31-05-2018 En muchas ocasiones me tocó estar, trabajar, hablar con Héctor González Antonio. Siempre me pareció un profesional serio, responsable, un tipo realmente agradable, simpático, sencillo que, además, tenía el enorme mérito de informar sin estridencias desde una plaza tan compleja como Tamaulipas, donde la violencia es cosa de todos los días y el amarillismo podría ser la norma.
Durante los doce años en que estuve en Imagen radio, prácticamente todas las tardes compartimos su información. No estaba exento de amenazas,pero sabía, en general, como sortearlas sobre todo en los años de los mayores enfrentamientos entre el cártel del Golfo y los Zetas. Siempre dio la cara, informó, mantuvomuy buenas relaciones con fuentes gubernamentales, empresariales, sociales. Y estaba muy bien enterado de lo que sucedía en ese submundo en el que desgraciadamente Tamaulipas suele vivir.
Lamento enormemente su asesinato y me resulta incomprensible, como decía ayer Pascal Beltrán del Río, la saña con el que fue cometido. Deberán ser las autoridades las que den una puntual explicación y esclarecimiento de los hechos porque lo que no puede ocurrir es que la impunidad siga siendo la norma en este tipo de crímenes. En los últimos 18 años ha habido 136 periodistas asesinados. Es verdad que no todos lo fueron por cumplir fielmente con nuestra profesión, pero eso no puede ocultar el hecho de que informar, sobre todo en algunos estados del país, como Tamaulipas, es una de las actividades más peligrosas del México de hoy.
También es una realidad que los asesinatos de periodistas han ido alcanzando a compañeros que, sin duda, fueron víctimas por su actividad y relevancia. Son muchos más, pero nadie puede dudar que Miroslava Breach en Chihuahua, Javier Valdez en Sinaloa, Juan Carlos Huerta en Tabasco y Héctor González Antonio en Tamaulipas eran profesionales muy destacados con espacios importantes en sus estados, pero también en la prensa nacional, en radio y televisión. Ya no estamos hablando de quienes en ocasiones escribían un blog o tomaban alguna foto. Estamos hablando de algunos de los periodistas más destacados en cada uno de sus estados.
Y de la mano con ello lastima, duele y enoja el silencio y la impunidad. Es verdad que a veces, en ocasiones como en el caso de Valdez y aparentemente de Miroslava, son detenidos los asesinos materiales, pero nunca los intelectuales, nunca hay una explicación verosímil de porqué se cometieron esos crímenes. Tampoco veo a los partidos, los gobernadores, los candidatos demasiado preocupados ni por estos asesinatos ni por la inseguridad que está asolando el país. Y que cobra la vida de periodistas, pero también de médicos, ingenieros, trabajadores, estudiantes, de hombres, mujeres y niños.
Cuando se escucha a los candidatos decir que atacarán las causas reales de la inseguridad con empleos, becas, eliminación de la pobreza y de la corrupción, uno no puede menos que preguntar si, independientemente de eso, tienen alguna propuesta concreta para recuperar la seguridad cotidiana, la de hoy, la que va más allá de las promesas para un futuro lejano. Está muy bien hablar de que se quiere recuperar la paz, pero si no hay claridad sobre que lo que vivimos es un ataque cotidiano de los grupos criminales contra la ciudadanía, jamás resolveremos el problema, simplemente lo estamos profundizando y dándole carta blanca a la impunidad.
En la lucha proselitista se termina justificando todo, hasta la candidatura de criminales, con tal de ganar una elección. No es verdad que los políticos corruptos, como se ha dicho, son peores que cualquiera de estos asesinos, secuestradores, extorsionadores. Seamos serios.
Que la muerte de Héctor González Antonio y la de tantos miles más, no sea en vano.
Chiapas
En pocos estados de la república ha habido tanto desaseo entre los partidos, pero sobre todo entre el PRI y sus aliados, a la hora de designar candidatos, como en Chiapas. No habíamos tenido espacio hasta hoy para abordar una realidad que supera todo a la hora de contabilizar errores. El PRI, aliado con el Verde y Nueva Alianza tenían amarrado con Luis Armando Melgar una candidatura común, con amplio reconocimiento social que le hubiera podido competir muy bien a Morena en ese estado.
La necedad de colocar como candidato a Roberto Albores, el senador hijo del ex gobernador homónimo, crudamente enfrentado con un partido Verde que en Chiapas es más fuerte que el PRI, dinamitó el proceso, impidió las alianzas, cada uno irá por su lado, y provocó una diáspora que ha beneficiado, sobre todo, a Morena, cuyo candidato Rutilio Escandón camina hacia el primero de julio con enorme tranquilidad y ventaja. Albores está disputando, intensamente, el tercer lugar. El Verde que era hasta las elecciones pasadas el partido mayoritario en el estado está tratando de rescatar lo que pueda del cisma. Se quiso responsabilizar al gobernador Manuel Velasco de lo sucedido. Puede ser que haya habido algún error de operación, pero la responsabilidad está en la ciudad de México y no ha sido asumida por nadie. Y le va a costar a José Antonio Meade, que no fue tomado en cuenta para la decisión, por lo menos un millón de votos sólo en ese estado.