03-11-2016 En el 2008 publicamos junto con Ana María Salazar, un libro titulado El enemigo en casa, drogas y narcomenudeo en México (Taurus). Un texto que tiene vigencia al día de hoy y que hizo preguntas que siguen sin respuesta, entre ellas qué hacer con el consumo de drogas.
El libro incluye un debate sobre la legalización de las drogas en el que participamos los autores (Ana María y un servidor), Leo Zuckerman, Jorge Chabat, el entonces diputado Jorge Díaz Cuervo y Luis Solís Rojas, que era entonces director de prevención de los Centros de Integración Juvenil. Leo y Díaz Cuervo eran, desde entonces, partidarios de la legalización de la marihuana. Los demás veíamos con muchas prevenciones esa posibilidad, salvo Solís que era un firme partidario de la prohibición.
Han pasado ocho años pero muchas de las opiniones que allí están recogidas se podrían aplicar sin modificaciones al día de hoy. Decía Ana María que no era un momento propicio para legalizar las drogas pero que ese no era el debate correcto, como tampoco decidir si se debía invertir más o menos dinero en el combate al narcotráfico, sino cómo evitar que nuestros hijos consumieran drogas. Díaz Cuervo insistía en que el tema debía abordarse desde la óptica de la salud pública y pensar en una legislación que sacara de la clandestinidad la marihuana para evitar que sus consumidores fueran vistos como delincuentes.
Luis Solís desde su vivencia cotidiana en los Centros de Integración Juvenil era pesimista respecto a los beneficios de la legalización, platicaba de la experiencia holandesa y decía que cada día hay más evidencia de que el consumo de tabaco y marihuana sirve como puente para el consumo de drogas más duras.
Zuckerman decía que la pregunta es si la prohibición desalienta el consumo, y que la respuesta es un contundente no. Sostenía que cuando el Estado prohíbe algo no puede regularlo y quien acaba regulando ese mercado es el crimen organizado. Por eso, decía, es más fácil, en Estados Unidos o en México, conseguir una dosis de droga que una botella de alcohol. Leo proponía la legalización de la marihuana (e incluso de la cocaína) en un mercado regulado por el Estado. Con dos consideraciones, que hubiera un control muy estricto para evitar la venta a menores y utilizar el dinero proveniente de la venta de esas drogas legalizadas para hacer campañas contra las adicciones.
Chabat opinaba que había que diferenciar despenalización de legalización e insistía en que había que avanzar en la primera, para no criminalizar a los consumidores, porque la segunda no estaba seriamente en la agenda de Estados Unidos ni de México. Mi opinión, desde entonces hasta ahora, era que el problema había que entenderlo como un desafío de salud pública y desde allí analizar si se debía legalizar o no, pero siendo concientes de que la legalización de la marihuana o de cualquier otra droga, no resolverá de ninguna forma la violencia y la inseguridad, que es otro fenómeno que tiene que ser atacado con otro tipo de estrategia.
El tema es abordado con mucha más profundidad y en forma obviamente más extensa en el libro, pero creo que esas posiciones siguen vigentes. Pero algo puede cambiar todo el escenario: la legalización de la marihuana en los Estados Unidos.
En las elecciones del martes, lo recordaba ayer Zuckerman, no sólo se elegirá al nuevo inquilino de la Casa Blanca y se renovará parte del Congreso, en muchos estados está a consulta la legalización de la marihuana para uso recreacional. Entre ellos están California, Massachussets, Maine, Arizona y Nevada, que se unirían así a Colorado y Washington (también Alaska) en las que el uso recreacional está permitido. En muchos otros estados lo que se permite es el uso medicinal, aunque el mismo pasa, simplemente, por presentar una receta que en la mayoría de los casos la entrega el propio dispensario de marihuana.
Si todos esos estados de la Unión Americana legalizan el martes la producción, venta y consumo de marihuana para uso recreacional deberemos modificar profundamente nuestra visión y estrategia sobre el tema. Puede ser que la Casa Blanca o el gobierno federal insistan en considerar la marihuana como una droga ilegal pero lo cierto es que en más de la mitad de los Estados Unidos la droga será legal y de venta libre. No es casual tampoco, que en todos esos estados, comenzando por California, hace ya mucho tiempo que la mayor parte de la marihuana que se consume se produce dentro de los propios Estados Unidos y cada vez en forma más legal.
Más allá de Hillary o Trump, si la legalización de la marihuana se impone en las consultas del martes, debemos pensar seriamente en la legalización y asumir que ello garantizará ciertos derechos y libertades, pero definitivamente no será una panacea para la inseguridad y la violencia que azotan a nuestro país. Esas se deben resolver de otra forma.