17-02-2017 Conocí a Marcelo Odebrecht, el más importante empresario brasileño durante el gobierno de Luis Inácio Lula da Silva, durante una de esas magníficas reuniones que organizaban (no sé si se siguen organizando) un grupo de empresarios latinoamericanos, entre ellos en forma destacada Carlos Slim, llamada de padres e hijos.
Los empresarios y sus descendientes, algunos muy jóvenes, otros ya con grandes responsabilidades en sus empresas, se juntaban regularmente en algún país de la región durante dos o tres días, había conferencias, encuentros, comidas y música. Me invitaron a ir como conferenciante sobre seguridad a Brasil hace unos seis años, apenas comenzaba el gobierno de Dilma Rousseff pero la figura del encuentro fue, sin duda, Lula.
En la apertura Odebrecht (el encuentro se realizaba en una isla que entendí era de su propiedad) lanzó un discurso que me llamó profundamente la atención: presumió el momento que vivía Brasil, el auge de sus empresas y obras, cantó loas al gobierno de Lula pero lo que más destacó es que gracias a ese crecimiento lograría lo que más deseaba: en uno o dos años sería más rico que Carlos Slim.
Pero Odebrecht nunca lo logró: tres años después comenzaron una serie de investigaciones de corrupción que han terminado llevándolo a la cárcel (a él y a otro centenar de personajes de alto y mediano nivel, además de provocar la caída de la presidenta Rousseff y el proceso contra el propio Lula) de la que saldrá antes de concluir su condena porque aceptó una multa de 3 mil 500 millones de dólares, impuesta por Estados Unidos y Suiza, la más alta de la historia y se convirtió en testigo colaborador: él y sus principales funcionarios delataron toda la red de sobornos que le habían permitido crecer con tanta rapidez.
Los sobornos abarcaron todo el territorio y todos los gobiernos. En México, lo documentado por la confesión de Odebrecht, es un soborno de diez millones de dólares pagados a funcionarios gubernamentales en los últimos años. Todavía existe secreto de sumario pero muy pronto se sabrá quién o quiénes fueron los beneficiarios.
Hoy el procurador Raúl Cervantes está en Brasil para un encuentro con sus homólogos del continente para iniciar una investigación conjunta del caso. Habrá responsables y costos. Es el caso de corrupción más amplio y documentado de la historia de la región. Es tan amplia la confesión, tan escandalosa la corrupción, que en este caso no podrá quedar impune, ni en México ni en el resto de la región.
La llegada de Josefina
Más tarde de lo deseable, Josefina Vázquez Mota se registrará, seguramente el domingo, como candidata del Partido Acción Nacional para el estado de México.
Quedan, sin duda, puntos por definir, sobre todo en torno a los espacios que reclama el grupo de Ulises Ramírez, pero ya se cubrió uno de los principales expedientes que estaban pendientes: la resolución de la Auditoria Superior de la Federación, que exoneró por completo a Josefina y a la organización Juntos Podemos, de cualquier mal manejo de los 900 millones de pesos que recibió para canalizar hacia organizaciones de migrantes. Era un paso clave porque de otra forma esa denuncia hubiera sido un lastre en toda la campaña.
Lo otro que estaba pendiente, la resolución del Tribunal Electoral sobre el método de selección directa, deberá estar solucionado en las próximas horas, aunque existe la posibilidad de que el grupo de Ramírez vuelva a presentar la impugnación.
El tema es que esto tiene mucho más que ver con el 2018 que con el estado de México. Los tres principales aspirantes panistas apuestan a métodos de selección diferentes: Ricardo Anaya podría ir vía designación directa (por encuestas) o elección sólo de militantes; Margarita Zavala elección abierta o designación por encuestas; Rafael Moreno Valle quiere elección interna, de preferencia abierta.
La forma en que se designe el candidato (en este caso será candidata) en el Edomex tendrá influencia en la forma en que se procese la candidatura del 2018: por eso, Ulises Ramírez, bajo el cobijo de Moreno Valle, ha impugnado el proceso, ya que quiere ir hacia la elección interna. Y hace dos semanas, en la reunión del Consejo, el ex presidente Felipe Calderón pidió todos los documentos de esa impugnación para conocer cuáles son los argumentos legales y ver, me imagino, si Margarita pudiera utilizarlos, si fuera necesario, a la hora de decidir el método de selección.
Para el PAN es mucho lo que está en juego pero no tiene asegurado nada. La elección, si se incorpora Josefina, será definitivamente de tercios aunque como casi siempre sucede, al final se terminará polarizando entre dos. Será difícil que el ganador tenga más de 35 por ciento y eso hace competitiva a Josefina, pero también a Delfina Gómez y a Alfredo del Mazo, en una campaña que dependerá, por igual, de aparatos, de esquemas de unidad, de movilización pero sobre todo de las expectativas de la gente.