09-12-2015 Si como decía don Jesús Reyes Heroles en política la forma es fondo, la nueva mafia con poder no cuida ni las formas. Quieren pasar como puros y limpios, rectos e inmaculados, pero terminan yendo tras el dinero y las posiciones de poder sin disimulo ni recato. Muchos de ellos se dicen, o se dijeron, marxistas, pero están más cerca de Groucho que de Carlos Marx (“si no les gustan mis principios, aquí tengo otros”). Son y actúan como una mafia.
Un ejemplo lo acaban de dar en Aguascalientes. Las elecciones en el distrito uno se anularon porque en la campaña, el gobernador Carlos Lozano subió a un autobús que usa para sus desplazamientos, al candidato a diputado del PRI en ese distrito. A partir de esa elección, que se repitió el domingo pasado, la nueva mafia del poder, logró resucitar a uno de los suyos, al Partido del Trabajo que había perdido el registro federal en las elecciones de junio pasado. La historia fue muy bien contada ayer por Pascal Beltrán del Río en su columna. En junio el Partido del Trabajo sacó tres mil votos en ese distrito. Le faltaban otros diez mil para conservar el registro. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y el Instituto Nacional Electoral se embarcaron en una larga disputa sobre si el PT perdía o no el registro con base en los votos de junio. Se impuso, sin razón, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y le dio otra oportunidad al PT. Como cuenta Pascal, ese partido contrató a una operadora electoral que ha trabajado durante años con el PRD y con López Obrador, Gisela Rubach, pero lo importante fue que el PRD y Morena decidieron no presentar candidatos y poner toda su votación a disposición del Partido del Trabajo que así, con los votos de esos partidos, sumó los diez mil votos adicionales que necesitaba para conservar el registro, pero, sobre todo, las prerrogativas económicas y de todo tipo que ello implica (cien millones de pesos anuales, el doble en año electoral, spots gratuitos en medios, etc). A la candidatura de López Obrador en el 2018, le aporta mucho y le ha salido gratis. El Partido del Trabajo no alcanzó el registro por sí solo, se lo regalaron sus socios electorales con una oferta que, diría Vito Corleone, no podía rechazar. El costo de la operación lo pagaremos los contribuyentes. A nadie de ese conglomerado de partidos le pareció que lo actuado en Aguascalientes sea poco ético e inmoral, un acto mafioso.
Eso sí: están todos ellos indignados con el Partido Verde y festejaron que Arturo Escobar haya sido acusado de delitos electorales por el fiscal de la Fepade, Santiago Nieto. No les quita la alegría ni tampoco les parece poco ético e inmoral, además de ilegal, que el fiscal haya divulgado la averiguación previa violando la norma y la ley, regresando a las épocas de Pablo Chapa Bezanilla (al que no recuerdo que ninguno de ellos tampoco criticara en aquellos años) donde primero se designaba a un culpable y luego se armaba la acusación.
Mucho menos les parece un problema que Nieto haya trabajado para el PRD y para Morena hasta el día de su designación como fiscal, pero no como un simple simpatizante, sino como asesor y con contratos superiores al millón de pesos. No consideran que sea poco ético e inmoral, no haberlo divulgado en las comparecencias previas a su designación ni mucho menos en el currículum de 39 páginas que presentó el propio Nieto buscando ese cargo (dijo que no le pareció importante incluir que trabajaba para un partido ¡cuando iba a ser fiscal de la labor de los partidos!).
No se trata de que se pida fiscales puros para una dependencia que puede decidir el futuro de una elección por hechos menores. No hay puros en política, pero sí honestos: ahí están, recién salidos de la Suprema Corte, Juan Silva Meza u Olga Sánchez Cordero si se busca gente con convicciones, pero, también, con rectitud. Lo que hace insostenible a Nieto en su cargo no es la falta de pureza, no es sólo que trabajó para esos partidos, sino que mintió (y en esos casos omitir información es una forma evidente de mentira) y luego en su primer caso importante al frente de la Fepade, vulneró el proceso legal para generar, más allá de lo que suceda con Escobar, un efecto mediático… con la denuncia que había presentado el partido para el que estaba trabajando y cobrando. Es inmoral, falto de ética y mafioso: se debe ir.
Como lo es intentar seguir confundiendo y enredando conscientemente las investigaciones en el caso Iguala, pretendiendo ahora que no se haga el tercer peritaje en Cocula… porque ya no es necesario. Como lo es impedir la toma de protesta de Edgar Elías Azar en el TSJDF con chicanas jurídicas. Como lo es boicotear las obras de infraestructura del Gobierno del Distrito Federal por cálculos políticos. O como lo es seguir defendiendo al chavismo e incluso (ya que hablamos del Partido del Trabajo) al régimen de Corea del Norte porque de allí les llegan beneficios muy tangibles. Es una mafia con poder que busca aún más poder por los medios que sea.