20-06-2016 El PRD se encuentra en una situación lastimosa por sus propias irresponsabilidades; por la falta de entendimiento de sus fuerzas; por el golpe que le significó la tragedia de Iguala y por haber neceado en mantener en su puesto a Ángel Aguirre y después protegerlo para que no fuera juzgado; por no haber atacado desde el momento de su ruptura a López Obrador y Morena (pensando vanamente que son parte de una misma corriente); por confundir los éxitos que tuvieron en el Pacto por México con derrotas, por entrar en una zona de confort marcada por una irritante falta de claridad ideológica y política.
Y digo irritante porque el PRD sabía y sabe cuál es su camino: convertirse en la fuerza socialdemócrata que el país no tiene, que quizás gane elecciones pero sobre todo que influya en el debate político y social, cuya opinión deba ser tomada en cuenta a la hora de asumir decisiones. El problema del PRD no es que haga pactos o alianzas, es que no se sabe para qué los hace, desde qué lógica y buscando cuáles objetivos. La mejor demostración de ello fue la llegada de Agustín Basave a la dirigencia partidaria. Más allá de los talentos personales que pudiera tener Basave, no era militante de ese partido, no lo conocía, nunca había trabajado con él más que desde posiciones lejanas, iba a ser, como dirigente un gerente. Logró realizar algunas de las alianzas que se tenían ya preparadas (no pudo sacar ni Puebla ni Tlaxcala ni Chihuahua, que hubieran contado también como triunfos) pero no ha aportado nada al partido. Ahora, ha tenido que ser Jesús Ortega el que le cante por adelantado las golondrinas. Un desastre en toda la línea.
El país necesita, requiere con urgencia, que el PRD se recupere. Necesita una fuerza de centroizquierda real. Morena no es un partido de izquierda: es una poderosa fuerza opositora nacionalista y populista, caudillista y personalista en torno a Andrés Manuel. No representa las banderas propias de la izquierda, la de los derechos y las libertades civiles y de la justicia social por medio de los avances sociales, educativos, laborales. Morena representa una corriente autoritaria (que mejor demostración que su alianza con la CNTE), regresiva en derechos civiles (aliada en el tema con la iglesia), socialmente revanchista, no es progresista es restauradora. Por eso el PRD es imprescindible: nada podría ser peor que tener un escenario político donde no tuviéramos un referente progresista.
Al PRD con todas las diferencias del caso le está pasando lo que en España, le sucede al PSOE con Podemos. Ante el surgimiento de un referente más radical, más confuso, más “nueva izquierda chavista”, en sintonía con los jóvenes milennials producto de la crisis del 2008, perdió contenido, decisión, no supo mantener principios para diferenciarse y no comprendió que Podemos no es un aliado: es una fuerza que para crecer necesita devorarse a un PSOE que deja jirones de poder en la misma medida en que se acrecienta la lucha entre sus “barones” (léase en términos nacionales sus corrientes o tribus) lo que en las elecciones del domingo próximo lo pueden terminar dejando como tercera fuerza, detrás del partido Popular y del propio Podemos.
El horizonte del PRD no es bueno pero tampoco es tan malo como algunos lo ven: es un partido que tiene participación activa en los gobiernos de por lo menos cinco estados, incluyendo la Ciudad de México. Tiene todavía un caudal de votos y espacios de poder considerables. Tendrá aún la posibilidad de una elección importante en el estado de México donde me imagino que irá en alianza con el PAN, con la candidatura de Josefina Vázquez Mota, que será muy competitiva.
Y tiene desde esas posiciones más de un año para prepararse para el 2018. Salvo que ocurra algo muy extraño no creo que para entonces vaya con el PAN en la elección presidencial. Creo que tendría que tener su propia candidatura, salvo que exista una polarización absoluta en esos comicios, pero incluso así quizás sería mejor mantener su personalidad. Creo que para entonces no tiene más candidato de Miguel Ángel Mancera. Y creo que es una tontería, como han dicho algunos dirigentes perredistas, que el jefe de gobierno si quiere ser candidato se tiene que afiliar y alinearse. Es una tontería porque si el PRD quiere hacer una buena elección en el 18 no la hará sólo con los suyos: tiene que conformar un frente progresista, de verdadera izquierda, que compita con la opción nacionalista y populista de Morena que sabe que esa izquierda es su verdadera enemiga. Y Mancera es, hoy por hoy, el único que podría coaligarlos, atrayendo a muchos personajes y corrientes que no están en el PRD, que no quieren estar en el PRD pero que tienen peso real, desde Enrique Alfaro hasta Cuauhtémoc Cárdenas. No sé si eso alcanzará para ganar pero sí para recomponer fuerzas, ocupar un espacio propio en el espectro político y generar lo que ahora no tienen, liderazgos.