23-11-2017 Si la rumorología popular tiene razón, el presidente Peña tiene que tener decidido ya quién será el candidato priista a la presidencia de la república. No sólo las fechas legales están ya demasiado cerca sino también los tiempos políticos están maduros: cuanto más se alargue el proceso lo que tendremos será, como ya se está viendo en los últimos días, un incremento del golpeteo hacia los distintos aspirantes proveniente de dentro y fuera del partido tricolor.
Si esos rumores son ciertos, de los cuatro aspirantes priistas, a estas horas estarían en la carrera dos: José Antonio Meade y Miguel Ángel Osorio, aunque la participación tanto de ellos como de José Narro y Aurelio Nuño, entre otros invitados, el sábado en el bautizo de la hija del gobernador Manuel Velasco y Anahí, y el domingo en una comida en Los Pinos con el presidente Peña ha dejado abiertas las especulaciones.
En el ámbito empresarial y en muchos otros sectores, el favorito es el secretario de Hacienda, pero como no se ha cerrado aún el espacio del banco de México, algunos creen que aún no se ha tomado una decisión en su favor, o que por lo menos se quiere mantener el suspenso hasta la última hora (si Meade no fuera propuesto para el banco central sería evidente que sería el aspirante priista a Los Pinos).
Mientras tanto, contra Osorio Chong se ha desatado una peculiar campaña en estos días que demuestra que está más presente en esa competencia interna de lo que algunos creen. El viernes la información que se publicó en Reforma sobre su relación con empresas hidalguenses de construcción que han recibido contratos de obras públicas rayó en el ridículo. La denuncia se basa sólo en la sospecha por la territorialidad. Es como si se publicara que empresas como FEMSA o Cemex podrían haber sido beneficiadas por Jaime Rodríguez El Bronco sólo porque están asentadas en Nuevo León. Era tan endeble la “denuncia” que nadie en los medios le dio seguimiento, pero el mismo fue intenso en redes sociales.
Ya entre sábado y domingo en esos mismos espacios en redes comenzaron a circular otros mensajes extraños: durante meses hubo quienes dijeron que el secretario de Gobernación estaba vetado en Washington, pese a la buena relación que había establecido con el general John Kelly, actual jefe de la oficina de la Casa Blanca, cuando Kelly estaba a cargo del Homeland Security. Ahora repentinamente, los mismos que en redes decían que Osorio estaba vetado aseguran que no, que en realidad es el favorito de Donald Trump… con el que Osorio no sólo no ha tenido contacto e incluso fue uno de los que en agosto del año pasado opinó en contra de la invitación al entonces candidato republicano.
Meade también ha sufrido ataques basados, sobre todo, en algo que otros ven como uno de sus mayores atributos: el que no sea militante priista, al tiempo que se identifica a Osorio como el paradigma del hombre de partido en el gabinete de Enrique Peña.
Son todas verdades parciales o simples especulaciones que deben ser conjugadas en la política real. Si el candidato priista es Meade necesitará de hombres que, como Osorio, tienen peso en la estructura partidaria y entre muchos gobernadores priistas. Si es Osorio necesitará de hombres y mujeres que tienen amplias relaciones internacionales y empresariales y un profundo conocimiento de la economía.
En las encuestas que se han presentado en los últimos días, Osorio sigue estando como el más conocido de los priistas y el que tiene mayores expectativas de voto. Pero Meade es el único, fuera de Osorio que se ha mantenido en sus números, que ha crecido en unas pocas semanas desde cifras de un dígito hasta rondar hoy en los 20 puntos. Son competitivos, como lo son López Obrador, Margarita Zavala, Miguel Mancera, Ricardo Anaya o Rafael Moreno Valle. En la liturgia priista esa competitividad debe ir acompañada de muchos otros factores: no es verdad que se trata de un simple capricho presidencial. No lo fue en el pasado hoy tan lejano (hay mucha bibliografía al respecto, entre ellas el libro La Herencia, un buen trabajo de Jorge Castañeda sobre el tema), pero mucho menos hoy. El presidente Peña y el PRI tienen que elegir no sólo al cercano, al que ha sido parte del equipo o al amigo, ni siquiera a quien pueda competir, sino a quien pueda ganar. Y entre esas opciones se decantará el priismo muy pronto, porque la fruta, como decíamos hace unos pocos días, ya está madura.
Y en el Frente también
También es hora de que el Frente tome definiciones. No sé si los dirigentes del PAN-PRD y MC lo terminan de comprender, pero cada día que pasa sin definiciones respecto a cómo elegirán a su candidato presidencial es un día más de desgaste. Incluso si esa definición se inclina por la designación directa los costos serán menores que seguir prolongando una incertidumbre que les está quitando el control de su propio proceso interno.