24-05-2019 El “hampa del periodismo” es el que inventa el desabasto de medicamentos, los despidos y los recortes en el sector salud. Es un invento, una mentira, dice el presidente López Obrador y refuta lo que dice en su carta de renuncia Germán Martínez y lo que publican “los periódicos, los columnistas” basado en que, en la tumultuosa reunión de las madrugadas en Palacio Nacional, funcionarios del sector salud le dijeron que no habían despedido a nadie.
El propio presidente matiza y dice que “sí hay desabasto de medicamentos, pero les diría que estaba peor antes”, lo cual es falso. Desde hacía años, el abasto de medicinas en el sector salud se había regularizado a partir de las comprar consolidadas encabezadas por el IMSS. El desabasto comenzó cuando el gobierno entrante, incluso antes de asumir el poder, le pidio al de Peña Nieto que ya no siguieran comprando los medicamentes que se habían licitado en agosto pasado. El propio presdiente informó de ello en su momento, cuando vetó a cuatro empresas para participar en licitaciones del sector, con la intención de comprarle a empresas cercanas (o sea a las de Carlos Lomelí).
Ha habido despido, también son públicos, ha habido paros, el sindicato del sector salud se queja del desabasto, de la falta de recursos en hospitales e institutos, las quejas de derechohabientes y pacientes son constantes. La propia información de Hacienda lo confirma: de acuerdo con el Informe Trimestral de las Finanzas Públicas, el IMSS dejó de ejercer 20 mil 96 millones de pesos del presupuesto autorizado por el Congreso, como parte de la política de ahorros y contención del gasto ordenada por esa dependencia.
Al presidente no le informan o tienen miedo de informarle o prefieren seguirle la corriente. El propio presidente toma la información que le gusta y desecha la demás. Entonces nunca hay matices ni grises y al final no importa, porque todo es culpa del pasado o de los columnistas. El problema es que, al mismo tiempo, todos los proyectos nuevos, que no tienen relación alguna con el pasado, están al garete. Aunque para todos ellos sí hay dinero porque esos recortes que está realizando Hacienda sirven para financiarlos.
La refinería de Dos Bocas, cuya construcción en el tiempo y con el presupuesto propuesto rechazaron hacer las cuatro empresas propuesta por la propia SENER comenzará dice ahora, el primero de julio. Todos los especialistas coinciden en que no es necesaria y que esos recursos deberían invertirse en exploración y explotación, incluyendo los propios funcionarios de Hacienda. Como las empresas “más importantes del mundo” (así se las calificó desde el podio de la mañanera) vieron que el proyecto era inviable entonces decidieron que la construya Pemex, cuya experiencia se remonta a 1967, cuando por última vez emprendió una obra similar. Pero como tampoco así alcanzará el presupuesto entonces harán la refinería más pequeña y menos funcional. Y en eso se gastarán 8 mil millones de dólares del presupuesto. Se decidió comenzar a construir el primero de julio, pero al día de hoy no hay estudios de factibilidad financiera ni ambiental. Pero en Hacienda ya tienen apartados 50 mil millones de pesos para iniciar ese proyecto.
En el aeropuerto de Santa Lucía, además de que se encontraron con que un cerro se cruza en la ruta de las pistas, siguen sin tener el proyecto aeronaútico de Aeropuertos de París y Airbus que son los que han asumido esa responsabilidad. Cada día surgen nuevos problemas, incluyendo la compra de las tierras que se requieren para el área perimetral que los ejidatarios no están dispuestos a vender al precio que les propone el gobierno. Las empresas como Mitre siguen insistiendo mientras tanto en que es imposible con el proyecto presentado mejorar las frecuencias aéreas en el área metropolitana. Pero para Santa Lucía sí hay dineero y se comenzará, en cuanto llegue el proyecto ejecutivo, a construir… con modificaciones, porque a Rioboó y Jiménez Espriú se les había olvidado un cerro de 2 mil 600 metros de alto.
El Tren Maya también comenzará a ser construido y para eso hay dinero, pero tampoco hay un proyecto ejecutivo, ni se tienen las tierras ni mucho menos un proyecto de impacto ambiental y financiero. Por lo pronto, nos enteramos por el New York Times de las afectaciones que el Tren generará en muchas zonas como por ejemplo en la laguna de Bacalar que terminará perdiendo sus célebres colores, mientras el sector turístico ha sido dejado en el abandono y ya se liquidó, para construir el Tren Maya, al Consejo de Promoción Turística.
La culpa es del pasado y, por supuesto del hampa del periodismo.