18-10-2018 Hace apenas unas semanas, con motivo de la presentación del informe 2018 de la Comisión Global de Política de Drogas, en la que participan entre otros ex jefes de estado y especialistas Ricardo Lagos de Chile, César Gaviria, de Colombia, Ruth Dreifuss, de Suiza y el escritor Mario Vargas Llosa, el ex presidente Ernesto Zedillo reconoció que las políticas públicas de lucha contra las drogas fracasaron y que él mismo falló al implementarlas durante su gobierno.
“Yo tuve la responsabilidad, dijo Zedillo, y tuve una política equivocada. ¿Qué ha pasado con las políticas de drogas basadas en la prohibición? El resultado fue devastador”. El estudio señala que ha fallado el sistema internacional de fiscalización de drogas lo mismo que las políticas nacionales que lo implementan, lo que ha causado daños a la salud y la seguridad de las personas. Por ende, sostiene, como las medidas prohibicionistas han fracasado, las drogas deben pasar de estar prohibidas a estar reguladas.
Y si hace cinco años, Uruguay, un país pequeño, con tres millones de habitantes, sin graves problemas de seguridad y un buen nivel educativo y de salud pública había dado el primer paso de legalizar la marihuana para uso recreativo, ayer Canadá se convirtió en el primer gran país desarrollado, miembro del G20, en imitarlo. Pero si lo de Uruguay fue una suerte de experimento legal y social en pequeña escala, lo de Canadá puede tener repercusiones enormes.
En Canadá la marihuana para uso recreativo será producida por compañías privadas bajo licencia gubernamental, la posesión no deberá exceder los 30 gramos y el 75 por ciento del dinero recabado en impuestos será destinado a las provincias; el 25 por ciento restante irá al gobierno central. No es una legislación sencilla porque, ante el amplio margen de autonomía que tienen las provincias e incluso los distritos, cada uno de ellos puede establecer normas diferentes, pero no pueden desconocer la normatividad federal.
Casi cinco millones de canadienses consumen regularmente marihuana y la legalización tiene apoyo social aunque las últimas encuestas consideran que hubo demasiada prisa y poca preparación antes de que entrara en vigor, ayer, la medida.
Lo cierto es que son ya miles de millones de dólares los que se han invertido en grandes empresas canadienses que ya con permisos gubernamentales han comenzado a producir todo tipo de derivados de la cannabis, mientras que unas mil 200 empresas más están esperando sus permisos para entrar en la competencia. Muchas de estas empresas ya cotizan en la bolsa canadiense y de Estados Unidos, en el Nasdaq, algunas de ellas con un valor de miles de millones de dólares y las más grandes tienen el apoyo de empresas financieras globales.
Las acciones de cannabis han aumentado dramáticamente desde que Constellation, la empresa fabricante de Corona, entre muchas otras bebidas alcohólicas, incrementara su inversión en la empresa canadiense Canopy Growth en cuatro mil millones de dólares. Cronos Group, la segunda productora canadiense de cannabis, y Tilray, la tercera, han tenido aumentos en bolsa, en Canadá y EU, de entre el 40 y el 60 por ciento. Y se especula que el aumento será mayor si Constellation y otras grandes empresas comienzan a lanzar al mercado productos como refrescos o bebidas alcohólicas con cannabis.
El efecto dominó que puede crear la legalización canadiense puede ser de enormes dimensiones y dependerá de cómo evolucione el consumo (y sus consecuencias) en la sociedad canadiense. Pero todas las grandes empresas se están preparando para lo que consideran inminente: la liberalización del mercado de la cannabis en Estados Unidos. Sólo la conexión Canadá-California les daría un enorme mercado regional que, consideran, tarde o temprano se extenderá a toda la Unión Americana. Y si es así, la legalización en México, donde nuestro sistema de salud no está ni remotamente igual de bien preparado para asumir ese golpe, será inevitable.
Decía Zedillo, al presentar una propuesta nacional sobre el tema que “con Estados Unidos podemos tener un acuerdo perfectamente razonable de que vamos a hacer lo posible y lo necesario para que sigan teniendo su estúpida política nacional de drogas, basada en la prohibición. México se comprometería a castigar a quienes no estén en el mercado legal. Lo qué pasa es que nosotros vamos a cambiar la definición de lo que es el mercado legal. Quienes producen marihuana y que hoy van a la cárcel podrán hacerlo legalmente. Esos pobres campesinos que son víctimas de crímenes atroces en la sierra de Guerrero, de Durango, se deben hacer productores legales y recibir una justa remuneración y protección por parte de Estado”, concluyó Zedillo.
Es una voz que se suma a muchas otras que van en el mismo sentido. Lo que no estamos escuchando es el mismo énfasis en ver cómo se pondrá el sistema de salud pública a la altura de ese desafío, y mucho menos cuál será la estrategia de seguridad que permitirá que sean los verdaderos campesinos y los empresarios legítimos, y no los criminales organizados, los que se aprovechen de esa situación.