31-08-2018 A todo mundo le queda claro que México debe diversificar sus mercados y socios comerciales aprovechando el enorme beneficio que significa tener acuerdos con prácticamente todas las economías importantes del mundo. También que,en ese proceso de diversificación, no sólo comercial sino también de inversionistas de todo tipo, la región del Pacífico es fundamental y dentro de ella China es la gran potencia en la que se desea penetrar y de donde se esperan inversiones.
Marcelo Ebrard, futuro secretario de relaciones exteriores, ha trabajado en ello prácticamente desde que fue designado para esa posición. Y ha dado pasos importantes como el encuentro con el canciller de Japón, una economía decisiva en el ámbito global y donde el embajador Carlos Almada está haciendo un trabajo excepcional, y ayer mismo Marcelo, al reunirse con los embajadores de la región Asia Pacífico, insistió en la necesidad de profundizar lazos con esos países.
Nadie puede estar en desacuerdo, pero en ocasiones es más fácil decirlo que hacerlo. México acaba de firmar un acuerdo comercial con Estados Unidos (al que ojalá hoy se una Canadá) para darle forma a un reconfigurado tratado de libre comercio de América del Norte, que potencia sin duda la economía regional pero que también obliga a estrechar lazos con los propios Estados Unidos. De alguna forma las modificaciones que se han hecho no son sólo para modernizar el TLC sino también para ayudar a la administración Trump a reducir su déficit comercial con México.
En noviembre del 2016, muy poco después del triunfo de Trump, decíamos en este espacio que para el mandatario estadounidense la relación con México pasaba por acercarse y apretarnos comercialmente, al tiempo que buscaban alejara México de China. Opinaban entonces, y aún creen en ello, que el tema central es que los 60 mil millones de dólares que México tiene de superávit con Estados Unidos se compensan con los 60 mil millones de déficit que México tiene con China. Simplemente lo que hay que hacer es lograr que esas compras que México hace en China se hagan en Estados Unidos para así compensar la balanza comercial. El razonamiento resulta de una enorme simplificación de temas que son mucho más complejos, pero no le pidamos a la administración Trump razonamientos sofisticados.
El hecho es que Estados Unidos presiona en ese sentido y que Trump, lo dijo en la conversación telefónica con Peña Nieto y en intervenciones posteriores, entiende el acuerdo comercial como algo que va más allá en término de compromisos. Espera que, si su país aplica sanciones a alguna nación, México de alguna forma lo siga y hoy, para el mandatario estadounidense nada es más importante en este terreno que la disputa con China. Y espera que México se aleje de China y su órbita de influencia.
Ebrard hablaba de muchos proyectos que podrían realizarse con participación de capitales asiáticos. Pensaron lo mismo Felipe Calderón y Enrique Peña, sobre todo este último, pero lo cierto es que las presiones políticas y las incertidumbres internas han frenado todos los grandes proyectos de inversión, particularmente con China. El caso más notable fue el del ferrocarril de alta velocidad a Querétaro, cancelado intempestivamente en medio del tema de la casa blanca y horas antes de que el presidente Peña iniciara una visita de Estado precisamente a China, cuyas empresas habían ganado esa licitación.
Posiblemente en donde pueda existir mayor interés y posibilidades es en el corredor del Istmo y en las zonas económicas especiales de Salina Cruz y Coatzacoalcos y en diversos proyectos en Chiapas, en parte porque hoy son zonas que el capital estadounidense no está tomando en cuenta, pero habrá que ver si sigue siendo así cuando, como está planeado, lleguen a esos estados los gasoductos que les permitan asentar otro tipo de industrias.
El tema es fascinante y determinará en mucho la inserción de México en el mundo, pero también esa inserción se basa en datos duros, algunos de ellos tan duros como la magnitud de la relación con Estados Unidos y Canadá, acrecentada incluso más con el nuevo acuerdo.
El gobernador Quirino
La consultora Arias acaba de hacer una encuesta de evaluación de los gobernadores del país. El gobernador mejor evaluado es Miguel Márquez, de Guanajuato, con 52.4 por ciento de aprobación. Inmediatamente después está Quirino Ordaz Coppel, de Sinaloa, con el 50.3 por ciento y el tercero es el yucateco Rolando Zapata, con 45.7 por ciento. Zapata dejará en las próximas semanas su estado en manos del PAN. El único priista que aparece bien ubicado y tiene aún cuatro años por delante es Quirino, y eso tendría que llevarlo a estar más presente en el centro del país y en su partido. El mexiquense Alfredo del Mazo, tiene apenas un 14.8 de aprobación, Alejandro Murat en Oaxaca, 18.9. Los gobernadores de Campeche e Hidalgo, Alejandro Moreno y Omar Fayad, están en aproximadamente 30 por ciento, un poco por encima del promedio, que es 28 por ciento. Lo demás es zona de desastre.