03-06-2016 Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.
Aldous Huxley.
Hace un año, pasada la elección de medio término, el gobierno federal y el de Oaxaca decidieron intervenir el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), hasta entonces en manos de la Sección 22 de la CNTE, con lo que le quitaron a ese grupo sindical el control sobre la educación, los maestros y, sobre todo, los recursos educativos en el estado. Fue el golpe necesario para que se pudiera comenzar a implementar en todo el país la Reforma Educativa y se desarticulara, aunque fuera parcialmente, a grupos desestabilizadores cuya agenda no pasa, en absoluto, por la educación.
Nos acercamos a estos comicios de junio con una nueva ola de movimientos organizados por la CNTE, pero apoyados explícitamente, a cambio de votos, por Morena y operados por grupos radicales ligados a organizaciones armadas tanto en Oaxaca como en Chiapas. Lo ocurrido en Comitán, en ese bastión zapatista que es Chenalhó, es inadmisible y demuestra el grado de radicalización y provocación al que ha llegado ese movimiento.
Pero la trasquilada y la humillación a los maestros no sólo se dio en Comitán. Ese mismo día, sin cobertura mediática, estos vándalos de la Sección 7 de la CNTE, con sus aliados zapatistas, tomaron cautivos también a otros diez maestros del Colegio de Bachilleres en Frontera Comalapa: los golpearon, los humillaron, a ellos no los raparon pero los tuvieron secuestrados, colgándoles cartelones que proclamaban su traición… por seguir dando clases.
Unos días antes, en San Cristóbal, estos mismos grupos de Comitán secuestraron al presidente del Congreso de Chiapas y al líder estatal del Partido Verde, los diputados Eduardo Ramírez y Carlos Penagos, mientras los legisladores estaban en una reunión con los propios vecinos de Chenalhó para solucionar el conflicto político existente en la localidad. Pero estos grupos, encabezados por el llamado bloque de maestros indígenas de la CNTE, y ligados al EZLN, reventaron la reunión que ellos habían pedido, tomaron la curia de San Cristóbal donde se estaba efectuando el encuentro con la Comisión de Justicia y Paz y el obispo, secuestraron a los diputados, los ataron a postes en la plaza de la ciudad, los agraviaron de todas las formas posibles, les pusieron ropas de mujer para humillarlos y anunciaron que los quemarían vivos si no renunciaba la edil Rosa Pérez. Muchas horas después fueron liberados cuando la edil dejó su cargo. El miércoles cuando el líder zapatista que rapó a las mujeres fue detenido, sus militantes tomaron las oficinas de la fiscalía estatal en Comitán, destruyeron mobiliario y equipos y quemaron cuatro camionetas.
En Oaxaca, donde la Sección 22 se ha cansado de realizar actos similares, incluyendo el secuestrar, golpear y rapar a maestros que quieren seguir trabajando, el mismo miércoles pasado los “maestros” secuestraron una camioneta con varios agentes policiales, les colgaron sus respectivos carteles de represores, etc., y los tuvieron ocho horas parados bajo el sol (con una temperatura de 32 grados) sin permitirles tomar agua, humillándolos constantemente.
No puede decir la Coordinadora que no está detrás de estos hechos porque su presencia es tan obvia como evidente. Como es evidente, también, la provocación que intentarán montar hoy con las marchas en la Ciudad de México y la anunciada toma del aeropuerto capitalino. Va a ser, la de hoy, una jornada difícil y marcada por las provocaciones que intentarán influir en las votaciones del domingo.
Eso no debería hacernos olvidar que este domingo hay que votar, hay que participar, hay que mostrar que ante este tipo de violencia la única respuesta es el voto, la decisión ciudadana, el insistir en acrecentar los espacios de democracia, tolerancia y libertad, sobre todo contra esa cultura fascistoide del odio que se quiere sembrar en el país.
Por eso, pasadas las elecciones del domingo, las autoridades deben adoptar medidas de fondo (como las de hace un año, cuando con la recuperación del IEEPO se desarticuló buena parte de la trama que maneja la Coordinadora y que permitió encauzar una Reforma Educativa que parecía estancada) tomando en cuenta que lo que estamos viendo, sobre todo en Chiapas, no es un conflicto magisterial: es un movimiento político que está siguiendo, paso a paso, el camino que aprendieron en 1993-94 con la mira puesta en el 2018. La Reforma Educativa es la coartada desestabilizadora de la actualidad, como lo fue entonces la firma del Tratado de Libre Comercio.
Se preguntaba Eduardo Galeano si la historia realmente se repite. Y el autor de Las venas abiertas de América Latina contestaba que sí se repite, pero sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla.