Las Vegas, Cataluña, Chiapas
Columna JFM

Las Vegas, Cataluña, Chiapas

04-10-2017 La masacre de Las Vegas pone de manifiesto, una vez más, la irracional política estadounidense de vender armas de asalto en forma indiscriminada y sin control alguno y, en estados como Nevada, donde se encuentra Las Vegas, la posibilidad no sólo de adquirirlas con esa permisividad sino también de portarlas libremente en cualquier espacio público. 

 

El asesino de Las Vegas, Stephen Paddock, de 64 años,no era un terrorista ni tenía filiación ideológica alguna, mucho menos era un yihaidista o miembro de ISIS. Era un blanco, jubilado, con recursos económicos (tenía dos avionetas privadas), ludópata y un poco ermitaño, aunque le gustaba ir a conciertos de música country, como el que atacó este domingo en la noche.

El problema de la violencia en Estados Unidos tiene un denominador común que no son ni los terroristas ni los migrantes, ni siquiera, en sí mismo, el alto consumo de drogas que existe en la Unión Americana: se trata de las armas. Hay nueve armas por cada diez habitantes. Ningún país del mundo, mucho menos en entre las naciones democráticas e industrializadas tiene un porcentaje siquiera similar de civiles armados y sin control alguno por las autoridades. 

Para comprar un rifle de asalto simplemente hay que tener 21 años y pasar una consulta que hace el vendedor por internet. En las ferias de armas ni siquiera ese requisito se cumple. Según la organizacióngunviolencearchive.org en lo que va de este año ha habido 11 mil 652 muertos por disparos de armas de fuego, y unos 23 mil 500 heridos. Entre ellos 545 niños menores de once años y 2 mil 400 de entre 12 y 17 años. El tiroteo masivo de Las Vegas es el que más víctimas ha causado, pero ni remotamente es el único: ha habido, en lo que va de este año, 273 tiroteos masivos que han ocasionado más de cuatro muertes cada uno de ellos.

En Estados Unidos mueren, por disparos de arma de fuego, 31 personas por cada millón de habitantes, en Alemania apenas dos, en Inglaterra una persona por cada millón, en Japón es una persona por cada diez millones. En México, la tasa es de 122 personas por cada millón de habitantes, en medio de la guerra entre cárteles de la droga y su enfrentamiento con las autoridades. Pero para comprender estos números hay que asumir que la tendencia en Estados Unidos y en México se han venido incrementando en forma constante desde que en 2004 la administración Bush acabó con una ley de Bill Clinton que ponía límites mucho más estrictos a la venta de armas largas y de asalto. 

Desde entonces no sólo se han disparado los asesinatos masivos en la Unión Americana, sino que existe una relación directa entre el acceso a esas armas, con la generación de violencia de los cárteles en México. No es una casualidad que desde 2004 se desatara una violencia inédita en nuestro país que ocasiona, desde entonces, unas 20 mil muertes al año.

Sin embargo, no habrá cambios. El apoyo de la Asociación Nacional del Rifle fue decisiva para el triunfo de Trump y la contraprestación que demanda es que no haya regulación alguna a la venta de armas. 

Mientras tanto se seguirán contabilizando los muertos a ambos lados de la frontera, y se preferirá responsabilizar de ello a la “maldad” y no a los instrumentos criminales que ella utiliza para materializarse.

Los intentos independentistas de Cataluña están al nivel de Kosovo y tendrán la misma suerte. Esa región de Albania se independizó pero no ha logrado tener reconocimiento internacional y se ha hundido en el aislamiento y la pobreza (ancestrales además en Albania y Kosovo). En Cataluña estamos hablando de una región rica y desarrollada de Europa (y por ende de España) que está cayendo en el más absurdo de los nacionalismos. Una Cataluña independiente, rompiendo sin consensos internos y ni siquiera sin el apoyo de la mayoría de la población catalana, no será reconocida por la Unión Europea ni por la mayoría de las naciones del mundo; se le cerrarán oportunidades y servicios, perderáprotagonismo y prosperidad. Uno pensaría que Europa, después de la tontería del Brexit habría aprendido que el aislacionismo es una pésima opción, pero no parecer ser así.

Tampoco parece haber aprendido el gobierno de Mariano Rajoy que una vez declarado ilegal el referéndum del domingo pasado, y lo era, mandó a la Guardia Civil a reprimir con lujo de violencia a quienes querían votar. Es verdad que la violencia no alcanzó los niveles que algunos exhibieron en las redes, pero no tendría que haber habido ninguna violencia. La causa independentista que es minoritaria, ha logrado crecer ante las torpezas de un gobierno que no ha sabido dialogar y dar respuestas dentro del sistema autonómico porque sencillamente no las ha buscado. Una tragedia.

El Congreso de Chiapas es el primero que elimina el financiamiento público a los partidos en el 2018. Partidos y candidatos tendrán que financiarse con recursos propios y privados. Estamos hablando de 684 millones de pesos que irán ahora a la reconstrucción del estado, recursos que serán controlados por un consejo ciudadano que auditará las asignaciones de obra pública para que la reconstrucción del estado sea realizada por constructoras y empresas locales.

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