27-04-2017 La elección del estado de México sigue estando a tercios, con la novedad de que Juan Zepeda, el candidato perredista está haciendo bastante mejor papel de lo que se esperaba.
Por eso era interesante el debate del martes. Si quisiéramos sintetizar ese encuentro en unas pocas palabras diríamos que vi mejor a Josefina Vázquez Mota, evidentemente muy preparada; Alfredo del Mazo resistió bien los embates; Zepeda demostró que tiene con qué contender y a Delfina Gómez se la observó como lo que es: una mujer directa pero limitada en su expresión y creo que también en propuestas que vayan más allá de pedir que voten por Morena, sin contestar una sola de las acusaciones que le hicieron por lo menos otros tres candidatos.
Josefina y Alfredo se mostraron los dientes, se lanzaron algunos tarascones, más la panista que el priista, aunque no creo que se hayan sacado mucha sangre. Ambos impusieron sus ideas para sus partidarios y buscan, los dos, acercarse a ese amplísimo abanico de electores que no tiene tomada aún su decisión. Estuvo mejor Josefina porque sus denuncias fueron mejor elaboradas, directas y sustentadas, tanto contra Del Mazo como contra Delfina. Al primero, al “primo del presidente” por sus supuestas relaciones con OHL (por cierto involucrada en un nuevo y grave delito de sobornos en España utilizando sus oficinas en México) e Higa por el indefendible negocio del viaducto Bicentenario; y contra Delfina por los descuentos a los salarios que hizo a los policías de Texcoco para financiar a su partido. Alfredo desestimó esas acusaciones, Delfina nunca las contestó, como tampoco respondió a la acusación de Zepeda de que se había otorgado un bono de 400 mil pesos cuando dejó la presidencia municipal. Vázquez Mota estuvo bien, con enjundia y buen tono.
Del Mazo estuvo en su papel. Tiene estilo para dirigirse a la gente y nunca perdió los papeles ante las acusaciones, aunque en ocasiones tuvo respuestas endebles, como cuando mostró una foto en un acto público de Josefina con Yarrington o de Delfina con un secuestrador, argumentando, con razón, que eso no los hacía a ninguno de ellos delincuente. Lo podrían haber atacado por eso, pero no lo hicieron. Del Mazo resistió y eso para él era lo más importante.
El discurso y las propuestas de Delfina son confusas. Mostró una lámina con un plan de transporte público donde dijo que construiría “cuatro líneas nuevas” (¿de Metro? ¿de transporte terrestre? nadie supo) pero que en realidad, agregó, presentaría en otra oportunidad. Presentó una lámina donde decía que la corrupción se llevaba el 53 por ciento del presupuesto del estado de México, nada menos que 117 mil millones de pesos y dijo lo que haría con esos recursos, pero no explicó nunca de dónde había sacado esa cifra, o como la recuperaría, e incluso creó una pequeña confusión en su primera intervención cuando dijo que ella sí había votado por el gasolinazo (en realidad lo que quería decir era lo contrario). Su discurso es, y no resulta nada menor, uno solo: no voten por ninguno de los demás, voten por Morena, y Morena es López Obrador. No analicen propuestas, tengan fe.
Zepeda es un buen candidato, muy en tono PRD. Lo hace bien y conecta con la gente. En las encuestas ha pasado de un dígito a dos. Hizo una fuerte denuncia contra Delfina, se deslindó de Josefina y Alfredo. Ganará votos con su participación. La duda, al igual que sucede con su campaña,es a quién se los quitará: muchos creen que a Delfina pero en ese 45 por ciento de electores que dicen que jamás votarían PRI, puede haber de todo. Ahí impera el antipriismo, y de ahí se alimentan Josefina y Delfina, pero ahora también Zepeda.
De los otros participantes un par de comentarios. Oscar González del PT, sin desdoro de su persona, no tiene con qué competir. Esas balandronadas de que meterá a la cárcel a Eruviel Ávila y a Enrique Peña no tienen sentido en un candidato a gobernador que lo que aspira es a mantener el registro. No entiendo por qué el PT no siguió en su alianza con el PRD. Les hubiera ido mejor.
Teresa Castell, la candidata independiente sabe hablar, manejarse, pero el discurso independiente a secas no dice nada. Responsabilizar a los partidos de todo, tampoco. Es muy buena. Lo suyo refleja un enorme potencial político personal, desperdiciado en una opción que, en este contexto, no puede cuajar.
Javier Solórzano, el moderador, como siempre muy bien. Javier es un tipo y un profesional magnífico que, además, creo que tiene más experiencia que cualquiera de nosotros en este tipo de encuentros. Lo que no sirve es el modelo de debate. Seis son muchos y el debate, como tal, no existe. Resulta ser una suerte de monólogos compartidos donde, además, al tener cámaras fijas con planos cerrados sobre cada uno de los participantes, se nos quita incluso la posibilidad de observar el panorama general de los participantes, sus gestos, sus reacciones, su lenguaje corporal. La elección mexiquense sigue abierta, a tercios y con un cuarto que algo tiene para mostrar.