Poco a poco los contrapesos institucionales y la realidad están doblegando el ímpetu de los más radicales que acompañan a Donald Trump.
La gran noticia de ayer fue que Steve Bannon, el mentor ideológico de Trump, el hombre de la ultraderecha que fue quien terminó controlando la línea radical de la campaña, el que se especializó en la propaganda sucia y las llamadas fake news, ha tenido que dejar su posición más importante: su silla en el Consejo Nacional de Seguridad, el espacio donde mayor información secreta se maneja en la Casa Blanca, el vínculo entre agencias de inteligencia y fuerzas militares, y donde se suelen diseñar las estrategias de seguridad del gobierno de ese país.
Nunca alguien sin experiencia en el área, y sin un cargo directo en ella, se había sentado en ese consejo, y desde que llegó a la secretaría de la Defensa el general John Mattis, era evidente que habría un enfrentamiento con Bannon. Mattis, como John Kelly y otros altos mandos de la administración Trump en áreas de seguridad, son personajes de línea dura, pero con experiencia militar y política. Bannon es un ideólogo que quería romper el sistema desde adentro, que navegó entre portales web y la producción de películas y documentales, pero cuyas posiciones hacían peligrar la estabilidad geopolítica.
Bannon es uno de los más fervientes partidarios del acuerdo con Rusia; es de los que apoya el Brexit y ladisolución de la Unión Europea; fue el ideólogo de la ley migratoria frenada dos veces por la justicia; identifica al mundo musulmán, casi sin distingos, con el terrorismo radical; es antimexicano confeso, misógino y partidario de un profundo aislamiento internacional y comercial. Los generales Mattis y John Kelly (el primero en la Defensa, el segundo en el Homeland Security) consideran a Rusia un adversario estratégico; saben, después de años de servicio,que hay que hacer diferencias en el mundo musulmán, y conocen también, más allá de diferencias, la estrecha colaboración que mantienen con México en ámbitos estratégicos de la seguridad. Ni hablemos de la importancia que le dan a la OTAN.
Aquí comentábamos cómo en su primera plática telefónica, Mattis le pidió al general Salvador Cienfuegos que esa relación entre los dos ejércitos siguiera siendo tan buena como lo había sido en el pasado y le aseguró que nada cambiaría en ese sentido. Kelly en su visita a México expresó lo mismo a sus interlocutores y en particular al secretario de la Defensa, al que conocía de su paso por el comando sur. Esa contradicción no se podía mantener y Bannon fue reemplazado por mandos militares y de inteligencia en el CSN.
Ayer mismo, Kelly reconoció ante un Senado muy escéptico sobre la propuesta de Trump de construir un muro en la frontera para el que pide 21 mil millones de dólares,que finalmente no habrá tal, o por lo menos no lo habrá como insiste Trump, de cemento y continuo de un mar a otro. Eso no es posible dijo Kelly, que aceptó que en algunos lugares habrá barda, en otros una valla, en algunos más,control electrónico y en otros lugares simplemente nada. También desmintió que como medida disuasoria se fuera a separar a padres de sus hijos a la hora de la deportación. Al mismo tiempo, Wilburt Ross, el secretario de Comercio, dio a conocer las bases de la renegociación del Tratado de Libre Comercio y no hay puntos extraños o que salgan fuera de los parámetros normales
El único muro que se ha elevado frente a él y al que se enfrenta Trump, es el de la realidad. La mayoría de sus grandes propuestas no se sostienen, tampoco puede cerrar las puertas del comercio ni dinamitar la relación con aliados estratégicos, desde México hasta la Unión Europea, no puede alejarse de Japón, Corea del Sur, o Alemania sin pagar consecuencias.
Nadie asegura que Trump ha perdido los arrestos, pero de lo que no cabe duda es que en la confrontación con la realidad, como siempre, ésta se ha impuesto al ideologicismo. Es el principio del fin de Bannon. Ojalá por estos lares algunos también comprendieran que ciertos asesores, con fuertes y extrañas influencias, juegan con su propia agenda, no con la de sus jefes.
La doble B
Decía Groucho Marx que “no es la política la que crea extraños compañeros de cama, sino el matrimonio“. Es una verdad a medias, a veces la política nos sorprende con enlaces imposibles de concebir.
En una ocasión que comimos con el senador poblano Miguel Barbosa, éste se cansó de criticar, con dureza y casi siempre con acierto, a su paisano Manuel Bartlett. Cuando Manuel fue secretario de Gobernación y luego gobernador, según Barbosa, se cansó de perseguir a la izquierda y le parecía inconcebible que López Obrador, con el que era profundamente crítico también, se hubiera acercado tanto a Bartlett.
Imposible no recordar esa comida cuando vi ayer la foto de Barbosa y otros ex perredistas integrándose a la bancadade senadores del PT (al que el PRI le salvó el registro en Aguascalientes), con el jefe Bartlett al frente. Perdón Groucho, pero la política también hace extraños compañeros de cama.