia no está en los genes del jefe de Morena: no importa quién esté en el congreso por su partido, si no le responden únicamente a él “serán arrojados al basurero”, dijo. ¿Al de Cocula, como hizo Abarca?. No, al de la historia.