Corral no entiende que no entiende
Columna JFM

Corral no entiende que no entiende

09-01-2018 Javier Corral es un político por definición inescrupuloso y protagónico, que ha sustentado su carrera destapando “escándalos” que nunca han redundado en acusaciones reales. Ha traicionado aliados e incluso a quienes fueron decisivos en distintos momentos de su carrera política. No entiende de lealtades ni de compromisos, porque ha vulnerada unas y otros en muchas oportunidades. Pero ahora como gobernador de Chihuahua ha decidido llevar la falta de escrúpulos y el protagonismo a otro nivel, viendo en el Frente del PAN y el PRD una base política para salir del estado y volar nuevamente hacia la política nacional.

 

            Su gobierno en Chihuahua ha sido un desastre bañado en sangre. Más allá de que César Duarte haya o no cometido actos de corrupción en el estado, lo cierto es que con la base que ya había dejado su antecesor José Reyes Baeza en ese ámbito, Duarte logró reconstruir los cuerpos policiales en la entidad y recuperar índices de seguridad que el estado no tenía desde mucho tiempo atrás. Fue una labor en la que intervinieron el ejército, la marina, la policía federal y muchos empresarios y grupos sociales del estado. Y que tuvo éxitos reales, sobre todo en Ciudad Juárez y la ciudad de Chihuahua.

Corral que como objetivo de campaña y gobierno se impuso el encarcelar a Duarte, llegó a decir que “la reconciliación de Chihuahua” pasaba por el encarcelamiento del su antecesor y su equipo de gobierno, acabó con las instancias de seguridad anteriores y colocó a sus amigos en esas posiciones. Perdió en unas semanas todo lo que se había avanzado en años. Mientras se oponía a la participación de las fuerzas armadas en temas de seguridad interior, y rechazaba públicamente la ley en la materia reclamaba a gritos mayor presencia militar en su estado. Mientras presentaba como un logro suyo la detención de los asesinos de la periodista Miroslava Breach obviaba que los asesinos fueron detenidos en Sonora, por elementos federales y sin la más mínima participación de las fuerzas de seguridad de Chihuahua.

            Y mientras el número de muertos crece escandalosamente en el estado, donde han regresado todos los grupos que habían sido erradicados en el pasado, Corral, en lugar de gobernar se ha lanzado a una campaña política enfocada en las elecciones federales de julio cuyos costos políticos para el gobernador y el Frente pueden ser muy altos.

Ordenó la detención de un ex secretario de finanzas de Duarte, llamado Pedro Mauli Romero Chávez, acusado de desviar unos 63 millones de pesos de recursos públicos. Algo negociaron con Romero porque de acusado pasó a acusador y como testigo protegido “descubrió” una trama donde nada menos que desde la secretaría de Hacienda federal mandaban dinero a la local y de ahí al PRI local para las elecciones. El propio Corral dijo primero que no había elementos para sustentar esa acusación, pero al día siguiente ordenó detener a Alejandro Gutiérrez, un dirigente priista particularmente cercano a Manlio Fabio Beltrones, que era el presidente nacional del PRI en los años 2014 y 2015 cuando ocurrieron los supuestos desvíos. No tiene el gobierno de Corral una sola prueba para sustentar la acusación, sólo la declaración del ex secretario de finanzas convertido en testigo protegido.

            En el fin de semana circuló la información filtrada desde el mismo gobierno de Corral, de que existía una solicitud de órdenes de aprehensión contra Beltrones pedidas por la fiscalía de Chihuahua. Luego fue desmentido, pero como siempre la palabra de Corral es poco confiable. Y toda la estrategia del gobernador parece destinada a llegar a Beltrones, con quien Corral tiene diferencias desde siempre, pero que le sirve al gobernador para colocarse en la palestra nacional cerca, muy cerca de Ricardo Anaya, y manejar, como ya lo está haciendo, ese tema como un lema de campaña.

            La acusación es inverosímil: no se recuerda un solo caso en décadas de que el dinero ilegal para una campaña salga de partidas pública de la secretaría de Hacienda y que de allí vaya a la secretaría de finanzas local y que ésta alegremente lo envíe a un partido. Así no funcionan las cosas. Pero el objetivo político es claro: llevar el caso hasta Beltrones para golpear así a uno de los políticos más representativos del priismo.

            Manlio no es monedita de oro, pero es uno de los políticos más influyentes en el país y con fuertes relaciones no sólo en el priismo sino también con muchos de los que son fuertes aliados de Anaya y Corral. Beltrones, a diferencia de Corral, es un político al que propios y extraños le reconocen ser un hombre de palabra pero que también sabe defenderse. Ha superado campañas de desprestigio (que casualmente alimentaron Corral y sus seguidores) mucho más duras en el pasado porque no se ha dejado doblegar por cargadas mediáticas y precisamente porque la red de relaciones políticas de Beltrones, que van mucho más allá de su partido, le dieron respaldo. Corral, mientras su estado se desangra, busca la revancha y cree que eso lo convertirá en el escudero de Anaya. Creo que, como casi siempre, se equivoca y éste puede ser su propio Waterloo.

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