18-12-2017 No para los especialistas, pero para la opinión pública sí ha pasado desapercibido uno de los temas que mayor influencia tendrá en nuestro futuro: la reforma fiscal que Donald Trump ha logrado finalmente imponer en los Estados Unidos. En términos sencillos se puede sintetizar diciendo que los impuestos a las empresas bajarán del 35 al 21 por ciento de sus utilidades.
En realidad, es mucho más complejo, porque para alcanzar ese objetivo se reducirán drásticamente muchos programas sociales y el beneficio real será para los grandes capitales, mucho más que para los trabajadores. Pero en el corto plazo es una medida impactante que tiene repercusiones dentro y fuera de ese país ya que transforma el esquema fiscal existente en casi todas las naciones.
¿Qué ocurrirá en México? No se necesita a fuerzas una respuesta inmediata y aún falta por ver cómo se implementará la reforma estadounidense, sus tiempos y el comportamiento empresarial, más aún si tenemos, como todo parece indicarlo, un TLC con posibilidades de desaparecer. En todo caso, ambas cosas, el fin del TLC y la política fiscal de respuesta a la estadounidense, se tendrán que adoptar inmediatamente después de las elecciones de julio, pero lo preocupante es lo poco que los candidatos y partidos han dicho al respecto.
El tema podría ser, sobre todo en los debates, una ventaja para José Antonio Meade, que supera en experiencia y conocimiento de lo económico en mucho a Ricardo Anaya y a López Obrador, pero se debe comenzar a tener respuestas que hoy partidos y candidatos no han dado.
México tiene ventajas indudables respecto a Estados Unidos con todo y reforma fiscal trumpiana. Por ejemplo, el costo laboral por hora en México es seis veces menor al de Estados Unidos. Una variable que cualquier empresa tiene que tomar en cuenta si decide desinvertir en el país. Si bien la tasa fiscal en México sería más alta que la de Estados Unidos, la realidad es que la llamada tasa fiscal efectiva, o sea lo que pagan las empresas en realidad, luego de deducciones, etc, es en México del 12 por ciento (en Estados Unidos la tasa efectiva quedaría alrededor del 16 por ciento). La libre flotación del peso también es un amortiguador de presiones importante, al mismo tiempo que la reducción del ISR a quienes menos ganan también podría ser un instrumento útil ante el choque fiscal.
¿Cómo compaginar esta realidad con promesas como el ingreso universal o “becas” mensuales para quienes no estudien ni trabajen? ¿Cómo hacerlo para presentar una propuesta seria, responsable, que permita crecer pero también mantener la imprescindible estabilidad económica, financiera y social del país? Es la pregunta que deben responder partidos y candidatos.
Los ajustes de Meade
Con Mikel Arriola ya como candidato en la CDMX, Eruviel Ávila, dicen, sería incorporado al equipo político de Meade. En su lugar, en el PRI capitalino, iría el también ex gobernador (de Hidalgo), Francisco Olvera.
Y es que más allá de la estructura central del equipo de Meade, con Aurelio Nuño como coordinador y Enrique Ochoa como presidente del partido, la estrategia del candidato requiere de una presencia mayor de cuadros importantes del priísmo. Además de Eruviel, son claves en ese sentido Miguel Ángel Osorio, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa. Muchos de los resortes reales del priísmo pasan por ellos. Por supuesto que existe un resorte mayor que se llama Enrique Peña, pero lo suyo es de otra dimensión y operación.
La comida de Arroyo
En una misma mesa estaban Carlos Salinas de Gortari, Miguel Osorio y Miguel Mancera; Alejandra Barrales y Salomón Chertorisvky; Diego Fernández de Cevallos y Margarita Zavala; Genaro García Luna, Rosario Robles y Ernesto Cordero, Héctor Astudillo y Malova, entro otros 80 personajes de la vida política y empresarial del país. Difícil concentrarlos a todos en una mesa, incluyendo tres o cuatro cuadros de Morena que fueron sólo unos minutos para que no los acusaran con su jefe, pero fueron. Ahí estuvieron todos ellos el sábado celebrando el cumpleaños Manuel Arroyo.
La santa alianza
No ha gustado la alianza del PES con Morena, y mucho menos la defensa que ha hecho López Obrador de un partido cuyas posiciones son las más conservadoras del espectro político nacional. Pero como bien apuntó ayer Ricardo Alemán nadie tendría porque llamarse a sorpresa: el propio Andrés Manuel es un hombre profundamente conservador y comulga con los mismos principios que el PES. Hay quienes lo venimos diciendo desde que era jefe de gobierno capitalino ¿no se habían dado cuenta sus seguidores de antaño?
Por cierto, no deja de ser interesante la alianza de Morena con un PES ultraconservador y un PT admirador público del régimen de Corea del Norte. ¿Recuerdan que López Obrador rechazó alianzas con el PRD porque quería ir solo a las elecciones “sin contaminarse”? ¿Y elige como compañeros de ruta al PES y al PT?
Una más. Dicen que la razón por la cual el PES decidió no ir con el PRI ni con el PAN es que pedían, ofreciendo la candidatura de Cuauhtémoc Blanco en Morelos a cambio, 600 millones de pesos para sus gastos de campaña. ¿Se los habrá dado Morena?