El dedo de Morena: Andrés Manuel y sus hijos
Columna JFM

El dedo de Morena: Andrés Manuel y sus hijos

28-08-2017Para mi hermana Silvia

Dice Claudia Sheinbaum que su designación como candidata de Morena en la ciudad de México es considerado un dedazo de López Obrador porque es mujer, que si fuera hombre nadie lo calificaría así. Sheinbaum es una mujer suficientemente inteligente como para saber que eso es una absoluta tontería. Es utilizar un recurso que ha sido válido, la discriminación de género, para tratar de ocultar un hecho evidente: hubo un dedazo en su favor. Y tampoco en sí mismo está mal. Lo grave, lo que molesta, es que en Morena le quieran tomar el pelo a los ciudadanos y a su militancia. Si ésta lo acepta bien, pero lo demás no tenemos por qué hacerlo.

 

Es un dedazo porque nadie ha sabido cómo se levantó la encuesta, en qué ámbitos, con qué muestra y qué preguntas, si fue en domicilio o telefónica o en la calle. Los dicho de Yeidckol Polenvsky de que existe en Morena un secretísimo departamento que nadie conoce ni quién dirige ni dónde opera que es el que hace las encuestas, confirmaría varias cosas: primero, que no tienen seriedad ni profesionalismo en el tema y segundo, porqué siempre las encuestas de López Obrador salen cuchareadas en su favor, quizás por eso siempre cree, o le hacen creer, que gana y que le robaron las elecciones. Por eso pedía Ricardo Monreal y se lo negaron, que hubiera encuestas paralelas. Tampoco es verdad lo que ha dicho Claudia de que todos avalaron las reglas: o mejor dicho, lo que se hizo no era lo que estaba contemplado en las reglas. 

No hubo una encuesta, si algo se hizo fue un ejercicio secretísimo, que, como adelantamos, hicieron López Obrador y sus dos hijos, Andrés Manuel y José Ramón (que demuestra en redes sociales ser de una patanería insoportable con cualquiera que no sea de los suyos) que son quienes controlan Morena en la ciudad de México y el estado de México. Hace tiempo, meses, que estaba decidido que la candidata sería Claudia y todo lo demás fue una faramalla para evitar que el candidato fuera Monreal. Es tal el engaño que, incluso, Martí Batres asegura que él quedó segundo en la consulta y Ricardo tercero y nadie sabe si tomaron en cuenta a Mario Delgado o no, quien de todas formas se apresuró a aparecer en la foto adelantando los resultados y levantándole la mano a Claudia.

Lo que molesta, insistimos, no es la designación: cada partido tiene el derecho de elegir a sus candidatos como quiere. Tampoco el problema es Sheinbaum: es una mujer capaz, preparada y, además, incondicional de Andrés Manuel. Tiene sus méritos, más allá de que pensemos de que no es el mejor perfil para gobernar la ciudad. Pero eso, insistimos, es una decisión de Morena. Lo que molesta es el engaño y el secretismo. La forma cerrada, soterrada en que se actúa mientras se habla de una democracia interna que no existe. Es una forma de hacer y entender la política que se debe tomar en cuenta cuando se evalúa quién y cómo puede gobernarnos. 

El silencio de Andrés Manuel es parte de ello: hoy parte a Los Angles a presentar otro de sus libros (vaya que es prolífico). No sé por qué cuando me enteré de la graciosa huida recordé aquella película de Woody Allen “Robó, huyó y lo pescaron”. Casualidades cinematográficas. Lo cierto es que por menos de eso Ricardo Anaya está siendo, con toda razón, golpeadísimo en el PAN. Pero López Obrador no se digna decirnos ni una palabra sobre el dedazo capitalino.

Quién sabe qué hará Monreal. Hace veinte años dejó el PRI y se fue al PRD que entonces presidía López Obrador porque le cerraron el camino para ser candidato por el tricolor luego de una carrera de intensa fidelidad al PRI. Dos décadas ha pasado siendo leal a Andrés Manuel, en las buenas y en las malas. Pero cometió el pecado de tener personalidad política propia. Y eso Andrés Manuel no lo tolera: se pueden robar elecciones (Bartlett), cometer delitos electorales (Korrodi) o ser socio de Pinochet (Romo) y tener un lugar destacado en Morena, pero es imposible tener una personalidad política propia. 

Dicen que Andrés Manuel ha cambiado. Quizás lo ha hecho, pero para mal: por lo pronto, ahora el poder en Morena es suyo compartido con sus hijos, los hermanos López Beltrán, Andrés y José Ramón

Gamboa dice

Hay que reconocer que desde 1982 Emilio Gamboa no se ha equivocado con un tema clave: saber quién será el candidato priista en las elecciones presidenciales. Interrogado el jueves en el senado dijo que hay cuatro posibles en su partido: José Antonio Meade, Miguel Ángel Osorio, Aurelio Nuño y José Narro. No le gustó a Eruviel Ávila ni a Enrique de la Madrid, pero me temo que Gamboa no suele equivocarse en estos temas. Sean los cuatro o los seis, la baraja priista es amplia. No pueden cometer el error de Morena o el que está cometiendo el PAN: deben decidir qué método de elección quieren aplicar, el que sea, pero no deben engañar a sus militantes y a la gente.

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