​Partidos en el imperio de la confusión
Columna JFM

​Partidos en el imperio de la confusión

25-07-2017 Los partidos, todos, están tan entusiasmados con el 2018 que están perdiendo de vista la realidad. O por lo menos su realidad. En el PRI a menos de tres semanas de su asamblea nacional, el tema gira en torno a si habrá o no consulta a la base para la selección de candidato, mientras que un grupo comienza a acercarse, sea como amenaza o como una mejor forma de negociación, hacia el polo de izquierda que plantea el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas (y que es la opción preferida, aunque con matices, de Miguel Mancera) y ahí estuvieron juntos, celebrando el cumpleaños de Porfirio Muñoz Ledo.

 

El mecanismo de consulta a la base está en los estatutos del PRI pero, si el tricolor confunde ese mecanismo con una elección abierta, se meterá inevitablemente en problemas. Tienen que llegar a una decisión consensuada entre los diferentes factores de poder y que esté avalada por el presidente Peña porque si no el PRI se destruirá. En las elecciones abiertas de candidatos, al PRI nunca le ha ido bien, y cuando se ha producido una ruptura entre el partido y el presidente (¿qué mejor ejemplo que el 2000 a partir de la 17 asamblea que impuso los llamados candados?) es un llamado a la derrota. 

Y hoy hay fuertes tensiones en el priismo que no le permiten ver que si no construye una candidatura fuerte con base en aliados partidarios y sociales no podrá salir adelante en el 2018, salvo que se dé una pulverización notable de las fuerzas políticas. El problema del PRI no es el método de selección, sino qué tipo de candidato quiere para defender,qué programa y hoy eso parece ser, todavía, confuso. Asumiendo que, además, no pueden ir al 2018, habiendo roto con el presidente Peña.

Hay quienes en el PRI especulan con esa pulverización partidaria como opción para ganar. No terminan de comprender que todos los partidos y las candidaturas se pueden pulverizar, pero que la de Morena con López Obrador no lo hará: pasan los meses y los números de López Obrador, contra quien se lo ponga, siguen en 30 puntos porcentuales. Eso quiere decir dos cosas: que si no aparecen un par de candidaturas fuertes y la distribución del voto sigue como hasta hoy, sus posibilidades crecen dramáticamente. Pero también se comprueba que esos 30 puntos son su techo. Van tres elecciones federales, incluyendo la que viene en el 2018, en que el líder de Morena se topa con ese techo electoral, poco más poco menos, que no logra trascender por el volumen de negativos que arrastra, similares, por cierto, a los del PRI. La única diferencia es que el PRI en la medida en que pueda abrir socialmente su candidatura podría hacer más viable su candidatura. En el caso de Morena eso no es así: López Obrador, para bien o para mal, es inamovible.

En ese sentido el tema del Frente PAN-PRD adquiere una fuerza notable, aunque se siguen tropezando con un tema central: qué candidato y elegido de qué manera. Un aspirante independiente se ve difícil por la sencilla razón de que no se percibe ningún perfil que sea viable. Por la diferencia en expectativas de voto, todo hace suponer que será el PAN el que llevará mano en la candidatura presidencial. Entre los panistas no hay duda de que Margarita Zavala funciona mejor que Ricardo Anaya o Rafael Moreno Valle, pero en una elección abierta, como pide el ex gobernador de Puebla, sus posibilidades crecen. Margarita cree que incluso solos pueden ganarle a López Obrador. Rafael apuesta a una alianza con el PRD, pero incluso de acuerdo a cómo se den las cosas en el PRI, cree que podría sumar priistas, además de Nueva Alianza e incluso el Partido Verde. El Frente puede ser una realidad, pero antes veremos muchos acomodos internos en sus principales fuerzas para que se termine conformando.

La distancia creciente del PRI con Nueva Alianza y sobre todo con el Verde, no es una simulación, una forma de presionar para una alianza inevitable en el 2018. La misma por supuesto que puede darse, pero el PRI, opinan esos partidos, no ha sido generoso con ellos. Entre los dos, según las más recientes encuestas, representan cerca de 9 puntos y en el estado de México, pese a que no se pueda hacer una medición exacta, aportaron lo suficiente como para superar a Morena. 

En el caso del Verde, la distancia, que se ha reflejado en el congreso e incluso en el “destape” por Pablo Escudero de Carlos Puente para la presidencia, tiene origen en Chiapas, el único estado donde el Verde gobierna con Manuel Velasco y donde el intento de imposición de Roberto Albores, que lleva siete años como presidente estatal del PRI sin dar resultados, ha distanciado notablemente al gobernador, a su partido y al PRI. Una distancia que puede reflejarse en los acuerdos para el 2018 (cuando también hay elecciones en Chiapas). El PRI tiene que ganar aliados, no perder los que le quedan.

Decía George Orwell que “ver lo que está frente a nuestros ojos requiere de un esfuerzo constante”. Es verdad, quizás por eso a nuestros partidos, tan poco dados al esfuerzo de cualquier tipo, les cuesta tanto ver su propia realidad.

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