Meade o Anaya: la disyuntiva anti AMLO
Columna JFM

Meade o Anaya: la disyuntiva anti AMLO

24-04-2018 ¿Alguien duda de que López Obrador se vio muy mal en el debate del domingo? El candidato de Morena fue exhibido por sus adversarios y por él mismo. No respondió uno solo de los cuestionamientos que se le hicieron y se lo vio avejentado, rebuscando entre sus papeles durante el debate, inclinado e incluso en una de esas escenas dignas del cine, cuando termina el encuentro recoge sus cosas y se va como perdido, sin despedirse de nadie, ni de sus rivales ni de los moderadores. Una imagen de Peter Sellers en El jardinero con suerte.

 

Pero también, como decíamos ayer, nadie debería confiarse. López Obrador fue exhibido, pero está muy lejos de estar acabado. Para sus seguidores más fieles su actuación en el debate no cambió en nada su percepción. Pero sí debe haberla cambiado en aquellos que han optado por el candidato de Morena más como un castigo a los demás partidos y candidatos que a su convicción, y que pueden haber comprobado que elegir a Andrés Manuel no es sólo un voto de castigo a los demás, sino también una apuesta por un modelo de país que ni él mismo quiere explicitar con claridad.

Incluso sólo con su voto duro, López Obrador es un candidato difícil de derrotar, más aún cuando no hay una opción real, definida para enfrentarlo. No vi como un ganador claro en el debate ni a José Antonio Meade ni a Ricardo Anaya. Dejándose llevar por lo emotivo quizás lo fue Ricardo, apelando a la razón probablemente José Antonio. Pero ahí siguen los dos, dividiéndose un voto que es el que le permite a Andrés Manuel encabezar las encuestas. Claro que esto es una lucha de resistencia, no un sprint de cien metros. Hoy más que nunca hay que tener en claro que faltan dos meses para los comicios, incluyendo otros dos debates con formatos más abiertos que éste, y que no hay ningún resultado predeterminado.

Pero más tarde o más temprano, los electores, o por lo menos una parte de ellos, los que no quieren más allá de partidismos que llegue Ands Manuel, tendrán que decidir entre Meade y Anaya. Dudo que lo hagan conscientemente sus equipos, existe una animadversión real que no puede ser disimulada, pero en torno a ambos convergen distintos grupos de poder que también tienen cartas que jugar. 

No tiene sentido que estemos hoy jugando con el futuro de esta forma. No sólo cada día se hace más evidente que es imprescindible contar con una segunda vuelta electoral sino también con un modelo, relacionado íntimamente con la segunda vuelta, de gobierno de coalición, como lo plantearon en su momento, de distintas formas, Manlio Fabio Beltrones, Rafael Moreno Valle o Miguel Mancera. No se puede apostar a tener gobiernos que representen a solo un tercio de los electores y quedarse en el poder seis años. Si hoy existieran esos mecanismos de segunda vuelta y gobierno de coalición estaríamos viendo un escenario muy distinto y pensando en acuerdos, entre todos los partidos, muy diferentes.

No es posible que haya segunda vuelta pero sí, aunque haya quedado legalmente en la marginalidad, un gobierno de coalición. No se puede ni se debería gobernar con un tercio de los electores. De allí suelen surgir los autoritarismos que son reflejo, en muchas ocasiones, de la ausencia de gobernabilidad democrática. Esa búsqueda de establecer acuerdos y coaliciones que den gobernabilidad y que confirmen que en la democracia nadie gana ni pierde todo, debería ser uno de los grandes objetivos para quien llegue a Los Pinos (esa es la residencia del poder ejecutivo federal,aunque a alguno no le guste) pero también para quienes aspiren a ganar.

Quizás lo más grave de lo que vimos con Andrés Manuel el domingo es que no está dispuesto a ningún acuerdo que no pase por la subordinación a su persona. No concede en nada ni a nadie: volvió a encerrarse en su propuesta de la amnistía a los criminales, algo sencillamente descabellado; volvió a establecer los parámetros de corrupción sólo con base a su persona: quien esté con él ya queda liberado de esa carga; insistió en el referéndum derevocación de mandato cuando evidentemente es una ocurrencia que no tiene respaldo legal; volvió a decir la barbaridad de que venderá el avión presidencial y, además, toda la flota de aviones y helicópteros del gobierno federal, incluso, dijo, ofreciéndoselo a Trump (alguien debería avisarle que el gobierno de Estados Unidos acaba de aprobar un presupuesto para comprar no uno sino dos nuevos airforce one, infinitamente más poderosos y sofisticados que el actual avión presidencial, con un presupuesto de 3 mil millones 900 millones de dólares: el TP 01 de la presidencia de México costó 220 millones de dólares, financiado a varios años). Es un disparate equivalente al de El Bronco de cortarle la mano a los corruptos.

Lo cierto es que para el primero de julio tendremos que tener mucha más claridad respecto a quien polarizará el voto frente a Andrés Manuel, salvo que se produzca un imprevisible derrumbe de su electorado que no tendría porqué ocurrir. El futuro, hay que insistir en ello, no está escrito.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil