07-06-2016 A las ocho y media de la noche del domingo, el PRI emitió un comunicado en el que aseguraba que “México decidió por el PRI”. Unas seis horas después se supo, en la medida en que iban llegando los resultados preliminares de los estados (que desmentían a la gran mayoría de las encuestas dadas a conocer hasta ese momento), que en realidad México había decidido por el PAN, yendo solo o en alianza con el PRD, en una forma abrumadora, siete de los doce estados en disputa se los llevó el blanquiazul, además de los principales municipios de Baja California.
La del domingo ha sido la jornada electoral más desconcertante, más cambiante, más inédita que hemos tenido en décadas. Todos los candidatos importantes se declararon ganadores en su momento, prácticamente todas las encuestas previas y de salida se equivocaron, los resultados preliminares en los estados tardaron horas en estar listos y cuando se dieron a conocer sorprendieron a todo el mundo político. Los triunfos panistas o aliancistas cambian radicalmente el escenario político nacional por el enorme potencial electoral de esos estados.
Es mucho lo que se debe analizar respecto a la jornada del domingo. Lo más destacado sin duda es que hubo un voto de castigo inédito, incluso mayor que el del año 2000, contra el PRI, reflejo de que el accionar de ese partido y de sus gobernantes no cuenta con el apoyo de la gente. Pero tan importante como eso es que el voto de castigo sí benefició a Morena, que logró buenas votaciones en Veracruz y Oaxaca (incluso en la Ciudad de México, en unos comicios netamente abstencionistas), pero sin duda se volcó hacia el PAN. Como en el 2000, cuando Fox ganó la Presidencia, para la gente, por lo menos hoy, el cambio pasa por el PAN.
Y eso trasciende a los candidatos. Miguel Ángel Yunes Linares en Veracruz tuvo que soportar todo tipo de acusaciones, algunas inventadas pero otras muy verosímiles. Francisco García Cabeza de Vaca en Tamaulipas fue cuestionado, Javier Corral no creo que hubiera sido el mejor candidato en Chihuahua y por eso se mantuvo en la pelea José Luis Barraza. En Quintana Roo, Carlos Joaquín González venía del PRI. Pero la gente votó por ellos con una participación que superó todas las expectativas. Fue un voto de castigo claro, transparente, contra el gobierno federal y los locales. Hubo alternancia en cuatro entidades gobernadas por el PRI.
Se había dicho que la maquinaria de tierra del tricolor en un escenario de relativo abstencionismo, beneficiaría al PRI, lo mismo que el voto dividido de la oposición, sobre todo el factor Morena. Pero al darse altos índices de participación, la operatividad de esa maquinaria quedó en entredicho: ni es tan sólida ni tan eficiente, pero sobre todo se comprobó que no alcanza para ganar la mayoría de las elecciones si la gente simplemente sale a votar. Decíamos ayer que para el PRI era muy importante saber cuál era su piso electoral de cara al 2018: pues bien, este domingo ha comprobado que su piso electoral era mucho menor al que esperaba y que con él no le alcanza para ganar las elecciones presidenciales.
El PAN se quedó con buena parte del norte del país (incluyendo Tijuana). Con buena parte de la costa este, desde Texas hasta Belice: Tamaulipas, Veracruz, Quintana Roo, con todo lo que ello implica en todos los ámbitos de desarrollo, desde el energético hasta el turismo. Con un poderoso corredor en el centro, con Puebla, Querétaro y Guanajuato. Es un escenario donde las posibilidades futuras del PAN se disparan y las del PRI disminuyen en forma geométrica.
Para el PAN, ya habrá tiempo de analizarlo, viene ahora lo más complejo que es administrar el triunfo, gobernar bien en los estados en los que ganó, porque el voto de castigo, veamos si no Nuevo León, se puede revertir muy fácilmente, pero debe saber elegir su candidatura sin dividirse: hoy Ricardo Anaya sale, sin duda, fortalecido, lo mismo que Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala, pero los tres no pueden ser candidatos en el 2018, y los tres quieren serlo. Ni siquiera en el año 2000 se le presentó al PAN un escenario tan accesible, pero también más volátil por su propia situación interna. Ya lo analizaremos.
Muchos han dicho que fue una mala elección para el PRD. Depende cómo se la analice: no ganó, solo, nada. Pero pueden quedarse con presencia importante en Veracruz, en Tamaulipas, en Quintana Roo, en Durango, en Chihuahua (pese a que no fueron en alianza, un sector del PRD apoyó a Corral). Incluso en la Ciudad de México no le fue tan mal respecto a Morena. El tema para el PRD ahora es definir si en el 2018 sigue con el PAN, regresa a donde no lo quieren, o sea con Morena, o va solo. Esa duda no la tiene Morena: López Obrador sigue en lo suyo, estas campañas fueron para consolidar su candidatura para el 2018.
Hay otros temas para analizar. Las encuestadoras, por ejemplo, quedan muy cuestionadas, por la opinión pública y por los partidos. Me parece que son otras de las grandes perdedoras de estos comicios.