12-03-2019 “Hemos podido contener la violencia, pero no reducirla“, reconoció el presidente López Obrador en su “informe” de los cien días de gobierno. Es verdad, y ello a pesar de que el de seguridad es, dentro del esquema del nuevo gobierno, el que mejor, más cotidianamente y en forma más homogénea trabaja.
Las tres grandes reformas constitucionales que presumió el presidente López Obrador, están relacionadas, las tres, con la seguridad y la justicia: la creación de la Guardia Nacional, las leyes de extinción de dominio y la transformación en graves, de delitos como el robo de combustible. Habría que sumarle a ello que se logró la elección, con amplio apoyo, del nuevo fiscal general de la república, cargo que recayó en Alejandro Gertz Manero.
Pero en el terreno de la seguridad todavía está todo por hacer. Si hay un caso paradigmático de las luces y sombras del sector, ello lo mostró la semana pasada, la detención y posterior liberación de El Alexis, un joven cabecilla del cártel Unión Tepito, considerado uno de los principales operadores de ese grupo criminal e involucrado directamente en la desaparición de una joven escort. El Alexis fue detenido en medio de un gran operativo, en un lujoso edificio en el sur de la ciudad de México, luego de un trabajo de seguimiento e inteligencia de varias semanas. Con él cayó uno de sus operadores y dos muchachas que los acompañaban luego de una noche de fiesta. Le fueron decomisadas armas, drogas y existían diversos testimonios en su contra. Primero, fueron liberadas las jóvenes porque no había acusaciones en su contra. Pero menos de una semana después de la detención una juez federal ordenó la liberación bajo caución, de 20 mil pesos, de Alexis y del otro detenido. El argumento es que no había pruebas suficientes contra ellos salvo que tenían droga en su poder al momento de su detención.
Al salir del reclusorio, Alexis iba acompañado por sus padres y al llegar a la altura de Perisur, cerca de las dos de la mañana, fueron rafagueados desde una motocicleta. El padre de Alexis fue herido. Cuando ya estaba en libertad y se había producido ese ataque, la procuraduría capitalina consiguió otra orden de aprehensión contra Alexis por el caso de la joven desaparecida. Obviamente nada se sabe desde entonces de Alexis.
El seguimiento por fuerzas federales de Alexis fue impecable y se logró detenerlo sin disparar un tiro, pero qué sucedió después ¿se integró mal la acusación previa, consciente o inconscientemente? ¿no había órdenes de aprehensión sólidas? ¿no se presentaron las pruebas recabadas? ¿se corrompió o se intimidó a la juez que ordenó su liberación? ¿fue una de estas causas o fue un fallo sistémico, de todas, las que permitieron que fuera liberado?¿por qué no se sacó la orden de la desaparición de la escortantes de esa liberación? ¿quién y cómo supo que seríaliberado como para que fuera emboscado apenas horas después? Nadie, ha respondido a tales preguntas.
En Guanajuato se busca al líder del cártel de Santa Rosa de Lima, apodado el Marro, desde hace semanas. En días pasados las fuerzas de seguridad federales lanzan un operativo en esa comunidad, en el municipio de Villagrán,para detenerlo. La gente bloquea la entrada de soldados y marinos, quema automóviles y camiones de carga, retrasan la entrada de forma tal que El Marro se pueda fugar. El propio presidente municipal trata de evitar el ingreso de fuerzas federales y les niega el apoyo de la policía municipal. El Marro se fuga de una vivienda imposible de ignorar en un pueblo como Santa Rosa: enorme, ostentosa, con albercas, jardines, terrazas. Lo hace por un sistema de túneles debajo del pueblo. El Marro no se escondía en la sierra sino en su pueblo, en la casa más grande y lujosa, protegido por las autoridades locales, sin duda las municipales, y según fuentes muy bien informadas también las estatales.
No se puede encontrar a El Marro (a pesar de tener grabaciones del jefe de ese cártel hablando hasta con su mamá, casi en el momento del operativo) pero sus sicarios, horas después, en Salamanca, donde está la gran refinería que parece ser el corazón del huachicol en nuestro país, un comando de diez sicarios que responden a sus órdenes, según la fiscalía del Estado, acribillan en un table dance a 15 personas, según esto operadores del cártel Jalisco Nueva Generación, pero entre las víctimas hay de todo, desde trabajadores de la CFE, hasta un joven abogado local.
En otra refinería, en Cadereyta, Nuevo León, sin saber las causas, la casa del presidente municipal es balaceada esa misma noche por un comando. Y un poco más al norte, camino a Reynosa, otro comando secuestra un autobús con todos sus pasajeros, en un hecho que recuerda el tristemente célebre suceso de San Fernando.
Para dejar de contener la inseguridad y pasar a controlarla y disminuirla se deben atender todos estos factores: las propias fuerzas de seguridad, los ministerios públicos, los jueces, las autoridades locales, los territorios que parecen estar fuera de control del Estado, las causas profundas de la violencia. Es un ámbito en el cual decir que se lucha y se luchará contra la corrupción no es, definitivamente, suficiente.