01-05-2018 Aunque es verdad que desde hace meses están en campaña todo tipo de candidatos, será en estos dos meses cuando sepamos no sólo cómose perfilan los aspirantes presidenciales sino la base en la que se sustentan sus aspiraciones. En ese sentido las elecciones estatales son determinantes, sobre todo para los frentes que encabezan tanto José Antonio Meade como Ricardo Anaya.
La campaña de Morena en los estados es diferente. Sus candidatos pueden o no ser conocidos, qué mejor ejemplo que el de Delfina Gómez en las elecciones mexiquenses del año pasado, pero en realidad el respaldo electoral que tienen es ir de la mano del propio López Obrador: él es el verdadero candidato. Eso les facilita mucho las cosas, simplifica y potencia las campañas, pero también es una debilidad porque Morena carece aún del aparato, la estructura, que tienen priistas, panistas y perredistas en los estados, incluyendo las posiciones de gobierno. Y en términos de movilización electoral contar con aparato y estructura no es un detalle menor.
Ahora bien, si revisamos cada uno de los estados que tendrán elecciones este primero de julio nos encontraremos con realidades diferentes. Hay comicios que son decisivos. Veracruz es uno de ellos. Allí el candidato del Frente anayista, Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del actual gobernador, aparece como favorito pero el aspirante de Morena, Cuitláhuac García, le está pisando los talones. El priista José Yunes, un muy buen candidato, parece estar lejos porque el desgaste que ha sufrido el PRI con todo el tema Javier Duarte será difícil que se pueda revertir en el corto plazo.
En Chiapas, los errores cometidos en todo el proceso de selección de candidatos en la alianza entre el PRI y el partido Verde, han dejado al priismo dividido y al Verde poco comprometido con el candidato Roberto Albores. Si bien los actos de Meade este fin de semana en Chiapas fueron muy concurridos, lo cierto es que la ventaja que les lleva Rutilio Escandón, el ex presidente del Tribunal de Justicia estatal, es aparentemente irreversible. El aspirante de Morena es un hombre que, a diferencia de otros candidatos de ese partido en los estados, tiene perfil y peso propio. Es una de esas candidaturas en las que confluyen muchos factores que van desde su carrera en el estado, que lo ha llevado a ser legislador, parte del equipo del gobernador Manuel Velasco, presidente del Tribunal, hasta la división de sus rivales sumado a un candidato presidencial con indudable influencia en el estado. Será muy difícil quitarle a Rutilio la gubernatura en Chiapas.
En Morelos las divisiones entre el PAN y el PRD, las rupturas en torno al gobierno de Graco Ramírez, la debilidad endémica del PRI en el estado, llevarán a la fuerte posibilidad de que el próximo gobernador sea el personaje más inverosímil de esta campaña electoral. Cuauhtémoc Blanco, el ex futbolista que ganó Cuernavaca, sin haber vivido nunca en esa ciudad, por el partido socialdemócrata (una fuerza local también hoy dividida y menguante), después de conflictos y cambios repentinos de casaca política, terminó en el partido Encuentro Social y en alianza con el PT y Morena, tiene muy altas posibilidades de ganar el gobierno estatal. Hace tres años nadie lo hubiera siquiera imaginado.
Otra disputa muy interesante es la de Puebla. Allí la candidata del frente PAN-PRD-MC es Martha Erika Alonso, la esposa del ex gobernador Rafael Moreno Valle, con indudable fuerza en el estado. Hace unos meses nadie hubiera dudado que tendría garantizada la elección, pero lo cierto es que aupado a la influencia de López Obrador, Miguel Barbosa se ha convertido en un contendiente que está disputando palmo a palmo el gobierno estatal, mientras que el priista Enrique Doger aparece en un muy lejano tercer lugar, en un estado donde tanto el partido Verde como Nueva Alianza van por separado, con candidatos propios.
En Jalisco, el candidato de Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro parece, con mucho, el mejor posicionado. En ese estado no hay frente: Alfaro va solo por MC, mientras que PAN y PRD también llevan sus propios candidatos, Miguel Ángel Martínez Espinosa y Carlos Orozco respectivamente. Tampoco habrá coalición entre priistas, verde y nueva alianza, cada uno va con su candidato, mientras que Morena lleva como candidato a un empresario controvertido, Carlos Lomelí. Esa fragmentación electoral favorece también a Alfaro que cuenta con apoyo implícito de sectores importantes del PAN y de la izquierda.
En Guanajuato todo está alineado para que se termine llevando la gubernatura Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, que va en una alianza PAN, PRD, MC. Un ex panista, Ricardo Sheffield Padilla, quien dejó Acción Nacional hace apenas unas semanas, es el candidato de Morena. El priista Gerardo Sánchez García, va también solo ya que el Verde y Nueva Alianza llevan sus propios candidatos.
En Yucatán se avizora una muy cerrada contienda entre priistas y panistas. Mauricio Vila Dosal es el aspirante del PAN, aliado con MC, mientras que Mauricio Sahuí Rivero es el del PRI, Verde y Nueva Alianza. Los dos son buenos candidatos, ligados al sector empresarial. Mauricio Sahuí es una figura muy cercana al gobernador Rolando Zapata, mientras que Vila Dosal ha sido un muy exitoso alcalde de Mérida. Será una de las elecciones más reñidas para gobernador el primero de julio.
Finalmente en Tabasco, difícilmente podrá haber alguna sorpresa: el candidato de Morena, Adán Augusto López Hernández, de la mano con López Obrador en su estado natal, parece superar muy ampliamente a la candidata priista Georgina Trujillo y al del frente PRD-PAN-MC, Gerardo Gaudiano.
Por lo pronto, Morena aparece como una fuerza muy competitiva en prácticamente todos los estados. El Frente, con sus partidos juntos o por separado, tiene posiciones muy fuertes en varias entidades. El PRI a nivel estatal parece estar debilitado pero sigue contando con una estructura poderosa. En buena medida allí, en los estados, se definirá la presidencia, pero también el equilibrio de poder en el próximo sexenio.