Crisis policial y ¿desaparición del ejército?
Columna

Crisis policial y ¿desaparición del ejército?

04-07-2019 La crisis de la Policía Federal estaba anunciada desde hace semanas, pero nadie escuchó, se subestimaron las señales del profundo descontento en el principal cuerpo policial del país. No es verdad que la Policía Federal se está manifestando ahora porque “se descompuso” durante el sexenio pasado. Más allá de errores e insuficiencias, incluyendo medidas tan controvertidas como el desmantelamiento de Plataforma México, lo cierto es que en la PF, como en casi todas las instituciones, coexisten áreas de gran calidad profesional con ramas corrompidas. El error, que es preocupante porque se repite una y otra vez, es que, en lugar de depurar las instituciones, fortaleciéndolas, se opta por erradicarlas, por desaparecerlas.

 

La idea de la creación de la Guardia Nacional no es nueva. El sexenio pasado también se barajó la misma propuesta con el nombre de Gendarmería Nacional, pero luego de un largo debate interno, se decidió que ese cuerpo no estuviera formado ni bajo control militar, sino que, con un traspaso de policías militares, se convirtiera en una división más de la Policía Federal. No sé si fue un acierto, probablemente no, y quizás hubiera sido preferible tener dos cuerpos policiales diferentes, con responsabilidades específicas, incluso con mandos diferenciados, para poder atender la crisis de seguridad.

Ahora se decidió avanzar con la Guardia Nacional y creo que se acertó en su concepción y mandos. El error es querer desaparecer la Policía Federal cuando, como podría haber ocurrido el sexenio pasado, ambas instituciones podrían haber continuado operando con espacios y lógicas específicas, propias. Es un doble error fusionar a los elementos de Policía Federal en la forma en la que se ha planteado hacerlo: reduciendo salarios, quitando bonos, prestaciones, antigüedad, grados, tratando de que se vayan por sí solos, que renuncien. Estamos hablando de una fuerza de miles de hombres y mujeres, muchos bien capacitados y con experiencia y no se puede de un plumazo deshacerse de ellos, menos aún en la situación de inseguridad que vive el país.

Cuando se hizo algo similar, en una dimensión y una época completamente diferente, fue en el gobierno de Miguel de la Madrid, cuando por decreto se desintegró la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales. Tenían, ambas, muchísimos problemas y eran rémoras del pasado, pero también había elementos importantes, con gran cantidad de información. Muchos terminaron trabajando con el crimen organizado. Desde hace meses, los grupos criminales, sobre todo el Cártel Jalisco Nueva Generación, están enviando mensajes y ofreciendo a policías federales que se integren a esa organización criminal, aprovechando la forma despectiva con la que han sido tratados desde el ejecutivo federal. No es difícil comprender que, por convicción o desesperación, pueden ser muchos los elementos que terminen aceptando esa oferta. Aunque fuera sólo por eso, se tendría que haber actuado de otra forma, con otra sensibilidad y sentido político.

Pero todo esto se torna más grave, por la más desafortunada declaración que ha hecho el presidente desde el primero de diciembre. Este lunes le dijo a La Jornada, en una entrevista con varios reporteros, que “si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional, declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos. Que el Ejército y la Marina se convirtieran en Guardia Nacional para garantizar la seguridad. No lo puedo hacer porque hay resistencias. Una cosa es lo deseable y, otra, lo posible”. ¿De verdad el presidente de la república y comandante en jefe de las fuerzas armadas desea que desaparezcan el ejército y la marina?¿de verdad cree que no los necesitamos y que pueden ser reemplazados por una Guardia Nacional?¿que las tareas del ejército, fuerza aérea y marina las puede cumplir un cuerpo policial?.

El candidato López Obrador criticaba al ejército y la marina y los acusaba de masacres y violaciones, incluso de estar en guerra contra el pueblo. Al asumir la presidencia, el discurso cambió, “conoció de verdad”, decían en su entorno, a soldados y marinos y responsabilizó a las instituciones armadas de todo tipo de tareas, desde construir el aeropuerto en Santa Lucía y combatir el sargazo hasta conformar la Guardia Nacional. Pero resulta que el “deseo” profundo del presidente, que no lleva a cabo, dice, porque “hay resistencias”, es “desaparecer” a las fuerzas armadas. No lo puedo, no lo quiero, entender.

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