Amnesia IV: y al final, la heroína
Columna JFM

Amnesia IV: y al final, la heroína

15-09-2015 La historia de los grandes acontecimientos del mundo apenas es más que la historia de sus crímenes.

                Voltaire

Durante décadas, la sierra de Guerrero ha sido una importante productora de mariguana y de goma de opio. Con el auge del consumo de cocaína en Estados Unidos, esa zona perdió un poco de interés entre los grandes cárteles, pero en la última década, el consumo de heroína resurgió en Estados Unidos en forma insospechada y México se convirtió en el principal proveedor del opiéceo, que se produce en dos regiones del país: el llamado triángulo de oro, entre Sinaloa, Chihuahua y Durango, y el pentágono de la amapola, en la sierra de Guerrero. En el norte de Guerrero y en Tierra Caliente, prolifera la producción de goma de opio. Para costear su actividad y fiel a su origen de sicarios, tanto Guerreros Unidos como Los Rojos se financian con secuestros, extorsiones y cobros de piso a transportistas, comerciantes y empresarios, así como en el lavado de dinero en giros que van desde la construcción, la minería, concesiones para taxis y combis, hasta centros comerciales, centros nocturnos y organización de bailes populares. Y para todo eso es imprescindible tener buenos contactos y hasta hacerse con los gobiernos municipales y sectores de la administración estatal. Todo lo que hacían, por ejemplo, los Abarca en Iguala, dinero que servía tanto para costear a su grupo criminal como para realizar cuantiosos aportes políticos locales y estatales. La DEA estadunidense ha reportado un aumento de 324 por ciento en los decomisos de heroína en la frontera con México de 2009 a 2013. Sostienen que el aumento en el consumo de heroína es consecuencia del incremento en el precio de las drogas sintéticas, y a que la heroína mexicana,  es más barata y fácil de conseguir que las metanfetaminas. El comercio de heroína es un negocio que deja unos mil millones de dólares al año en el mercado de EU. Eso es lo que se disputan los grupos que están detrás de la masacre de Iguala. Los operadores de las bandas aparecen a principios de primavera en las comunidades del Filo Mayor con sacos de semillas de amapola, ya sea para obligar o convencer a los pequeños agricultores que las cultiven y luego ordeñen los bulbos de la amapola. En casi cada comunidad vive un comprador afiliado a la banda local, que también actúa como vigía. Cuando las plantas de amapola terminan de florecer en el invierno, un solo agricultor equipado con pequeñas navajas afiladas y un contenedor de metal puede recoger en un día hasta 300 gramos de goma de opio, por lo que reciben unos cuatro mil pesos. Antes, los campesinos de la zona recibían 250 pesos por un kilo de mariguana seca y prensada. Hoy obtienen 13 mil pesos por dos kilos de pasta de opio, más de lo que podrían ganar en un mes en cualquier trabajo legal. Mientras un árbol de aguacate tarda de tres a cuatro años en comenzar a florecer, la amapola da dinero en sólo tres meses.

Cuando el comprador mayorista recolecta suficiente goma de opio de los agricultores, llama a sus jefes del cártel para que la recojan y la lleven a procesar en un laboratorio. Todo transcurre en el llamado pentágono de la amapola, cuyos vértices son Iguala, Chilpancingo, Acapulco, Zihuatanejo y Coyuca de Catalán. El principal centro de acopio del opiáceo es Iguala. Desde allí se transporta en tráilers y autobuses de pasajeros para enviarla a laboratorios que pueden estar a todo lo largo del trayecto, incluso, en la propia frontera con EU. Por eso se especula con que quizás alguno de los autobuses que robaron los estudiantes aquel 26 de septiembre en Iguala, transportaba droga y los Guerreros Unidos pensaban que Los Rojos se la estaban robando. En el pentágono de la amapola, al menos, diez bandas y cinco cárteles se disputan los 21 municipios de ese territorio donde se produce 42 por ciento de la heroína mexicana. La guerrilla y los movimientos armados, disfrazados de grupos de autodefensa, también, se disputan ese mismo territorio, muchas veces aliados con una u otra de las bandas.

El resultado es que, entre 2005 y 2013, todos los municipios del pentágonoexperimentaron un enorme crecimiento del número de asesinatos, que se multiplicó hasta en 17 veces, según datos oficiales. Si la media nacional en el índice de homicidios dolosos fue de 19 por 100 mil habitantes en 2013, en Guerrero fue de 63 por 100 mil habitantes, pero en los municipios del pentágono de la amapola hubo siete u ocho veces más homicidios: Apaxtla alcanzó 153 por cien mil habitantes; Coyuca de Benítez a 143; Pungarabato 139; y Coyuca de Catalán a 126 homicidios por cada 100 mil habitantes al año.

Ésa es la geografía de la violencia que está detrás de la noche de Iguala. Una geografía que muchos de los victimarios y de las víctimas, también, propiciaron y del cual se aprovecharon muchos actores políticos. Esperemos que esta historia sirva para paliar la amnesia de algunos y la ignorancia de otros.

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