Noventa días y dos proyectos de nación
Columna JFM

Noventa días y dos proyectos de nación

02-04-2018 Para mi hermana Graciela, porque ​​le gana a la vida todos los días.

Inició la campaña electoral que en realidad ya había comenzado desde hace meses y en algunos casos desde hace años. Pero en los próximos 90 días lo cierto es que se definirá el modelo futuro del país. Es verdad que en 1988 hubo que elegir entre proyectos radicalmente distintos y contrapuestos, pero desde entonces, el curso del país, con todas sus vicisitudes, se mantuvo durante tres décadas en un modelo de desarrollo económica y políticamente abierto, enmarcado en la creciente globalización regional y mundial.

 

El principal sustento para ello fue, en ocasiones en forma tácita y en otras abierta, una alianza estratégica entre el PRI y el PAN, que dio estabilidad durante 30 años al país. Esa alianza se ha roto: quizás el modelo final de país no esté tan distante entre los frentes que encabezan José Antonio Meade y Ricardo Anaya pero sin duda la ruptura política ha sido radical, sobre todo en el caso del candidato panista, incluso más allá de muchos de sus propios aliados electorales. 

La razón por la cual Andrés Manuel López Obrador parte en esta campaña con un una ventaja que aparenta ser mucho más real que en los comicios de 2006 y 2012, es esa ruptura, escenificada en el propio PAN con la salida de Margarita Zavala, y respecto al PRI en la insistencia de Anaya en el castigo a sus predecesores priistas (de los que fue a su vez aliados en los primeros años de gobierno), que tendrá repercusióelectoral porque aleja el potencial voto útil priista de Anaya. Alianza que es tratada de rescatar por una candidatura de José Antonio Meade que aspira a contar con el respaldo del PRI pero también del voto tradicional panista que no se siente cómodo con la coalición con el PRD y MC y que desconfía profundamente de López Obradorpero también del PRI, pero quizás no de Meade.

Ese marco de ruptura, es lo que impide que, como ocurrió en 2006 y 2012, se defina una candidatura alternativa a López Obrador, lo que lleva a que, hasta ahora, Meade y Anaya se hayan neutralizado mutuamente. En ese contexto, si bien el piso y el techo electoral de López Obrador no se han movido demasiado, le permiten estar puntero y tener una ventaja clara de cara al primero de julio.

La elección por supuesto no está decidida, y en buena medida esa ventaja de Andrés Manuel se tendrá que confrontar con una campaña en la que sus adversarios buscarán, en estos tres meses, neutralizar esa ventaja. Pero no será ni remotamente sencillo. Primero, las expectativas de voto de Morena se tendrían no sólo mantener en el nivel actual sino también comenzar a caer, aunque sea progresivamente. Segundo, Meade o Anaya, uno de los dos, se tendría que convertir en la alternativa viable del voto útil y dejar de neutralizarse mutuamente: en el 2000 la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas fue la que dejó de sumar y eso le abrió un enorme espacio opositor a Vicente Fox; en 2006, se cayó Roberto Madrazo y eso consolidó a Felipe Calderón; en 2012, la que se cayó fue la candidatura de Josefina Vázquez Mota, lo que consolidó el camino de Enrique Peña. En el próximo mes o mes y medio veremos si Meade o Anaya logran construir, a costa del otro, esa candidatura alternativa. Hoy siguen dividiéndose el voto y polarizándolo entre sí.

Incluso López Obrador, antes de Semana Santa, tuvo un aliado inesperado nada menos que en el Consejo Coordinador Empresarial. El mayor problema del candidato de Morena son sus propuestas muy controvertidas en el ámbito económicocomo los temas energéticos. Y su negativa de continuar con la construcción del nuevo aeropuerto lo confrontó, por primera vez en estos meses, con un sector importante del electorado y puso de manifiesto la verdadera diferencia programática existente de cara a la elección. 

López Obrador ante las críticas a su propuesta respondió con terquedadinsistiendo en la misma, sobre todo en el tema del aeropuerto, lo que lo colocó a la defensiva y exhibió sus limitaciones. Pero en lugar de mantener la presión sobre ese tema, el CCE le abrió una puerta inesperada, convocándolo a una incomprensible mesa de análisis sobre el aeropuerto, en muchos sentidos inaceptable en una campaña electoral. Es verdad que ante la reacción de otros partidos y candidatos, el CCE trató de arreglar las cosas y anunció que era una mesa abierta a todos, pero el efecto fue que la controversia literalmente se frenó. No se trataba ya de debatir una propuesta a todas luces errónea sino de contemplarla como una posibilidad debatible. Esa declaración del CCE apagó el debate sobre el aeropuerto, por lo menos por el momento y le dio a López Obrador una Semana Santa mucho más relajada de lo que se pensaba. Por cierto, el candidato de Morena no mostró intención alguna de analizar junto con el CCE el tema.

José Antonio Meade comenzó su campaña en Yucatán con un buen evento y con la convicción de que si quiere ser competitivo deber ganar por lo menos tres puntos por mes. Durante muchos días en el PRI se ha dicho que la campaña de verdad comenzaba el primero de abril. Es hora, si quieren alcanzar a Morena, de que lo cumplan. Ya están las listas, los candidatos al congreso y los estados. Ahora les toca demostrar que la maquinaria del partido y la capacidad e integridad del propio Meade los hacen competitivos. No es imposible.

En el frente PAN, PRD, MC, están igual. Ahí la duda es que Anaya pueda despejar las dudas de las denuncias en su contra, que lo han paralizado durante todo marzo y pueda hacer crecer una coalición donde lo importante es haber recuperado a Miguel Mancera, y mantener un centro de operación que se debería sostener, además de con el ex jefe de gobierno capitalino, por dos personajes que fueron centrales en la campaña de Fox hace 18 años, Santiago Creel y Jorge Castañeda, amigos-enemigos desde aquellas lides.

Y en la boleta estará también Margarita Zavala. Su presencia es ya de por sí un enorme logro político. Cuál será el resultado de su aventura política es todo un misterio, pero que haya logrado el registro sin apoyo institucional alguno y con enemigos muy poderosos, obliga a considerarla en la ecuación electoral. Será protagonista, no comparsa.

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