La brújula sin norte
Columna JFM

La brújula sin norte

18-07-2016 Ver al país desde lejos siempre es un ejercicio que gratifica y desconcierta, pero nunca tanto como en estas dos últimas semanas. En días, hemos visto cómo en una suerte de juego del gato y el ratón, un gobierno federal aparentemente dividido negocia con la CNTE mientras ésta vandaliza, lastima y se ensaña con la educación y la gente, haciendo lo que siempre pregonan: movilizar y negociar para ganar. Parecen estar lográndolo con asombro y desconcierto de muchos. La pregunta es a cambio de qué.

Hemos visto un cambio dramático, en todos los sentidos, en la dirigencia del PRI donde Enrique Ochoa, uno de los mejores y más eficientes funcionarios del gobierno federal, llega a la presidencia de su partido apoyado y rodeado por los liderazgos más tradicionales, con la idea y la encomienda de renovarlo, lo que implicará, en los hechos, el desplazamiento y en algunos casos la marginación, de muchos de quienes estaban (y de los que no) esa noche en el Plutarco Elías Calles y que están esperando su fracaso para garantizar su propia supervivencia. Es la apuesta más alta que ha hecho el presidente Peña para retomar el control de su partido en último tercio de gobierno y manejar las elecciones del estado de México y su propia sucesión.
Hemos visto como nunca antes luchas internas entre ex candidatos perdedores y gobernantes salientes, entre los que llegan, los que no llegaron y los que se van. Las amenazas de cárcel de todos y entre todos, de búsqueda de control de poder ilegítimo y de promesas de renovación y limpieza que la sociedad no ve más allá que en las declaraciones de prensa.
Hemos visto en el PRD la despedida formal de Agustín Basave (al que por cierto, aquí nunca se le negó ni un desmentido ni un espacio, como tampoco el mérito de haber sacado adelante una elección que, insisto y con todos sus evidentes debilidades, le dejó al PRD más réditos de los que podría haber esperado meses atrás) y la llegada a la dirigencia del partido de Alejandra Barrales, se supone cercana a Miguel Mancera. Un partido que de una vez por todas debe definir su destino: independencia política y alianzas, acercarse a un frente opositor con el PAN o sucumbir al anzuelo de Morena. O ir solo. En última instancia decidir entre ser un espacio de progresismo socialdemócrata, aliado o no con el PAN o terminar de convertirse en una facción que termine siendo absorbida por otros. Barrales no la tendrá fácil pero tiene capacidad para enfrentar una tormenta donde lo básico es que permanezca el acuerdo (hoy transitorio) entre los principales jugadores internos.
Hemos visto dos de las muchas caras de López Obrador. Hace unas semanas, daba todo su apoyo a la Coordinadora, los llamaba a una alianza estratégica, los funcionarios y dirigentes de Morena participaban de sus marchas y bloqueos y declaraba solemnemente que de llegar al poder les regresaría el control de la educación en Oaxaca y revocaría la reforma educativa. Y la semana pasada lo vemos en el MLB All Star Game en San Diego, California, con boletos preferentes, entrada a vestidores, con una acreditación que lo identifica como invitado muy especial, tomándose una foto con el pelotero David Ortiz. Y dice que no hay que revocar la reforma educativa sino adecuar la reforma a las necesidades regionales (lo mismo que dice Miguel Osorio en Gobernación, o Aurelio Nuño en la SEP). Afirma que si el PRD no va con el PAN en el estado de México, puede considerar una alianza con ellos para el 2018, aunque hace unas semanas los consideró parte de la mafia del poder. Y ya en plan confidencial, dice que cobra 20 mil dólares (¿no era que vivía con 50 mil pesos mensuales?) por conferencia, y que no tiene propiedades porque las que tenía (¿cuáles?) ya se las dejó a sus hijos. En unas horas muchos de quienes han calificado a López Obrador como el gran desestabilizador ahora lo ven como una carta de estabilidad.
Quién sabe qué personaje será López Obrador el día de mañana, lo cierto es que sólo con un viaje a un juego las grandes ligas, una foto, un par de declaraciones contradictorias con las del pasado, se ganó los titulares. No creo que haya cambiado, los que cambian son los que lo interpretan.
Un espectáculo que no entusiasma y que en ninguno de los casos toma en cuenta a la sociedad. El drama cotidiano continúa: ahí siguen desde los bloqueos hasta las familias completas asesinadas por los sicarios del narcotráfico. Pero también cuando vemos y nos toca muy cerca un atentado tan brutal e irracional como el de Niza, en Francia, cuando vemos a los tanques tratando de hacerse con el poder en Turquía, o los continuos asesinatos masivos por desequilibrados armados en Estados Unidos, cuando resulta que Donald Trump elige como candidato a vicepresidente a alguien mucho más conservador aún que él, no queda más que comprender que somos parte, un país más, de un mundo que no encuentra el norte en su brújula.

 

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