Osorio y Meade: política y economía
Columna JFM

Osorio y Meade: política y economía

12-10-2016 A muchos nos sigue intrigando cómo resolverá el PRI su proceso de designación de candidato presidencial. Puede ser, obviamente, una designación que salga por unidad, previa decisión presidencial, pero veo a ese partido aún lejos de tener definido el método, mucho menos los nombres.

Si nos atenemos a las encuestas y a lo que se dice en el ámbito priista, hoy (y desde hace ya bastante tiempo) sus precandidatos reales son dos: el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el titular de Hacienda, José Antonio Meade. Sería un proceso casi a la antigüita: la economía y la política, con un Presidente que decidirá en el tramo final de acuerdo con lo que “ausculte”, con las exigencias coyunturales del país y del entorno internacional. El único problema es que esa época ya pasó y a quien el PRI proponga tendrá que saber de política y de economía y se deberá mover sin duda en un entorno nacional e internacional, político y económico, complejo.

Pero más importante que eso: para el PRI y para cualquiera de los partidos que compitan en 2018, el primer y único objetivo es tener un candidato o candidata que pueda ganar las elecciones. Todo lo demás viene después.

Por eso, la construcción (no digo el anuncio) de la candidatura priista no puede demorarse demasiado. No puede ser algo que se vaya a definir de última hora. Meade y Osorio, responsables de la economía y de la política, respectivamente, están buscando esa candidatura caminando, ambos, al filo de la navaja, en responsabilidades donde son más las posibilidades de resbalar que de mantenerse sin golpes. Pero, ambos, desde esos espacios, tendrán que construir sus candidaturas.

Osorio ya está ahí desde hace tiempo y ninguna de las vicisitudes que ha tenido que pasar durante estos años han logrado bajarlo. No es verdad que llegando a Hacienda, Meade haya dejado de tener posibilidades. El estudio que mes con mes publica El Financiero sobre aparición en medios es bastante claro al respecto: desde que fue designado secretario de Hacienda, la presencia de Meade en medios ha aumentado geométricamente y a diferencia de su antecesor, Luis Videgaray, se le percibe más abierto al mismo tiempo que confiable. Y, quizás, hasta la coyuntura pueda ayudarle: con un poco de suerte, Trump no llega a la Casa Blanca, el precio del petróleo se puede estabilizar e incluso aumentar un poco con el acuerdo de la OPEP y de otros países productores, consecuencia de todo ello, el peso se puede estabilizar también en un tipo de cambio competitivo, mientras las tasas de interés en Estados Unidos y en México se aumentan muy gradualmente. Si todo eso ocurriera, la economía nacional, y por ende Meade, podría tener un 2017 bastante más promisorio de lo que muchos esperan.

Pero Osorio y Meade no son los únicos que podrían aspirar a la candidatura priista: Aurelio Nuño sigue siendo una opción, quiere estar ahí Eruviel Ávila, se está hablando de José Narro Robles y José Calzada y se mantiene a la expectativa Manlio Fabio Beltrones. Si para Meade y Osorio la construcción de una candidatura será compleja y tendrá que superar escollos, para todos los demás, con mucho menor conocimiento público (salvo en el caso de Beltrones), la tarea se antoja, por lo menos hoy, demasiado cuesta arriba.

Una señal de cómo se decidirán las cosas las tendremos en el Estado de México. En algunas semanas, máximo dos meses, el PRI tendrá que definir su candidatura para la elección estatal que marcará, en muchos sentidos, el rumbo político hacia 2018. No queda claro cómo elegirá ese candidato: tampoco el método o el perfil. La lista de aspirantes sigue aumentando, con la declaratoria abierta de Ernesto Nemer, una buena opción que se suma a Alfredo del Mazo (para algunos demasiado cercano al presidente Peña), Carolina Monroy, Ana Lilia Herrera, José Manzur y esa otra buena opción que es Carlos Ituarte. La baraja es muy amplia y también lo son los perfiles a los que puede recurrir el priismo. Pero en esto, como en muchas cosas, tanto o más importante que el objetivo buscado es conocer el mecanismo que permite llegar a él. Y el mecanismo de  decisión que se utilizará en el Estado de México no puede ser demasiado diferente al que el PRI tendrá que usar en la presidencial. Salvo que se asome la derrota en esos comicios y todo cambie.

 

LA AMENAZA DE LA CÁRCEL

Uno de los mayores costos en términos del establishment que pagó Donald Trump en el debate del domingo pasado fue por su amenaza de meter a Hillary Clinton a la cárcel. Primero porque, al igual que en México, un gobernante no puede meter a alguien a la cárcel, por lo menos no respetando la legalidad, porque se le ocurre. Para eso están las fiscalías y los ministerios públicos si se acredita un delito. Y segundo, porque los estadunidenses han comprendido que ésa no es una vía que genere estabilidad. Por eso Trump llegará al 8 de noviembre sin el respaldo de los principales dirigentes republicanos.

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