27-08-2015 ¿Qué es vivir en la pobreza?, ¿lo que estiman las instituciones del sector, el Coneval, la Cepal, todos los que se encargan de medirla?, ¿se trata de indicadores, de calidad de vida, es el famoso índice de la felicidad que dice que Bután es la nación más feliz del mundo aunque vive sumida en la miseria de muchos de sus habitantes? En México, ¿cuál es la pobreza más intolerable: la indígena, la de los cinturones urbanos sin servicios y sin educación, pero con terrible inseguridad?, ¿es pobreza lo mismo que marginación?, ¿alguien puede ser más pobre y marginado que una mujer indígena, soltera, pobre, embarazada, adolescente?
A la pobreza no se le doblegará con programas asistenciales. Tiene toda la razón el secretario ejecutivo del Coneval, Gonzalo Hernández Licona, cuando dice que mientras no haya un crecimiento suficiente en la economía, la pobreza no disminuirá. Podríamos agregar que mientras ese crecimiento no sea suficiente y continuado durante varios años, ello tampoco sucederá. Y es más, se puede asegurar que no basta el crecimiento suficiente y prolongado: se deben crear bases sociales sólidas en educación, salud e infraestructura física, social y cultural para que esas mejoras no se derrumben con los sismos económicos que azotan el mundo con regularidad.
Pero mientras tanto ¿qué? No se puede esperar a que los ciclos económicos, los aciertos o errores de las autoridades saquen a la mitad de la población del país de la pobreza o a más de siete millones de mexicanos de la pobreza extrema. Por eso debe haber programas asistenciales y sociales dirigidos a transformar la realidad de sectores muy específicos. Primero que todos, a los que viven en extrema pobreza.
El legislador del PRD, Luis Sánchez, quiso ser agudo y en la comparecencia del martes, cuando la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, anunció que se abatieron los índices de falta de alimentación y acceso a la salud, por decir sólo algunos, entre poco más de cuatro millones de mexicanos que viven en la extrema pobreza, le preguntó si entonces “ella era la buena y Videgaray (el secretario de Hacienda) el malo”. La agudeza se convirtió en tontería e ignorancia o simple mala leche. La pobreza extrema no puede atenderse esperando el crecimiento de la economía. La marginación es tan marcada, tiene orígenes tan diferentes, que la única solución son los programas dirigidos específicamente a esa población, crezca o no la economía. Se les debe llevar la comida, la salud, la educación básica.
Las experiencias en esos sentidos han sido positivas y en eso ha habido avances: más del 80% de la población en extrema pobreza, medida con base en esos indicadores, ha tenido en estos años acceso a la alimentación y a la salud. Pero, además, se ha recuperado algo que es fundamental y que fue uno de los secretos que tuvo en su momento y contexto el programa de Solidaridad: el concepto comunal. Los comedores comunales, donde se proporciona la comida y la gente de la comunidad se organiza para cocinar y distribuirla, para comer junta, es una experiencia que acerca a la gente, la hace solidaria, ayuda a que las familias se interesen unas en las otras y hasta que puedan tomarse en conjunto otras decisiones.
En los índices del Coneval, por ejemplo, no se toman en cuenta como ingresos de las familias esos y otros apoyos, incluso los que son con dinero. Si así fuera, es muy probable que los índices actuales sobre pobreza y pobreza extrema se movieran aún más en forma positiva. Cuando cambia el índice y la forma de medirlo pueden cambiar también los resultados.
Para nosotros, sin embargo, los grandes desafíos siguen siendo la pobreza y la marginación urbanas. Esos bolsones de pobreza en torno a las grandes ciudades son los que alimentan el rencor social, la violencia, la inseguridad. Sobre ellos se debe trabajar para avanzar. La marginación con pobreza en un marco de profunda desigualdad es el caldo de cultivo de todos los males sociales.
Por cierto, ahora que se habla de reducir el presupuesto en una UNAM que otorga becas de una u otra forma a 70% de sus alumnos, ¿sabe cuánto ganan las familias de un tercio de sus estudiantes? Son cien mil familias que ganan menos de cuatro salarios mínimos. ¿Calentaría usted ese caldero social?
San Ángel, pueblo mágico
San Ángel puede y debería ser declarado el primer pueblo (o barrio) mágico del DF. No es verdad que con esa declaratoria proliferarían comercios y se desplazarían las zonas habitacionales. Lo que se obtendría serían fondos federales, obras de restauración, la preservación de su imagen, la repavimentación y empedrado de las calles, cableado subterráneo y restauración y conservación de los monumentos y edificios distintivos; se desplazará a la informalidad y a los franeleros y habrá vigilancia adicional. San Ángel debe ser declarado pueblo mágico para beneficio de todos y, fundamentalmente, de los sanangelinos.