11-12-2018 Para mi hija Ana, felicidades.
En el ya muy lejano 1973 Henry Kissinger sentenció que“controla los alimentos y controlarás a la gente, controla el petróleo y controlarás a las naciones, controla el dinero y controlarás el mundo“. Hoy casi medio siglo después el mundo es muy diferente, pero no tanto: los alimentos, el petróleo, las finanzas siguen marcando el rumbo global, aunque ya no están tan solos.
El presidente López Obrador, como todo gobernante nacionalista, tiene en mente la autosuficiencia energética y petrolera como un objetivo en sí mismo. Ha acusado a las anteriores administraciones de dejar caer la producción petrolera y ha calificado como un fracaso la reforma energética y presentado un plan energético en el que se invertirá en proyectos de extracción petrolera y en la construcción y reconfiguración de refinerías. En sí mismo el programa no es reprochable, pero en términos de eficiencia económica quizás habría que verlo desde otra óptica.
La caída de la producción petrolera, más allá de que hayan existido casos de corrupción e ineficiencia como dice el presidente, lo cierto es que se produjo porque se fue secando ese extraordinario yacimiento que fue Cantarell y sencillamente no había forma de reemplazarlo. La reforma energética es y ha sido positiva. El propio Alfonso Romo nos dijo en entrevista en el periodo de transición que los contratos de la reforma energética eran sencillamente impecables y que no se modificarían. El presidente López Obrador no parece pensar lo mismo y ha anunciado que congelará las rondas y licitaciones de la reforma y descalificó la misma en su discurso de inicio de mandato diciendo que con la reforma sólo se habían invertido 700 millones de dólares. Es una verdad muy a medias: las inversiones por la reforma serán de miles de millones de dólares, pero la enorme mayoría de esos grandes proyectos son de aguas profundas y tardan en madurar años, es absurdo que en meses tengan resultados.
También es verdad que México está importando gasolinas y crudo. Pero el problema es que nuestro petróleo es, casi en su totalidad, crudo pesado, difícil de refinar. Por esa razón se envía, buena parte de él, a una refinería en Houston, de la que es copropietaria Pemex, para desde allí generar gasolinas que el país necesita. Nuestras refineríasque fueron construidas en su mayoría para trabajar con crudo ligero necesitan ser reconfiguradas para trabajar con petróleo pesado, o esperar a que los yacimientos de aguas profundas comiencen a rendir frutos. Cabe destacar que la autosuficiencia en petróleo o gasolinas no tendría porqué ser un objetivo en sí mismo en un mundo globalizado.
Estados Unidos ha avanzado en forma notable en el tema energético explotando simultáneamente todas las formas de producción de energía y cada vez con mayor intensida sus yacimientos de gas. Para eso ha sido fundamental la tecnología del fracking o fracturación hidráulica, que ha permitido explotar yacimientos que de otra forma no hubieran sido productivos. México tiene enormes yacimientos de gas en la Cuenca de Burgos, en Tamaulipas y en otras regiones, pero el presidente López Obrador ya ha desechado el fracking como tecnología para explotarlos lo que nos torna dependientes de Estados Unidos, que se abastece y exporta gas, gracias a ese técnica ampliamente difundida a nivel global.
A pesar de que el nuevo director de la CFE, Manuel Bartlett aseguró que el desarrollo del sistema de ductos de gas está paralizado y de que para reemplazar las compras de gas en el exterior se lo compraremos a Pemex, la realidad indica exactamente lo contrario: el sistema de ductos ha crecido en forma geométrica en los últimos años y ha permitido, abastecer de gas a zonas del Pacífico que carecían de él. El gran desafío en la actualidad es extenderlo hacia el sur del país para abastecer los grandes proyectos, como el del corredor del istmo de Tehuantepec. Se dejó de comprar gas a Pemex porque esa empresa no tiene el gas suficiente siquiera para su propia producción. Se podría aumentar dramáticamente la producción de gas recurriendo al fracking pero eso ya ha sido desechado por las autoridades. En otras palabras estamos condenados a seguir importando gas, para la CFE, para Pemex y para la industria.
La refinería de Dos Bocas y la remodelación de las refinerias existentes es una inversión enorme que por supuesto entusiasma a los gobiernos locales por la derrama económica que implicará, pero son proyectos de largo plazo que requieren para ser funcionales que los demás engranajes de la industria energética también funcionen, que haya, entre muchas otras cosas, petróleo y gas suficiente como para trabajar con ellas. ¿Es buen negocio construir unarefinerías?. Desde el punto de vista keynesiano si, desde la rentabilidad económica no. Para generar trabajo e inversión sí, para abaratar costos no. Es mucho más barato enviar crudo a refinar a otros países, sobre todo a Estados Unidos para que desde allí nos envíen los productos refinados. Se hablará entonces de la independencia energética, pero la verdad ese es un principio cada día más ilusorio. Por cierto, en el programa energético no se habla en absoluto de energías alternativas, esas de las que tanto goza y puede explotar México.