México ante Venezuela: es la hora de exigir
Columna JFM

México ante Venezuela: es la hora de exigir

19-06-2017 La reunión de la OEA que se realizará hoy en Cancún redefinirá la política exterior de México hacia la región. Y la clave está en la posición que tome nuestro país ante el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.

 

Cada vez que se aproxima una condena contra Maduro, hay quienes claman en México por la violación de nuestra tradicional” política de no intervención en terceros países. López Obrador usa ese argumento cada vez que le preguntan sobre Venezuela, pero no tiene problema en hacer durísimas críticas a otros países, otros gobiernos y otros personajes internacionales cuando le conviene, o en exaltar al sistema cubano, y decir que Fidel Castro fue el Mandela” (haga usted el favor) de América latina. La no intervención es y fue otra cosa y estuvo determinada en buena medida como una política de protección interna ante las presiones que generaba la guerra fría. Pero cuando tuvo que intervenir sobre todo en relación a violación extrema de derechos humanos o para preservar la seguridad y los intereses nacionales, México ha intervenido y ha escrito, de paso, algunas de las mejores páginas de nuestra política exterior.

En 1973 México rompió relaciones diplomáticas con Chile, tras el golpe de Pinochet y aceptó a miles de asilados políticos en nuestra embajada de Santiago, y mantuvo una política de constante denuncia contra esa dictadura en todos los foros internacionales. La labor de la diplomacia mexicana en Chile fue notable y el desempeño del embajador Gonzalo Martínez Corbalá fue reconocida a nivel internacional. Unos pocos años después, ante el golpe en Argentina, México no rompió relaciones pero se constituyó en un puente notable para permitir el asilo a miles de perseguidos y como plataforma de denuncia diplomática constante sobre la violación de los derechos humanos en ese país. No olvidemos además que en la embajada mexicana en Buenos Aires estuvieron asilados durante tres años el perseguido ex presidente Héctor Cámpora y durante seis años Juan Manuel Abal Medina, un dirigente cercano a Montoneros. La relación de México con Argentina, no se normalizó hasta el regreso de la democracia a ese país, en 1983.

En 1981 México junto con Francia hicieron una notable declaración en la que se reconocía al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional como fuerza representativa  de ese país, para que participara directamente en las negociaciones de paz con el gobiernos salvadoreño, despertando la ira del gobierno estadounidense. Dos años atrás, México había apoyado abiertamente al Frente Sandinista en la derrota de la dictadura de Somoza en Nicaragua, tanto que luego de la caída de la dictadura, en Managua calificaban al embajador mexicano como el décimo comandante” (el FSLN tenía nueve, informalmente el embajador era considerado el décimo). Para esos años, México se confrontó directamente con la dictadura guatemalteca cuando permitió la instalación de miles de refugiados de ese paíen campamentos en la frontera común.

La lista sería interminable. En el caso de Venezuela, no se pude proceder en forma diferente a lo que se ha hecho con Chile, Argentina, El Salvador, Nicaragua, Guatemala. Estamos hablando de un gobierno profundamente corrupto, que ha acabado con la democracia en ese país, que tiene presos políticos acusados, simplemente, de ser opositores, que ha acabado con la prensa opositora, que no reconoce y ha desmontado sistemáticamente las instituciones y que ahora quiere terminar de acabar con ellas con una asamblea constituyente a modo. La pobreza, la represión y la falta de derechos se enseñorean en Venezuela y la comunidad internacional debe exigir el regreso de las instituciones democráticas en ese país como lo hizo México durante los años de las dictaduras de centro y Sudamérica.

Venezuela, además, ha intervenido e interviene en la política mexicana. Ya hemos contado aquí como en septiembre del 2006 una de las hijas de Hugo Chávez llegó a México con una identidad falsa para reunirse y ofrecer apoyo a los fuerzas de López Obrador. Hasta el día de hoy, la relación del chavismo con fuerzas políticas como Morena es constante y fluida. Las declaraciones del gobierno de Maduro contra el mexicano son constantes, siempre insultantes y descalificadoras, como lo son con muchos otros países de la región como Colombia.

Durante años no se condenó al régimen de Chávez, porque en la bonanza de los precios del petróleo, Venezuela pagaba ese silencio de sus aliados, sobre todo en el Caribe, con barriles de crudo a precio muy inferior al del mercado. El respaldo económico que dio a Cuba fue, proporcionalmente al tamaño de la economía, mayor al que en el pasado la isla recibía de la Unión Soviética. Pero con la caída del precio del petróleo todo se derrumbó, comenzando por una economía venezolana que tiene la mayor inflación mundial y soporta una crisis derivada en forma directa de la corrupción y la pésima administración de los años de bonanza. Cuando con la crisis comenzaron las protestas y sobre todo cuando la oposición unida ganó la mayoría en el congreso, el régimen ya en manos de Maduro por la muerte de Chávez, simplemente se lanzó a la represión, le quitó todas las atribuciones a la asamblea legislativa, creo instituciones controladas porel régimen para suplantarlas y cada vez que alguien desde el propio poder trata de responder a Maduro, es descalificado, como ocurre ahora con la propia fiscal general.

Al mismo tiempo, las fuerzas armadas venezolanas se han convertido en uno de los principales operadores del narcotráfico en toda la región, acaparan la distribución y comercialización de alimentos y medicinas y son el único sostén del gobierno de Maduro, aunque incluso en esa élite militar comienzan a darse divisiones.

En la reunión de la OEA en Cancún, México debe mantener la posición que asumió desde hace algunos meses y exigir la liberación de los presos políticos en Venezuela al tiempo que se demanda el regreso de la democracia con elecciones libres que puedan ser supervisadas internacionalmente. Esa es la justa tradición diplomática de nuestro país contra las dictaduras de la región.

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